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Alumno santiagueño |
“A veces el mundo actual es un cúmulo de misterios tan grande, que es posible que los chicos no entren a las primeras letras por abajo”
La m con la a ma, la m con la e me, la m con la i mi. Mamá me ama, mi mamá me ama. Ama Mimí a mi mamá. Qué bárbaro. No hay otoño que no te haga recordar esos tiempos de la escuela, con el frío que comienza a insinuarse, el guardapolvo blanco durito, almidonado, los zapatos negros chalita y el glorioso libro “Los teritos”, de segundo grado, flamante en esa época del año. Levantarse tempranito, una taza de matecocido con las lagañas todavía pegadas, agarrar los útiles que se habían preparado la noche anterior y salir disparando hacia la escuela antes de que tocasen el timbre de entrada.Todas las veces se te hacía el mismo nudo en el estómago, la misma angustia cuando comenzaban las clases: qué tal será la señorita, ¿será de las buenas o de las malas?, ¿será muy difícil matemáticas este año?, tengo que llegar primero para que no me dejen en el primer banco.Y la promesa que te hacías de estudiar desde el primer día, para no andar a los apurones cuando terminara el año, el cuaderno único sin estrenar y el manual Peuser de quinto, el Kapelusz que pedían después y no te olvides de la regla, el compás, el transportador y la escuadra para geometría. ¡Qué bárbaro!, ¿enseñarán geometría todavía en las escuelas? Vaya uno a saber.
A veces el mundo actual es un cúmulo de misterios tan grande, que es posible que los chicos no entren a las primeras letras por abajo, como se solía entonces sino por cualquier otra parte. Es posible que las maestras de ahora se empeñen en sacarlos lo más analfabetos posibles, como si fuera un mandato quién sabe de quiénes, así los tienen para siempre esclavizados en su analfabetismo.
Después, cuando ese tiempo se acabó, siempre que llegaba el otoño te acordabas de los compañeros de antes, de la señorita Hilda Beltrán, que enseñaba en el quinto grado reforzado de antes, que equivalía a un doctorado en cualquier universidad de ahora.
¿Recuerdas “El Grillo”, de Conrado Nalé Roxlo, que tuviste que memorizar en una sola tarde y se te hacía eterno? ¿Siete por siete, cuánto era? ¿Todavía te salen como un rosario las preposiciones? Eran, a saber, a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, durante, en, entre, hacia, hasta, mediante, para, por, según, sin, so, sobre, tras, versus, vía. Veintitrés, si no están mal contadas. Algunos agregaron últimamente “no”, también como preposición, como en “no docente”, “no ficción”.
Y tu padre y tu madre, gloriosamente jóvenes, sentados a la mesa, preguntándote qué habías aprendido. Y vos, comiendo los riquísimos manjares de la infancia.
La m con la a, ma.
Juan Manuel Aragón
A 17 de febrero del 2025, en San Roque. Guisando un conejo.
Ramírez de Velasco®
Linda etapa la de la primaria; plena de descubrimientos y emociones que dejan una marca para siempre, extensamente estudiada por Jean Piaget.
ResponderEliminarPero tambien fueron lindas todas las demás etapas a lo largo de la vida. En cada una se enfrentan desafíos, se aprenden cosas, se adquieren experiencias y se viven alegrías y frustraciones.
Pienso que la etapa más importante y vital de la vida de cada persona es la presente, porque es en la que se vuelca toda la experiencia de las anteriores y es la que cuenta para disfrutar la vida y prepararnos para la siguiente.