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Anjezë Gonxhe Bojaxhiu |
El 17 de octubre de 1979 la madre Teresa de Calcuta gana el Nobel de la Paz, en honor a su incansable labor humanitaria en favor de más pobres
El 17 de octubre de 1979 la madre Teresa de Calcuta ganó el premio Nobel de la Paz. El reconocimiento internacional se le otorgó en honor a su incansable labor humanitaria en favor de los más pobres y marginados, especialmente en la India.Nacida como Anjezë Gonxhe Bojaxhiu en 1910 en Skopie, en la actual Macedonia del Norte, Teresa de Calcuta se convirtió en un símbolo mundial de compasión y dedicación al servicio de los más desfavorecidos. Desde muy joven, sintió una profunda vocación religiosa que la llevó a ingresar en la orden de las Hermanas de Loreto y, posteriormente, a fundar su propia congregación. La misión de las Misioneras de la Caridad, bajo su dirección, se centró en el servicio a los más pobres entre los pobres, brindando atención a enfermos, huérfanos, personas sin hogar y moribundos.El Nobel de la Paz le fue otorgado como reconocimiento a su obra humanitaria, que había impactado a millones de personas no solo en la India, sino en todo el mundo. El Comité Noruego del Nobel, al concederle el premio, destacó el "espíritu" que inspiraba las acciones de la Madre Teresa y subrayó que su labor era "una expresión tangible de su actitud personal y de sus cualidades humanas". Este comité, encargado de seleccionar al ganador de esta prestigiosa distinción, reconoció que su dedicación representaba un esfuerzo concreto para luchar contra el hambre y la pobreza, y para promover una comunidad mundial más justa y pacífica.
En palabras del propio Comité, "los esfuerzos constructivos para acabar con el hambre y la pobreza y para garantizar a la humanidad una comunidad mundial más segura y mejor en la cual desarrollarse deben estar inspirados por el espíritu de la Madre Teresa, por el respeto al valor y la dignidad de cada ser humano".
Uno de los aspectos más significativos de la premiación fue la negativa de la Madre Teresa a participar en el tradicional banquete que se organiza para honrar a los ganadores del Nobel. En lugar de aceptar esta ceremonia de lujo, pidió que los fondos que se habrían utilizado para el banquete, una suma de aproximadamente 192 mil dólares, fueran destinados a las obras de caridad que beneficiaban a los pobres. Este gesto fue una demostración más de la coherencia entre su vida y sus principios, priorizando siempre el bienestar de los más necesitados.
La generosidad no se limitó a la Madre Teresa. El pueblo noruego también mostró su apoyo, donando más de 360 mil coronas noruegas (alrededor de 44 mil dólares) a las Misioneras de la Caridad, fortaleciendo aún más su labor. La ceremonia de entrega del premio fue el 10 de diciembre de 1979, en Oslo, presidida por el rey Olaf V de Noruega. Junto con el galardón, la religiosa recibió un diploma, una medalla y un premio en efectivo de unas 800 mil coronas noruegas (más de 98 mil dólares).
Durante su discurso al recibir el Nobel, Teresa, luego declarada santa, expresó su gratitud a Dios "por el regalo de la paz, que nos recuerda que hemos sido creados para vivir en paz, y que Jesús se hizo hombre para traernos esa buena noticia a los pobres". Además de agradecer por el premio, pronunció una de sus declaraciones más controvertidas, afirmando que "el mayor destructor de la paz es el aborto". Para ella, este acto era una manifestación extrema de la falta de respeto por la vida humana, y añadió: "Si una madre puede matar a su propio hijo, ¿qué falta para que yo te mate a ti y tú me mates a mí? No hay nada en el medio".
También habló sobre el trabajo que realizaban las Misioneras de la Caridad, subrayando que su misión no era solo social, sino profundamente espiritual. "No somos trabajadoras sociales", aclaró, explicando que, aunque a ojos de los demás pareciera que realizaban trabajo social, en realidad ellas eran "contemplativas en el corazón del mundo", manteniendo una conexión continua con Dios y sirviendo a Cristo en los pobres.
Uno de los puntos más emotivos de su discurso fue su llamado a la gente a empezar a hacer el bien desde sus propios hogares. "Quiero que encuentren a los pobres aquí, antes que en ningún otro sitio, en su propia casa", dijo, animando a la gente a ser "la buena noticia para su propia gente" y a conocer la situación de sus vecinos. Insistió en que la paz comienza en el hogar, con actos de amor y unidad dentro de las familias. "Creo que en nuestras familias no necesitamos bombas y armas de fuego para destruir la paz, sino vivir unidos, amándonos unos a otros", afirmó.
En el 2016, el Papa Francisco la canonizó, elevándola oficialmente a los altares como Santa Teresa de Calcuta, un ícono de la compasión y el servicio cristiano.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
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