Rinoceronte que podría ser muerto |
Tan preocupados que se muestran los países democráticos por los derechos humanos, siguen comerciando con quienes los violan
Los conservacionistas se preocupan en el África porque no se maten más rinocerontes sólo por sacarles los cuernos, o se roben burros de los campesinos, muy buscados por su cuero. También están inquietos por preservar los tigres de la India. Y en todo el mundo aflige la cantidad de tiburones muertos solamente por sacarles las aletas.¿Usted cree que es una aberración matar un rinoceronte sólo para sacarle los cuernos?, ¿o que liquidar a balazos a un tigre para usar sus huesos en una medicina que es superchería debiera ser legal? Bueno, el gobierno chino sostiene que no. Y ahí es legal traficar con las partes de esos animales, siempre y cuando sean de criaderos aprobados, pero los traficantes compran de donde sea, total después nadie pregunta.¿Le parece que está bien que a un pobre del África le roben el burro que usa para tirar su carro, sólo porque la demanda de cueros de este animal ha crecido en la China? A los chinos no les mueve un pelo. Un país que nunca en su historia vivió bajo regímenes y leyes más o menos benévolas con sus ciudadanos, no tendrá consideración con la gente de otro.
Ahí está Rusia, cuando surge un opositor al sistema implantado por Vladimir Putin —heredero directo de los socialistas, herederos a su vez del régimen zarista —se le cae el avión, se envenena con la comida o se muere misteriosamente, los chinos tienen un régimen diez mil veces más cruel, quien se opone a Xi Jinping, no aparece más por los lugares que solía frecuentar, así sea un ex presidente, un ministro, un manifestante de Tiananmen, usted, su vecino, cualquiera. Para qué hablar del cruel y despótico sistema que gobierna Corea del Norte, para cuyas autoridades, cualquiera que se les oponga vale menos que una hormiga.
Como una concesión a las clases populares y un paliativo para que no inunden los hospitales con la medicina que realmente cura, el gobierno chino acepta la “medicina tradicional”, una brujería hecha y derecha, que apela a “insumos” que extraen de criaderos autorizados o cazadores furtivos. El resto lo hacen, cómo no, los traficantes, que pagan lo que para muchos africanos es una fortuna y para ellos es un vuelto, por un cuerno, un hueso, un cuero.
Una gran mayoría del mundo, en la parte que está libre de la lacra de las monarquías absolutas, acepta que consumir animales en peligro de extinción es un pecado que clama al Cielo y se priva de ellos en cuando sabe que su desaparición traerá males tremendos a la naturaleza en que vivían. Los chinos, en cambio, siguen adelante con su medicina tradicional y, como dicen en estos pagos, que se haga agua el helado. No tienen una democracia, al menos con los estándares occidentales, lo mismo que ninguno de los países del Oriente Cercano, pero nadie les reclama nada, el mundo sigue manteniendo relaciones cordiales con ellos, con un entusiasmo digno de mejores causas.
La mirada tuerta de las democracias occidentales siempre funciona, como se sabe, para estos que comercian con ellos sí, para los otros que son pobres no. Los chinos, junto con los países árabes de Oriente Cercano, de Arabia Saudita a Catar, pasando por Bahrein, Kuwait, Omán, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Yemen, merecen figurar en el Índex de los países con los cuales las democracias occidentales debieran estar enfrentadas, por su poco apego a las libertades que son norma en la parte del mundo supuestamente democrática. Pero solamente les molesta Cuba, un poquito nomás Venezuela, le tienen algo de miedito a Corea del Norte y listo.
Ya que no se oponen a los sistemas que gobiernan el mundo sin apego al derecho a de sus ciudadanos por su falta de democracia, que lo hagan al menos en nombre de los animales. Que se animen a no comprarles su petróleo, que dejen de fomentar lujos de reyezuelos árabes, en cuyos territorios árabes no hay libertad de expresión, de profesar públicamente otra religión que no sea la suya, sin elecciones, sin congreso, sin ley.
©Juan Manuel Aragón
A 20 de febrero del 2024, en la Andes y Colón. Jugando al básquet
Como una concesión a las clases populares y un paliativo para que no inunden los hospitales con la medicina que realmente cura, el gobierno chino acepta la “medicina tradicional”, una brujería hecha y derecha, que apela a “insumos” que extraen de criaderos autorizados o cazadores furtivos. El resto lo hacen, cómo no, los traficantes, que pagan lo que para muchos africanos es una fortuna y para ellos es un vuelto, por un cuerno, un hueso, un cuero.
Una gran mayoría del mundo, en la parte que está libre de la lacra de las monarquías absolutas, acepta que consumir animales en peligro de extinción es un pecado que clama al Cielo y se priva de ellos en cuando sabe que su desaparición traerá males tremendos a la naturaleza en que vivían. Los chinos, en cambio, siguen adelante con su medicina tradicional y, como dicen en estos pagos, que se haga agua el helado. No tienen una democracia, al menos con los estándares occidentales, lo mismo que ninguno de los países del Oriente Cercano, pero nadie les reclama nada, el mundo sigue manteniendo relaciones cordiales con ellos, con un entusiasmo digno de mejores causas.
La mirada tuerta de las democracias occidentales siempre funciona, como se sabe, para estos que comercian con ellos sí, para los otros que son pobres no. Los chinos, junto con los países árabes de Oriente Cercano, de Arabia Saudita a Catar, pasando por Bahrein, Kuwait, Omán, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Yemen, merecen figurar en el Índex de los países con los cuales las democracias occidentales debieran estar enfrentadas, por su poco apego a las libertades que son norma en la parte del mundo supuestamente democrática. Pero solamente les molesta Cuba, un poquito nomás Venezuela, le tienen algo de miedito a Corea del Norte y listo.
Ya que no se oponen a los sistemas que gobiernan el mundo sin apego al derecho a de sus ciudadanos por su falta de democracia, que lo hagan al menos en nombre de los animales. Que se animen a no comprarles su petróleo, que dejen de fomentar lujos de reyezuelos árabes, en cuyos territorios árabes no hay libertad de expresión, de profesar públicamente otra religión que no sea la suya, sin elecciones, sin congreso, sin ley.
©Juan Manuel Aragón
A 20 de febrero del 2024, en la Andes y Colón. Jugando al básquet
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