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Ernesto Laclau |
El 13 de abril del 2014 muere Ernesto Laclau, filósofo, teórico político y escritor postmarxista, además profesor e investigador
El 13 de abril del 2014 murió Ernesto Laclau en Sevilla, España. Fue un filósofo, teórico político y escritor postmarxista. Era profesor e investigador en la Universidad de Essex y doctor honoris causa de la Universidad de Buenos Aires, Universidad Nacional de Rosario, Universidad Católica de Córdoba, Universidad Nacional de San Juan y Universidad Nacional de Córdoba. Entre sus libros más celebrados figuran Hegemonía y estrategia socialista, escrito con Chantal Mouffe, y La razón populista. Era director de la revista Debates y Combates.Se graduó en la Universidad de Buenos Aires en 1964 y luego se doctoró en la Universidad de Essex, Inglaterra, en la que desde 1973 ocupó la cátedra de Teoría Política.Su trayectoria intelectual, marcada por una evolución del marxismo al postmarxismo, lo hizo valer como un pensador influyente, aunque no exento de controversias. Su vida académica transcurrió principalmente en Europa, pero su pensamiento mantuvo un vínculo con América Hispana, especialmente con el peronismo argentino, que influyó en sus teorías sobre el populismo.
Cmenzó su carrera, inmerso en el marxismo ortodoxo, participando en movimientos socialistas en la Argentina tras el golpe de 1955. Pero, su obra refleja un progresivo alejamiento de los postulados clásicos de Marx. En "Política e ideología en la teoría marxista" (1978), intentó reformular la relación entre economía e ideología, criticando el economicismo que reduce los fenómenos sociales a determinismos materiales.
Su análisis del fascismo y el populismo como construcciones ideológicas fue innovador, pero algunos lo acusan de diluir la centralidad de la lucha de clases, un pilar marxista, en favor de una visión más discursiva y menos estructural.
Con "Hegemonía y estrategia socialista" (1985), escrito junto a Chantal Mouffe, dio un giro decisivo hacia el postmarxismo. Aquí deconstruye la noción de hegemonía gramsciana, proponiendo que el poder no reside en una clase fija, sino en articulaciones discursivas contingentes.
La obra aboga por una democracia radical que trascienda las luchas obreras tradicionales, integrando movimientos sociales diversos. Sin embargo, críticos como Norman Geras argumentan que este enfoque abandona el materialismo histórico por un idealismo discursivo, donde las condiciones económicas quedan subordinadas a significantes vacíos, un concepto clave en su teoría. Esta vaguedad, según detractores, dificulta su aplicación práctica y lo aleja de las realidades concretas del conflicto social.
En "La razón populista" (2005), profundiza su defensa del populismo como lógica política. Define al pueblo como una construcción discursiva frente a un "otro" antagónico, rechazando las visiones despectivas que lo asocian con irracionalidad. Su análisis del peronismo o el chavismo busca legitimar estas experiencias, pero se le critica por romantizar movimientos que, en la práctica, han derivado en autoritarismo o clientelismo.
La ausencia de un marco normativo claro para distinguir populismos progresistas de regresivos deja su teoría expuesta a interpretaciones ambiguas, lo que algunos ven como una debilidad ética y política.
Obras como "Contingencia, hegemonía, universalidad" (2000), en diálogo con Judith Butler y Slavoj Žižek, exploran la tensión entre particularismo y universalidad. Laclau insiste en que lo universal emerge de lo particular a través de luchas hegemónicas, pero su énfasis en la retórica y el psicoanálisis lacaniano genera escepticismo. Para algunos, esta sofisticación teórica sacrifica la claridad y la utilidad política, convirtiendo su pensamiento en un ejercicio académico desconectado de las luchas reales.
Su uso de significantes vacíos, aunque original, es visto como una herramienta abstracta que no resuelve cómo traducir las demandas sociales en transformaciones estructurales.
La relación de Laclau con el kirchnerismo en sus últimos años, al que defendió como una izquierda real, intensificó las críticas. Sus detractores lo acusan de justificar un populismo pragmático que, lejos de radicalizar la democracia, consolidó poder personalista. A pesar de ello, su influencia en la teoría política contemporánea es innegable, especialmente en el estudio del discurso y la hegemonía.
Su muerte en el 2014 cerró una carrera marcada por la ambición de repensar la política más allá del marxismo clásico, aunque sus ideas siguen siendo objeto de debate por su ambigüedad y su distancia de las condiciones materiales que, para muchos, aún definen el poder y la resistencia.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
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