Ir al contenido principal

PALABRAS Qué quiere decir “acecia”

Claudio Debussy
Un poema de Federico García Lorca trae una palabra desconocida al comienzo de un poema, ¿usted sabe qué significa?


“Mi sombra va silenciosa // por el agua de la acecia”, dice Federico García Lorca al comienzo de su poema “Debussy “, dedicado, como cualquiera se da cuenta, a Claudio Debussy. Da como para pensar: “¿acecia?, no, ahí debe haber una equivocación”. Al final el verso aclara el panorama: “Una luz nace en mi pecho, // reflejado, de la acequia”. ¿Entonces? ¿Acequia o acecia?
Acude el autor de estas notejas al diccionario etimológico de Roque Barcia, de 1890, editorial Seix, a ver qué dice. No está la palabra. Busca en el de la Real Academia, tampoco. En el diccionario de dudas de Fernando Corripio, menos. En el Sopena de sinónimos y en uno de mitología greco romana de Teodoro Boot, tampoco.
Entonces va a internet, a ver qué hay. Primero comprueba que el verso está escrito así. Y sí, en casi todos los sitios, dice “por el agua de la acecia”. Pero en los diccionarios de internet no figura la palabra. El mataburro del Word da error y subraya el término con colorado, indicando que no lo tiene registrado.
¿Entonces? Pone “acecia” en Google. Y ahí hay una pequeña esperanza. Una tal “jutd12”, el 1 de junio del 2007, parece que tiene la misma duda y pregunta en un foro:
—Leía el poema “Debussy” por Federico García Lorca, y vi la palabra “acecia” por primera vez. ¿Qué puede significar en la frase “Mi sombra va silenciosa// por el agua de la acecia?”
El autor piensa: “Vamos, ya somos dos”. Pero ahí está alguien que le responde. Es un tal “Gringo Viejo” que, en inglés le indica (traduzco) ahí dice acequia. Y le aclara que “acequia proviene de una raíz árabe, así que tal vez acecia es un término antiguo español o una variación regional o poética”. Pero no tiene razón el tal Gringo.
Hay una traducción del verso, sin firma, en inglés y en internet, que dice “My shadow glides in silence // over the watercourse”. Como cualquiera se da cuenta, “watercourse” es curso de agua, no acequia (que sería el poco poético “irrigation ditch”) . Y al final del poema, donde Federico escribe “acequia”, correctamente, digamos, el anónimo traductor pone “wáter” nomás, que es agua.
Y no tiene razón, además, porque acequia, en árabe, es “al-asaquiya”, ni parecido a acecia, o sí, vaya usted a saber.
¿Será una licencia poética de García Lorca? Quizás. Pero en una de esas, alguien sabe qué quiere decir el autor granadino y saca de la ignorancia al escribidor de estos comentarios. Y a sus lectores.
Por las dudas, ahí va el poema del gran Federico:

Debussy
“Mi sombra va silenciosa
por el agua de la acecia.

Por mi sombra están las ranas
privadas de las estrellas.

La sombra manda a mi cuerpo
reflejos de cosas quietas.

Mi sombra va como inmenso
cínife color violeta.

Cien grillos quieren dorar
la luz de la cañavera.

Una luz nace en mi pecho,
reflejado, de la acequia.”

Ahí tienen los amigos que quieran o puedan solucionar este problema lingüístico. No es que uno tenga la solución y proponga una especie de adivinanza. El autor de esta nota (yo, o sea), tampoco sabe resolver este problema. ¿Y usted?
©Juan Manuel Aragón
A 20 de noviembre del 2023, en Loreto. Degustando un sábalo

Comentarios

  1. Cristian Ramón Verduc20 de noviembre de 2023, 10:44

    Si cambiando "acecia" por "acequia", el verso tiene sentido, y si la palabra acecia no aparece registrada en ninguna parte, me parece muy posible, casi seguro, que estaríamos ante un error de alguien, que incluso podría ser el propio autor, pues ninguno estamos totalmente libres de errar algunas veces.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

AÑORALGIAS Santiago querido

La Secco Somera lista (a completar), de lo que hay todavía en la ciudad mágica habitada por los santiagueños, sus sueños y saudades Algunas cosas que antes sabía haber en Santiago y no hay más, se perdieron para siempre, consignadas en este sitio para que al menos quede su recuerdo. Esta lista la publiqué hace algunos años en Feibu y los amigos la completaron. 1 Helados “Kay”, más ricos no hay. 2 El auto Unión, (con motor de dos tiempos, como la Zanella). 3 Las heladeras Vol-Suar. 4 Las prohibidas del Renzi (¡Coca!, cuánto amor). 5 La bilz de Secco (la de ahora no es lo mismo, qué va a ser). 6 El Santa Ana, El Águila, empresa Robert, el Manso llegando desde el fondo del saladillo. 7 Cheto´s bar. 8 El peinado batido de las mujeres. 9 El jopo (ha vuelto, pero como mariconada). 10 La nueva ola y los nuevaoleros. 11 El Tuco Bono. 12 El departamento Matará. 13 Panchito Ovejero vendiendo billetes de lotería. 14 La Porota Alonso. 15 La Gorda de Anelli. 16 Tala Pozo. 17 Mi tata. 18 Panadería L

LEYENDA El remís con chofer sin cabeza

Imagen de Facebook de David Bukret Un misterioso auto circula por las calles de Santiago y La Banda: un caso que está dando que hablar en todos lados Un hombre detiene su motocicleta en el parque Aguirre, lleva una mujer atrás, son las 3 de la mañana. Se apean debajo de un eucalipto, justo cuando empiezan a besarse aparece un auto, un remís que los encandila y se queda parado, como esperando algo. Ella pega un grito: “¡Mi marido!”, suben de nuevo a la moto y se van. Antes de irse, el hombre observa que en el remís no hay nadie, parece vacío, pero ya ha acelerado, a toda velocidad y no se va a detener. Ha pasado varias veces, según cuentan los parroquianos en el café con nombre y apellido, en una historia que va pasando de mesa en mesa, repitiéndose todos los días con más detalles. Las mentas hablan de un remís que aparece de manera impensada, no solamente cuando detecta traiciones amorosas, sino que asustó a varios muchachos que andaban trabajando de noche en casas que no eran las suya

EVOCACIÓN El triste final de la Dama de Hierro

Mercedes Marina Aragonés El recuerdo para quien el autor de esta nota llama Dama de Hierro, algunas anécdotas y la apreciación sobre una personalidad controvertida Por Alfredo Peláez No fue el final que posiblemente soñó en sus años de poder y esplendor. Cuando el nombre Nina paralizaba hasta el más taimao. Se fue en silencio, casi en puntas de pie, como vivió sus últimos años. Muy pocos lloraron a Marina Mercedes Aragonés de Juárez, la dama que supo ser de hierro, en tiempos idos. Seguramente coqueteó en esos años con un funeral al estilo Evita, con su féretro en el salón principal de la Casa de Gobierno, o en el Teatro 25 de Mayo, y largas colas de santiagueños para darle el último adiós. Pero solo fueron sueños de diva. Nada de eso ocurrió. Los diarios santiagueños apenas se hicieron eco de su fallecimiento. Al fin y al cabo, más importante eran los 470 años del pago que ella intento domesticar a rienda corta y chicote. Quedarán miles de anécdotas que la tuvieron como protagonista.