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Manuel Oribe, vencedor de Famaillá |
El 19 de septiembre de 1841 en la Batalla de Famaillá, el ejército federal, comandado por Manuel Oribe, vence a las fuerzas unitarias de Juan Lavalle
El 19 de septiembre de 1841 fue la Batalla de Famaillá, también conocida como Batalla del Monte Grande, Tucumán. El enfrentamiento fue decisivo en las guerras civiles argentinas, resultando en la victoria del ejército federal, comandado por Manuel Oribe, sobre las fuerzas unitarias lideradas por Juan Lavalle.Tras varios intentos fallidos de Lavalle por ocupar Buenos Aires, y después de haber sido derrotado en la Batalla de Quebracho Herrado, su ejército se redujo a apenas 1.100 hombres. Este ejército debilitado, junto con las tropas del general Gregorio Aráoz de Lamadrid, se vio obligado a huir de la provincia de Córdoba.Ante la necesidad de reagrupación, los unitarios se dirigieron hacia el norte del país, donde la Coalición del Norte, una alianza unitaria, había conseguido reunir un contingente considerable para enfrentarse a Juan Manuel de Rosas y sus aliados. Tenían más de 17.000 hombres.
Mientras Lamadrid organizaba un nuevo ejército en Tucumán, Lavalle emprendió una campaña en La Rioja con el fin de retrasar el avance de Oribe y ganar tiempo para que su aliado completara los preparativos militares. Durante este tiempo, Oribe desplegó sus tropas en Santiago del Estero, desde donde inició su marcha hacia el norte en septiembre de 1841.
En un intento por abrir nuevos frentes, el líder federal envió divisiones a diferentes regiones. Sin embargo, estas incursiones no fueron del todo exitosas. Una de las divisiones fue derrotada en la Batalla de San Cala, lo que debilitó aún más la posición unitaria.
En un intento por dividir el territorio, Lavalle y Lamadrid tomaron diferentes direcciones: Lamadrid se dirigió hacia Cuyo con la misión de incitar una insurrección contra Rosas, mientras Lavalle decidió enfrentar a Oribe en Tucumán. A este último lo apoyaba el gobernador de Tucumán, Marco Avellaneda, quien aportó cerca de 1.000 montoneros a las filas unitarias.
Oribe, decidido a terminar con el conflicto, avanzó hacia Tucumán con un ejército de 3.000 hombres, entre los cuales había infantería, caballería y artillería. Además, recibió el refuerzo de 1.000 soldados al mando del general Eugenio Garzón. Oribe envió al general Ángel Pacheco con otros 2.000 hombres a perseguir a Lamadrid, lo que debilitó aún más la situación de los unitarios.
Dándose cuenta de la superioridad del enemigo, Lavalle intentó una maniobra audaz. Salió de su campamento en Los Nogales el 14 de septiembre con la intención de sorprender a Oribe. Durante su avance, llegó a la villa de Famaillá el 16 de septiembre, una región despoblada, pues sus habitantes habían huido hacia las sierras cercanas. A pesar de sus esfuerzos por atacar por sorpresa, el plan no se concretó del todo y ambos ejércitos se encontraron frente a frente al amanecer del 19 de septiembre.
Las tropas de Lavalle, formadas por unos 1.300 hombres, eran considerablemente inferiores en número a las de Oribe, que contaba con unos 2.200 efectivos. Además, los unitarios sufrían una desventaja en equipamiento, especialmente en su infantería, que apenas superaba los 100 hombres y contaba con armas en mal estado. A pesar de ello, Lavalle desplegó sus fuerzas y se preparó para la batalla, con la caballería de Pedernera en el flanco izquierdo y los milicianos tucumanos bajo el mando de los coroneles Murga y Torres de la Rambla en el derecho.
El combate comenzó a las 7 de la mañana. Oribe ordenó a sus fuerzas avanzar y lanzó una ofensiva desde el flanco derecho. Los unitarios respondieron con escuadrones, y pronto la lucha se intensificó en todo el frente. Lavalle ordenó un ataque por el flanco izquierdo, confiando en que la artillería forzaría a los infantes federales a retroceder. Durante un breve período, la victoria unitaria pareció estar al alcance cuando las tropas de Lagos retrocedieron. Sin embargo, este retroceso fue una táctica engañosa, ya que los jinetes de Lagos dieron la vuelta y atacaron con fuerza renovada, provocando el colapso de las líneas unitarias.
El propio Lavalle intentó un último ataque con su escolta, logrando un éxito inicial, pero sin el apoyo necesario, su avance fue rápidamente contenido. Los milicianos tucumanos, que formaban el flanco derecho, se retiraron sin luchar, lo que permitió que tropas de Juan Felipe Ibarra avanzaran sin oposición. La infantería unitaria, al verso superada, huyó hacia un bosque cercano.
Tras la batalla, el destino de los líderes unitarios quedó sellado. Marco Avellaneda intentó huir hacia el norte, pero fue capturado y ejecutado. Lavalle, por su parte, logró escapar hasta Jujuy, donde murió poco después, víctima de una partida federal. Con la muerte de Lavalle, la Coalición del Norte se desmoronó y las fuerzas unitarias dejaron de representar una amenaza significativa para el poder federal.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
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