Beso en la plaza Libertad |
Se ha vuelto una necesidad alabar las virtudes de la unión entre hombres y mujeres, dada la propaganda en contra que existe en la actualidad
En estos días en que muchas voces se alzan para alabar las virtudes del casamiento entre personas del mismo sexo, sus características supuestamente maravillosas y sus inigualadas e imaginarias virtudes, también es menester ocuparse de elogiar y ensalzar la tradicional unión entre personas de distinto sexo, que deciden ligar sus vidas para procrearse de manera natural, en una coyunda entre hombre y mujer que suele dar por resultado la multiplicación de la especie humana.En efecto, la unión de hombres y mujeres, salvo excepciones que alguna vez, si se dan, deberían ser certificadas por la ciencia médica, es la mejor forma de conservar a la especie humana en su lugar en el mundo, además de constituir uno de los placeres más maravillosos de entre los que Dios distribuyó a manos llenas durante los días de la Creación.Por si fuera poco, si no hay impedimentos de orden físico, químico o psicológico, esta unión suele fructificar en hijos que, al nacer serán debida y amorosamente amamantados y cuidados por su madre y observados con cariñosa ternura por su padre, que también ayudará en menesteres tales como cambiarles la ropa cada vez que se ensucien con sus propios fluidos o prepararles los alimentos una vez que estén más crecidos, entre otros trabajos implícitos en la paternidad, por supuesto.
Entre otras ideas, la convicción de que es legal y lícito que una mujer mate a sus hijos antes de nacer, es poco probable que halle eco en una sociedad que ha hecho del matrimonio entre personas de distinto sexo, una institución a proteger, como se veía antiguamente, cuando una mayoría abominaba con horror del asesinato de la más inocente y débil de las creaturas de Dios, sin darle siquiera la oportunidad de respirar por sí mismo.
Tanto se ha hablado a favor del matrimonio de personas del mismo sexo, que pareciera que algunos despreciaran la simple, sencilla y natural unión entre hombres y mujeres, haciéndola pasar como algo abominable, propio de gente de otros tiempos, antigua, desactualizada, despreciable, sin corazón ni sentimientos razonables.
Como se ve, algo que es comprobable a simple vista, demostrado por la ciencia de todos los tiempos y viene siendo una verdad contra cuyas conclusiones nadie podría levantarse, un día deja de serlo y cualquiera, en nombre de la libertad de expresión, primero niega lo evidente y luego quiere imponer, como verdad de fe que, si la naturaleza es contraria a su ideología, peor para la naturaleza.
Por eso es necesario repetir que la unión que constituyen un hombre, una mujer y su prole también es familia, con tantos derechos como aquella que se formó de la unión de dos hombres, de dos mujeres o de un hombre operado para parecer mujer con una mujer operada para hacer las veces de hombre y todas las variantes posibles, y los hijos adoptados por ellos.
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El hombre se ha mantenido en la Tierra desde tiempos inmemoriales gracias a la unión, en general libre, de hombres y mujeres, cada uno cooperando con su parte para una relación que durante mucho tiempo se consideró que era perfecta. Se suponía que la familia que en su cúspide tenía a un hombre y una mujer con las características de su sexo bien definidas, era lo mejor que podía sucederle a un niño. Ahora esa creencia ha variado y, según dicen, lo mejor es que cada cual decida qué sexo debe tener y, si puede pagarse costosas operaciones, cambiarlo cuantas veces quiera. Bien por ellos, que lo hagan, si eso los satisface y tienen dinero para darse el gusto.
De todas maneras, hay quienes persisten en continuar con la moda antigua. Si esto fuera una editorial, cabría decirles que no tengan vergüenza de seguir sus instintos, ya que por el momento —aunque nadie sepa hasta cuándo— no ha sido declarado delito que a un hombre le guste una mujer o una mujer un hombre y que hagan lo posible por vivir juntos.
La familia en su forma tradicional aún continúa vigente, por lo que quienes se sientan con vocación de formar una, que aprovechen ahora ya que sigue siendo una actividad lícita.
Como van las cosas, en cualquier momento podría venir una tormenta de vientos contrarios, que prohíba la unión de hombres con mujeres, con cualquiera de las pobres excusas con que el mundo moderno fue acostumbrando a los cristianos para volver a muchos, unos peleles del pensamiento políticamente (in)correcto, ideado para destrucción de lo poco que queda de Dios en los hombres.
©Juan Manuel Aragón
Brillante Juan Manuel. Un tema sobre el cual los padres han preferido dejar de hablar con sus hijos, superados por la alsa percepción de que sus hijos saben más que ellos sobre el tema. Al mismo tiempo, la corrección política ha disfrazado de falso virtuosismo la realidad y la gente cree que es altruista y compasivo aceptar y tolerar abominaciones impuestas bajo el disfraz de la inclusión y diversidad.
ResponderEliminarEn países con sólidas raíces culturales y bien establecidos sistemas de controles y balances, esta lacra los tomó por sorpresa pero se ha empezado a revertir. No le auguro igual suerte a los países que no cuentan con esas condiciones.
Lean " El origen de la familia, la propiedad y el Estado" de Engels. El ser humano, o mejor el "homo sapiens", está hace 100.000 años sobre la tierra; no, hace 2000, años. El cambio es lo único seguro. Ahora , se puede establecer la pena de muerte para los homosexuales, en países musulmanes existe.
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