Grupo guarachero |
“Cuando buscan algo en el dial, se topan solamente con la basura de la ´música tropical´, dicho esto desde el prejuicio más absoluto y discriminador, por supuesto”
Quizás haya una ínfima minoría que, cuando viaja en el auto, quiere oir otra cosa que no sea música de última moda. Pongalé que son viejos, antiguos, raros, miembros de una aristocracia que no se resigna a seguir la tropa, lo que fuere. Hay quienes no siguen a la recua dondequiera que vaya. Pero ninguna radio les da con el gusto, eso que podrían conseguir la atención de esa minoría.Hay, pongamos, 200 emisoras en el dial que se disputan el 95 por ciento de posibles oyentes. Si los repartieran parejito, cada una tendría el 0,475 por ciento de audiencia. Pero como hay una media docena de radios líderes, que se llevan la mitad o más, lo que queda para el resto es menos que ínfimo (el 0,237 por ciento de la audiencia, siempre y cuando la repartija fuera de igual cantidad de maíces para cada uno, pero no lo es).En Santiago, quien se tome el trabajo de recorrer el dial de las emisoras en frecuencia modulada, notará que en la mayoría pasan guarachas, todo el día, de una manera machacona, machacona, machacona, mueve la colita machacona, mueve la colita así, ¡así!, mi morena machacona. Todas, casi como un mantra. Otras —pocas— se dedican al folklore o pasan tango algunos días. Y pare de contar.Si una sola emisora se avivara para pasar música a la que en ciertos círculos llaman “buena”, concitaría el interés de todos los que, cuando buscan algo en el dial, se topan solamente con la basura de la ´música tropical´, dicho esto desde el prejuicio más absoluto y discriminador, por supuesto.
Cuando se habla de música “buena”, no es solamente la de Beethoven, Liszt, Mozart, sino también la de aquellos artistas que, desde la técnica, el estudio, la inspiración o un enorme talento, crean o interpretan obras únicas, irrepetibles, quizás iluminadas por Dios. De Atahualpa Yupanqui a Charly García, de Miles Davis a Mercedes Sosa, de Joan Manuel Serrat a Carlos Gardel. Los clásicos de todos los tiempos, ¡báh!
Se dirá que es una minoría de viejos la que espera la misma música que pasaban antaño en Radio Nacional, y pasó largamente el medio siglo de vida. El drama es que ya no hay jóvenes sintonizando las radios, amigo, ellos tienen otro sistema para oir lo que les gusta y enterarse de las noticias, y no pasa precisamente por las radios. La audiencia que se disputan las radios, está formada en su gran mayoría por viejos, en este sentido todas corren la misma carrera por idénticas pistas.
Hablando de Radio Nacional: tuvo durante muchos años una audiencia fiel, cuando debía competir con los “hits” del momento, hasta que un día se le dio por democratizarse, que significa lo mismo que hacerse ordinaria. Fue cuando perdió los viejos oyentes y los nuevos no se le acercaron, porque nunca perdió el empaque burocrático que la caracterizó desde siempre. Los viejos recuerdan cuando el espíquer decía: “´Mos iradiado´, el primer movimiento de la sonata Opus 15, en do mayor, (allegro), K 545 de Wolfgang Amadeus Mozart”. Es el famoso y bellísimo Mozart para bebés.
Pero, el ñato aquel no sabía qué estaba diciendo, leía la carátula del disco, pero aun así había mucha gente que prefería eso antes que el ruido de latas que imponían los insufribles grupos de rock o las letras para descerebrados de Palito Ortega, la felicidad, ja, ja, ja, já, de sentir amor, jor, jor, jor, jor jor.
Pero, ya se sabe, este mundo tiene aversión por casi todas las minorías, salvo que sean parte de un grupo de elegidos, que ya sabemos quiénes son, así que no les daremos el gusto de nombrarlos, nombrarlas o nombrarles. Para el resto, ni justicia.
Volviendo al principio, la primera radio que se avive de que la música para viejos, digamos, podría tener un mejor rendimiento en cuanto a cantidad de oyentes, es posible que les saque ventaja a las demás. Es cierto que las otras tienen publicidades de cosas que compran más los jóvenes, como zapatillas, pantalones vaqueros, pero como ningún joven las oye, su eficacia es casi nula.
Una radio que pase música buena y entre su publicidad ofrezca descuentos en farmacias, pañales para adultos, fijador de dentaduras, tendría más éxito comercial, prestaría un mejor servicio y sus dueños ganarían más dinero.
No se olviden de las ofertas de pastillitas azules. Para un amigo de aquí a la vuelta que dice que las necesita.
©Juan Manuel Aragón
El Cambiado, 28 de noviembre del 2022
Pero, ya se sabe, este mundo tiene aversión por casi todas las minorías, salvo que sean parte de un grupo de elegidos, que ya sabemos quiénes son, así que no les daremos el gusto de nombrarlos, nombrarlas o nombrarles. Para el resto, ni justicia.
Volviendo al principio, la primera radio que se avive de que la música para viejos, digamos, podría tener un mejor rendimiento en cuanto a cantidad de oyentes, es posible que les saque ventaja a las demás. Es cierto que las otras tienen publicidades de cosas que compran más los jóvenes, como zapatillas, pantalones vaqueros, pero como ningún joven las oye, su eficacia es casi nula.
Una radio que pase música buena y entre su publicidad ofrezca descuentos en farmacias, pañales para adultos, fijador de dentaduras, tendría más éxito comercial, prestaría un mejor servicio y sus dueños ganarían más dinero.
No se olviden de las ofertas de pastillitas azules. Para un amigo de aquí a la vuelta que dice que las necesita.
©Juan Manuel Aragón
El Cambiado, 28 de noviembre del 2022
Muy cierto. Así es.
ResponderEliminarY se fue el unicornio, como muchas pierden a su príncipe que la televisión los hizo verde, es para hacer mitos o.verdades de la vida que hará concordancia en nuestros espiritus
ResponderEliminarReclamar que la música de hoy es de la peor calidad que ha existido no tiene nada que ver con ser viejo, antiguo, o lo que sea, Juan.
ResponderEliminarRecientes estudios, uno de ellos del Smithsonian, publicado en Scientific American, han comprobado que la música ha ido empeorando con el correr de los años.
Y no se trata de "gustos", sino de la evaluación de parámetros en miles de canciones mediante programas de computación.
Qué es lo que se midió?
El timbre (que tiene en cuenta el color del sonido, la textura, y la calidad de la entonación); el tono, (que mide el contenido armónico del tema, incluyendo sus acordes, melodía y arreglos tonales); y el volumen (que mientras más alto, iguala toda la canción y elimina la posibilidad de resaltar o destacar ciertas partes con cambios de volumen).
Se encontró que TODOS los parámetros han empeorado.
Esta realidad se combina con una creciente cultura del mal gusto en todos los órdenes, que ha dejado de lado el concepto de belleza y se conforma con cualquier mediocridad sólo porque "está de moda".