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NOMBRES No somos latinoamericanos

Fito Páez sí es "latino!

Como se demuestra casi al final de este escrito, los norteamericanos ni nombre tienen, pero quieren imponernos que somos latinos

¿Sabe qué amigo?, aquí no somos latinos, no creemos en esa división entre los americanos al norte y al sur del río Bravo, que nos impusieron los franceses para justificar un emperador austrohúngaro —ese Maximiliano que bien hicieron en fusilar— en el trono de Méjico. Vé po vos.
Aquí somos hispanos, lea bien, his—pa—nos. Descendemos de aquellos que vivían en la provincia de la Hispania romana, que abarcaba lo que hoy son España y Portugal, toda la península. ¿entiende? Y se mezclaron con las tribus que poblaban América, no como ellos que siempre les tuvieron asco.
Aquí no vive esa categoría de extraños, a los que una vez al año, los gringos premian con un Grammy Latino, para recordarles que, a pesar de todo, no son rubios y lindos como ellos. Nos cagamos en esos premios, a los que nunca hubiera ido a recibir Atahualpa Yupanqui, porque “el que es compadrito, paga pa hacerse nombrar”, según decía. Eduardo Falú quizás sí hubiera recibido su galardón, porque era salteño y, ya se sabe lo canfinfleros que son los de esa provincia.
Después figuran en la ceremonia, todos los roqueros que son capaces de hablar pestes de la cultura norteamericana en sus canciones, como “no bombardeen Buenos Aires”, ay, chuchi, pero después salen corriendo a recibir los premios consuelo que les ofrecen.
Porque “latino” es una categoría que nos desprecia, lo mismo que “chicanos” o, ya que estamos, “sudacas”, escupido por los españoles actuales para denigrar a los que llegan de esos países de huasos, gauchos, incas o guaraníes.
“Latino” usaban los ingleses, cuando eran verdaderamente ingleses y el islam les quedaba lejos, para referirse a todo lo que estaba del otro lado del Canal. Era esa clase de gente de baja estofa que hablaba francés, alemán, italiano, español, a quienes ubicaban en una categoría de seres un poco más que animales, pero no tan humanos como ellos.
Creían que aquí, tan lejos de Londres, nunca les habíamos visto los garfios a sus Guillermo Carr Béresford, Home Riggs Popham y Juan Whitelocke, que creyeron que nos iban a comer como sangüi de mortadela y tuvieron que irse con la cola entre las patas, esos piratas del demonio, después de la cagada que les prendimos.
De este lado del mar, los norteamericanos esconden su desprecio a todo lo que esté de Méjico para abajo, incluido Méjico, por supuesto, otorgándonos premios como “latinos” o nombrándonos como “Latinoamérica”. Todavía hoy ven con malos ojos a los descendientes de africanos que viven entre ellos hace más de tres siglos y quieren que creamos que, porque nos dicen “latinos”, estamos un paso adelante en la consideración que tienen por los que son distintos.
En la Universidad Estatal de California, tienen “Chicano Studies”. Y así, una denominación que significaba “callejero", "maleducado", "pillo" o "pícaro", ahora ha sido elevada casi a la categoría de denominación oficial de “mejicanos que medio no se adaptan a vivir entre nosotros, la gente culta, educada, bien preparada, linda y rubia de los Estados Unidos, pero los aguantamos porque son vecinos y les garcamos más de la mitad del territorio”.
Digan lo que quieran, que los envidiamos, que quisiéramos ser como ellos, que admiramos sus instituciones, su orden y su religión cocacolera del dios de las hamburguesas y los pepinillos, insulte, es su derecho. Pero, mal que le pese al gringaje, somos hispanos, no estamos encima de ellos, no somos superiores, nuestros países no se consideran la policía del mundo, nuestros empresarios no creen que es deber de nuestros países controlar el flujo del petróleo en todo el mundo.
Somos sus incomprendidos vecinos del sur, su patio trasero, como se nos conoce desde 1823, cuando el presidente James Monroe declaró implícitamente, que éramos su propiedad y de nadie más.
Por todo eso nos negamos a ser latinos.
De última, al menos tenemos nombre, nos llamamos Argentina, Uruguay, Brasil, Bolivia, Chile, en fin. Ellos ni eso tienen, se hacen llamar Estados Unidos de América, ahá, es una descripción, como sería Provincias Unidas del Río de la Plata. Ya sabemos la descripción, ahora digan su nombre, su nombre propio, algo que suene como Canadá, Méjico. ¿Ven?, ni eso tienen. Y nos quieren imponer a nosotros que seamos “latinos”, vé po vos, ¿no?
Juan Manuel Aragón
A 8 de noviembre del 2024, en la Alsina 850. Buscando a un amigo, ayer lo han largao.
Ramírez de Velasco®

Comentarios

  1. Cristian Ramón Verduc8 de noviembre de 2024, 10:20

    Ellos ordenan y la gilada obedece, algunos por ser gilada y otros por no estar atentos. Muchas gracias por la información.

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  2. Considero acertada la aclaración sobre la calificación de la población de habla hispana como "Hispanos" en vez de "Latinos", pero solo cuando el término es usado para inferir el idioma en que nos comunicamos. Porque para referirse al origen de las personas, ni hispanos ni latinos aplica ya que, especialmente en el caso de Sudamérica, los orígenes de la población son de variada procedencia desde los otros 4 continentes. En ese sentido, usar el término Latino para inferir origen demuestra supina ignorancia más que malicia o desprecio por parte de los norteamericanos. Es que si una mujer venida de italia da a luz en Ciudad Jurez, México, y su hermana da a luz en El Paso, Texas (dos ciuades separadas solo por la frontera), el hijo de la primera será considerado Latino y el de la segunda Norteamericano.......y más o menos hasta aquí es que puedo estar de acuerdo con los juicios y comentarios del artículo.
    En cuanto a lo que resta, cada vez que en el blog se tocan estos temas, los artículos resultan cargados de comentarios de juicios de intencionalidad, sugiriendo que todo lo que viene de USA está motivado por el desprecio y la descalificación hacia otros países.
    La realidad es que la gente usa términos por costumbre y porque es lo que escucha y repite. La caliicación de "Latinos" no tiene más intencionalidad que nuestra calificación de "Rusos" a los judíos, "Chinos" a cualquiera que tenga ojos rasgados, "gallegos" a los españoles y "gringos" a los italianos. Es más, nos tomamos la licencia de tratar de "yanquis" a los norteamericanos, y en nuestro caso sí lo hacemos peyorativamente.
    En el caso del famoso premio Grammy, la música de la "América hispanoparlante", si le gusta más así al autor, tiene muy amplia difusión en USA, y no solo por la alta densidad de población "hispánoamericana", sino porque son ritmos muy atractivos para su escuche y su baile por parte de los propios norteamericanos. En todas las ciudades hay academias de baile donde los norteamericanos van a aprender salsa, merengue, cumbia, etc.
    Que haya un premio especial para la música "hispanoparlante" es por puro márketing y negocios de las compañías discográficas y sellos de grabación, por la cantidad de grupos y cantantes hispanoamericanos que existe en el país, y por los de afuera que tambien se escuchan. Aquí todo es negocios, y los "latinos" que están en el mercado de la música son los que más se benefician porque con esos premios es como venden sus canciones.
    Con respecto a todos los otros reclamos de "patio trasero", superioridad, polícas del mundo, manejo del petróleo, etc. no voy a gastar tinta en comentarios porque la aclaración anterior debería servir para descalificarlos. Por otra parte, luego de más de 34 años viviendo en USA tengo que decir que nunca he sentido de parte de la sociedad, del sistema o de las instituciones el desprecio que sí percibo en nuestro país hacia ellos. Es que toda esa hemorragia verbal de victimización y resentimiento solo nos autocalifica como inferiores, tal como supiera pintar a toda "hispanoamérica" el escritor Eduardo Galeano en su libro "Venas Abiertas....", que convenció a todo un continente de que la culpa de todos nuestros males era por los de afuera.
    Yo prefiero asumir la responsabilidad por lo que nos toca y tratar de ser mejor sin culpar ni reclamar a terceros.


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