Ir al contenido principal

PELEAS No vale saber kunfú

Pelea callejera, mano a mano

Las peleas callejeras sumaron un condimento nuevo que se ocultará hasta el final, para que usted entre como caballo en la nota

Siempre hubo, sigue habiendo y seguramente habrá peleas callejeras. Por hache o por be, porque están borrachos, por una mujer, por una deuda de juego, una mala maniobra en un auto, lo que sea.
Ahí no vale que sepas karate, kunfú, te entrenes en el gimnasio del Cirujano Morales, seas un maestro en las artes marciales mixtas o hagas pesas todos los días de la semana. La pelea callejera es otra cosa, más feroz, más vale todo, desde el cabezazo famoso de los tucumanos hasta tirarle tierra al otro en el ojo, escupirlo, darle una patada en los compañones o chujcharlo, lo que sea.
Como generalmente uno no va preparado para eso, es fácil enceguecerse, dejarse llevar por la furia y en el camino a pegarle a ese flaco enclenque, tropezarse, caer y que el flaco le encaje dos voleos bien pegados que lo dejen estropeado para el resto de la velada boxística. 
Mal que mal, todos nos enfrentamos alguna vez a esa situación: alguien en la calle nos convidó a pelear, algunos agarran viaje, otros creen que no es el camino y se abstienen de usar los puños para zanjar una discusión que, quizás intercambiando los números de seguro del auto, pidiendo disculpas o yéndose del lugar sin decir nada, se solucionaría de forma más civilizada.
Siempre las hubo, sin ir más lejos, figuran en la literatura argentina, en el Martín Fierro. Como en ese tiempo los hombres andaban con un facón al cinto, era posible que terminaran con la muerte de uno de los contendientes. Hasta hace unos años al menos, se consideraba que el mundo había escalado al menos dos niveles en la órbita de lo correcto de lo que se espera de la gente educada, y las peleas callejeras terminaban con los dos o más intervinientes plagados de magulladuras, algún chichón, por ahí un corte en alguna parte del cuerpo y en muchas ocasiones todos en la comisaría. Se trataba de demostrar que uno no se iba a achicar si lo querían atropellar. Pero hasta ahí nomás llegaba la patriada.
Lo que nunca se hacía, al menos hasta hace un tiempo, era patearlo al otro cuando estaba en el suelo. Esa era norma sagrada —sacrosanta— de la calle. Menos si estaba desmayado, si ya no hacía movimientos para defenderse. Al que hacía eso le decíamos “maricón”, “marica” o, directamente, “puto”, cuando puto era un insulto y no un adjetivo calificativo neutro, como “alto”, “bajo” o “pecoso”.
Eso en una pelea mano a mano.
Ahora, si eran veinte contra uno solo, seguir pegándole en el suelo era de animales, de bestias, de tipos que no merecían ni el desprecio de un escupitajo en la cara. Bueno, así pelean ahora, justo cuando dicen que el mundo evolucionó hacia formas más correctas de vida. Es casi seguro que los patoteros hablan de "todes" y siguen todas esas normas del lenguaje propias de subhumanos.
Haga de cuenta que el Martín Fierro seguía acuchillando en el piso al pobre Moreno, el que tenía una esposa gorda como una vaca. Así no se comportaba ni un gaucho matrero, mal entretenido, borracho, pendenciero, maltratado por la justicia, sin escuela, sin derechos y sin juez para reclamar nada.
Se vé que algo se quebró en las leyes de la calle, algo les está quemando la cabeza a los jóvenes, que se ensañan de esa manera con uno que ya no se va a defender, perdió, está tirado en el suelo, es un guiñapo. ¿Por qué siguen dándole como para matarlo?, ¿no han conseguido lo que querían al tenerlo nocaut?, ¿qué van a ganar con destrozarle la cabeza a puntazos?
Dicen que la sociedad de antes era violenta, injusta, desigual y bárbara. Perdone que se lo exprese así, pero al lado de estos matones de baja estofa, los peleadores callejeros de antes eran unas tiernas niñas. De jardín de infantes de colegio de monjas, obviamente.
(Dicho sea de paso, las señoritas antes no peleaban en las calles, a la salida de la escuela, eso era considerado de mujeres de baja ralea, sin ningún tipo de educación o formación, sin Dios y sin rumbo, ero es otra cuestión que se tratará otro día, si viene al caso).
Juan Manuel Aragón
A 9 de noviembre del 2024, en Árraga. Cosechando chañar.
Ramírez de Velasco®

Comentarios

Entradas populares (últimos siete días)

EFEMÉRIDES SANTIAGUEÑAS Del 8 de julio

¿Mengele o Ascher? En 1985, el juez del crimen de La Banda empieza un expediente para dilucidar si un criminal nazi había vivido en esa ciudad El 8 de julio de 1985, el juez del crimen de La Banda Andrés Francisco Miotti inicia una investigación para saber si Gualterio o Walter Ascher era el criminal de guerra nazi José Mengele. Unos días antes, el diario El Liberal había publicado una sensacional historia, casi una confirmación de la leyenda urbana que sostenía que un criminal de guerra nazi, había vivido en La Banda con un nombre supuesto. Walter o Gualterio Ascher había vivido en La Banda entre fines de la década del 40 y principios del 50 y se sospechaba que podría haber sido un nazi prófugo de los tribunales de Núremberg. Para iniciar su investigación, el fotoperiodista Jesús del Carmen Martínez, conocido como “Chito”, amplió una fotografía de Mengele, tomada de un libro sobre la II Guerra Mundial y la mostró a quienes decían haber conocido a Ascher. Les preguntaba si sabían ...

FURIA Marcianos del micrófono y la banca

Comedor del Hotel de Inmigrantes, Buenos Aires, 1910 Creen saber lo que piensa el pueblo sólo porque lo nombran una y otra vez desde su atril, lejos del barro en que vive el resto Desde las olímpicas alturas de un micrófono hablan de “la gente”, como si fueran seres superiores, extraterrestres tal vez, reyes o princesas de sangre azul. Cualquier cosa que les pregunten, salen con que “la gente de aquí”, “la gente de allá”, “la gente esto”, “la gente estotro”. ¿Quiénes se creen para arrogarse la calidad de intérpretes de “la gente”? Periodistas y políticos, unos y otros, al parecer suponen que tienen una condición distinta, un estado tan sumo que, uf, quién osará tocarles el culo con una caña tacuara, si ni siquiera les alcanza. Usted, que está leyendo esto, es “la gente”. Su vecino es “la gente”. La señora de la otra cuadra es “la gente”. Y así podría nombrarse a todos y cada uno de los que forman parte de esa casta inferior a ellos, supuestamente abyecta y vil, hasta dar la vuelta al m...

CONTEXTO La inteligencia del mal negada por comodidad

Hitler hace el saludo romano Presentar a Hitler como enfermo es una fácil excusa que impide comprender cómo una visión organizada del mundo movió a millones hacia un proyecto criminal De vez en cuando aparecen noticias, cada una más estrafalaria que la anterior, que intentan explicar los horrores cometidos por Adolfo Hitler mediante alguna enfermedad, una supuesta adicción a drogas o un trastorno psicológico o psiquiátrico. Sus autores suelen presentarse como bien intencionados: buscan razones biológicas o mentales para comprender el origen del mal. Sin embargo, esas razones funcionan, en cierta forma, como un mecanismo involuntario o voluntario quizás, de exculpación. Si hubiese actuado bajo el dominio de una enfermedad que alteraba su discernimiento, los crímenes quedarían desplazados hacia la patología y ya no hacia la voluntad que los decidió y la convicción que los sostuvo. En el fondo, ese gesto recuerda otros, cotidianos y comprensibles. Ocurre con algunas madres cuando descubre...

1927 ALMANAQUE MUNDIAL Bernardini

Micheline Bernardini El 1 de diciembre de 1927 nace Micheline Bernardini, estríper, desnudista, primera mujer que se anima a lucir una bikini en público El 1 de diciembre de 1927 nació Micheline Bernardini en Colmar, departamento de Haut-Rhin, Francia. Fue una estriper, desnudista, de origen italiano, famosa por haber sido la primera mujer que se animó a lucir una bikini en público. Su familia emigró de Italia a Francia en una época en la que los movimientos migratorios entre ambos países eran comunes, especialmente en regiones fronterizas como Alsacia. Desde joven, mostró un carácter audaz y poco convencional, lo que la llevó a trabajar como bailarina exótica en el célebre Casino de París, prestigioso cabaret del número 16 de la Rue de Clichy, en París. Este lugar, fundado en 1890, era conocido por sus espectáculos de variedades y su ambiente atrevido, en el que actuaban artistas que desafiaban las normas sociales de la época con sus actuaciones cargadas de sensualidad y glamour. En 1...

IDIOMA ¿Latino?, ¡las pelotas!

América al sur del río Bravo No es válida la generalización norteamericana que ve a todos los que no son rubios y blancos en una categoría que no corresponde Acaban de entregarse los premios “Grammy Latinos”, que refleja de manera cabal, cómo conoce el mundo a quienes nacen desde el Río Bravo hasta la Tierra del Fuego, como si todos los nacidos y criados ahí fueran iguales, como si el nombre fuera correcto. Y no, amigo. En algunos casos los pueblos no son ni parecidos y el nombre, obviamente, está mal puesto. Para empezar porque es un tratamiento ofensivo, era la manera en que los norteamericanos trataban a los mexicanos, a los puertorriqueños, a los que no eran como ellos, blancos, rubios, lindos. Es tan ofensivo decirle latino a un argentino, a un brasileño, a un boliviano, como llamar “nigger” a un descendiente de esclavos africanos en Estados Unidos. Para empezar el término tal como se lo usa actualmente no nació en América, sino en el siglo XIX en Francia, durante el Segundo Imper...