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Cipayos indios |
Nota que explica de dónde viene el término, quiénes lo trajeron a la Argentina y cuenta el caso de un prócer servidor del capital extranjero: pase y lea
Pocas palabras han tenido un camino tan sinuoso como “cipayo”, que según el Diccionario de la Lengua Española es “soldado indio de los siglos XVIII y XIX al servicio de Francia, Portugal y Gran Bretaña”. Sucesivamente, porque no privaron de sus servicios a ningún invasor extranjero. El término fue incluido en el diccionario académico de 1869. Viene del vocablo persa sipâhi, que significaba “jinete”, y este a su vez de sipah, que significaba “ejército, tropa”, y procedía, a su vez, de spada, en avéstico, vieja lengua indoeuropea que se hablaba en la parte septentrional de Persia. En turco es sipahi, en inglés sepoy, en francés cipaye.
Esos cipayos pertenecían eran una parte de las seis divisiones de caballería del ejército del Imperio otomano. Durante el Imperio británico, se conoció como cipayos a los indios al servicio del poder europeo, normalmente del Reino Unido, pero el uso también se extendió a los ejércitos coloniales de Francia y Portugal.Desde entonces la palabra tiene en español una segunda acepción. Vendría a ser: “Nativo de una colonia simpatizante de los intereses metropolitanos”. Al final los cipayos se cansaron de ser traidores a su propio pueblo y terminaron rebelándose contra la política colonialista británica en 1857, en un sangriento levantamiento, llamado justamente “Rebelión de los cipayos”, que duró dos años. Pero igual su nombre pasó a la historia como sinónimo de “entreguista”, porque eran soldados nativos que reprimían a sus connacionales por orden del invasor extranjero. Capaz que le suena, don.
En América Hispana es común que los partidos de izquierda usen la palabra para referirse a las oligarquías nativas, pues las acusan de favorecer los intereses de potencias extranjeras, sobre todo de los Estados Unidos de América y de Inglaterra. Significa también “persona que trabaja contra los intereses de su país al servicio de un poder extranjero”. Es un sentido más preciso que el de “secuaz a sueldo” que le atribuye el diccionario académico. El Corpus de Referencia del Español Actual informa que la izquierda vasca abertzale llama “cipayos” a los funcionarios españoles al servicio de la Corona.
En la Argentina el término comenzó siendo usado por autores nacionalistas, que pusieron ese mote a los liberales, pues preferían mostrarse blandos en las reglas de juego para las empresas extranjeras, al tiempo que las ajustaban para el capital nacional, como sucedió con los ferrocarriles, entre otras muchas injusticias que cometieron en su afán de favorecer a quienes eran sus patrones.
Uno de esos cipayos, ajustándose a la esencia de la definición, bien podría Juan Bautista Alberdi, que escribió el libro “Bases y puntos de partida para la organización política de la República de Argentina”, justamente cuando era empleado de los ferrocarriles ingleses en Chile. Es decir, pretendía una organización de la Nación que favoreciera los intereses de sus mandantes en esta parte de América. Pero los convencionales que redactaron la Constitución Argentina tenían otras ideas y copiaron casi letra por letra la Constitución Norteamericana y no le llevaron el apunte al tucumano. Como Alberdi, hubo cipayos de varios colores en la Argentina, casi todos son próceres o tienen nombres de calles y avenidas.
Cipayo es el que piensa —por dar solamente otro caso— que fue mejor entregar la construcción de los ferrocarriles al capital inglés antes que hacerlo con argentinos, que se ofrecieron en aquel momento, aunque la historia los oculte y entregarles hasta lo que no pedían, con tal de sentirse en un país civilizado por sus ideas. Cipayo es el que cree en viejas categorías políticas como izquierda y derecha, pero cuando sus teorías no están de acuerdo con la realidad, bueno, peor para la realidad. Cipayo es el que sigue sosteniendo que es civilización todo lo que llega de afuera y barbarie aquello que se produce aquí.
Aunque usted no lo crea y parezca una idea política caída de un libro del pasado, el cipayismo explícito sigue teniendo vigencia en la Argentina actual, aunque a muy pocos paisanos se le caigan los anillos cada vez que compran un producto que paga royalties a firmas extranjeras.
El término cipayo ha recorrido un largo camino en estas tierras, lejos del Ganges. Pero explicar cómo fue mutando su significado sería tarea para otra nota. Sobre todo, porque en el camino se la quisieron apropiar los socialistas y su resentida moral de tilingos modernosos.
Hay una nación argentina perdida en los pliegues de la historia que espera por sus propias leyes, su reivindicación, su renacimiento y su futuro.
©Juan Manuel Aragón
Aunque usted no lo crea y parezca una idea política caída de un libro del pasado, el cipayismo explícito sigue teniendo vigencia en la Argentina actual, aunque a muy pocos paisanos se le caigan los anillos cada vez que compran un producto que paga royalties a firmas extranjeras.
El término cipayo ha recorrido un largo camino en estas tierras, lejos del Ganges. Pero explicar cómo fue mutando su significado sería tarea para otra nota. Sobre todo, porque en el camino se la quisieron apropiar los socialistas y su resentida moral de tilingos modernosos.
Hay una nación argentina perdida en los pliegues de la historia que espera por sus propias leyes, su reivindicación, su renacimiento y su futuro.
©Juan Manuel Aragón
A 8 de noviembre del 2023, en Vaca Huañuna. Tumbando un quebracho
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