Adolfo Silenzi de Stagni |
El 21 de noviembre de 1914 nace Adolfo Silenzi de Stagni, abogado, escritor, funcionario y docente que impulsó la producción nacional de petróleo
El 21 de noviembre de 1914 nació Adolfo Silenzi de Stagni, en Buenos Aires. Fue abogado, escritor, funcionario público y docente universitario, destacado por el impulso a la producción nacional de petróleo. Ejerció brevemente como interventor federal de facto de la Provincia de Tucumán en 1944. Y trabajó con mucho ahínco por el derrocamiento de Juan Domingo Perón, por la entrega del petróleo argentino que promovía a empresas extranjeras. Murió el 20 de agosto de 1996.Vivió en una época de grandes transformaciones políticas y sociales en Argentina. Desde joven mostró un gran interés por las ciencias jurídicas, lo que lo llevó a ingresar en la Universidad de Buenos Aires, donde obtuvo su título de abogado en 1935. Durante sus años universitarios, participó activamente en el Seminario de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, un centro de investigación de la Universidad de Buenos Aires que le permitió profundizar en temas relacionados con el derecho, la economía y la política. Este espacio fue clave para la formación de su pensamiento crítico y su enfoque multidisciplinario.Tras obtener su título, decidió continuar su formación académica en el exterior. En 1940 se trasladó al Reino Unido, donde realizó su doctorado en la prestigiosa Universidad de Oxford, una de las instituciones académicas más reconocidas a nivel mundial. Su tesis doctoral, titulada "Propiedad de las minas", se centra en la regulación jurídica de los recursos minerales, un tema que sería recurrente en su futura carrera tanto como académica como funcionaria pública.
Al regresar a la Argentina, se incorporó como docente en la Universidad de Buenos Aires, para impartir clases en las facultades de Derecho y de Ciencias Económicas. Además de profesor, comenzó a desempeñarse en diversas instituciones públicas. Fue abogado de la Comisión Nacional de Coordinación de Transportes y asesor del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, y tuvo un papel importante en la concesión del puerto de Rosario, una de las infraestructuras clave del país. En ese momento, su capacidad de análisis y conocimiento técnico lo convirtió en una figura influyente dentro del gobierno.
En 1944, en un contexto de inestabilidad política, fue nombrado interventor federal en la provincia de Tucumán. Previamente había sido ministro de gobierno de la intervención federal en esa provincia, desde allí puso en marcha reformas de gran envergadura. Durante su breve mandato como interventor, logró provincializar todos los servicios públicos de electricidad y transporte, que hasta entonces estaban en manos de una empresa multinacional. Este acto fue un hito importante en su carrera, ya que demostró su fuerte compromiso con la nacionalización de los servicios públicos y la soberanía económica.
Luego fue nombrado subsecretario de Instrucción Pública de la Nación y gerente de la Dirección General del Impuesto a los Réditos. Su vinculación con el sector público le permitió participar en la elaboración de políticas clave para el país, especialmente en lo que respecta a la educación y la economía. Durante la presidencia de Juan Domingo Perón, fue enviado a Europa para estudiar el régimen de los ferrocarriles estatales, justo antes de que la Argentina nacionalizara los ferrocarriles británicos. Su informe fue crucial en el proceso de nacionalización, una medida que buscaba consolidar el control estatal sobre los sectores estratégicos del país.
También jugó un papel crucial en la política energética de Argentina. Fue un ferviente opositor al contrato que el gobierno de Perón firmó con la Standard Oil de California, advirtiendo sobre los riesgos que la participación de empresas extranjeras representaba para la soberanía energética del país. Esta postura lo colocó en una posición de disidencia frente a algunos sectores del gobierno, pero también lo consolidó como un defensor de los intereses nacionales.
Durante los años posteriores al derrocamiento de Perón, enfrentó tiempos difíciles. Fue separado de sus cátedras en la Universidad de Buenos Aires tras el golpe militar de 1955. Sin embargo, no se mantuvo inactivo. En 1957 fundó el Centro de Estudios General Mosconi, una institución dedicada a la defensa del monopolio de Yacimientos Petrolíferos Fiscales en la producción y comercio del petróleo. En los años siguientes, se destacó por su oposición a los contratos petroleros con empresas extranjeras durante la presidencia de Arturo Frondizi, lo que lo llevó a enfrentarse públicamente con dirigentes oficialistas y economistas liberales.
Su lucha en defensa de la soberanía petrolera lo llevó incluso a batirse en duelo, una práctica que, aunque en desuso, reflejaba la intensidad de los debates políticos de la época. Con la llegada de Arturo Illia a la presidencia en 1963, fue convocado a participar en la Comisión Investigadora del Petróleo, creada por la Cámara de Diputados. Esta comisión tuvo un papel clave en la anulación de los contratos petroleros firmados por el gobierno de Frondizi.
Durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, que facilitó la firma de nuevos contratos con empresas extranjeras, volvió a alzar su voz en defensa de los recursos energéticos del país. Publicó numerosos artículos y participó en debates públicos sobre la política de hidrocarburos.
En las décadas siguientes, siguió siendo un referente en la discusión sobre el futuro de YPF y la política energética del país. Durante el gobierno de Carlos Menem, cuando se avanzó en la privatización de YPF, fue uno de los pocos que se opuso abiertamente a esta medida, aunque su voz fue ignorada por gran parte de la prensa y los medios de comunicación de la época.
Además de su carrera como funcionario y académico, fue un prolífico escritor. Entre sus obras destacan "El petróleo argentino" (1955), "Soberanía y petróleo" (1978), y "Claves para una política petrolera nacional" (1983). Estas publicaciones reflejan su profundo conocimiento sobre el sector energético y su compromiso con la defensa de los recursos estratégicos del país.
Murió en Buenos Aires el 20 de agosto de 1996. Un apodo que tuvo fue “Ruidi de lati”, haciendo alusión a sus apellidos, obviamente.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
Si era un patriota, había que ridiculizarlo e ignorarlo. En eso son eficientes.
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