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1992 AGENDA PROVINCIAL Gottau

Jorge Gottau

El 20 de diciembre de 1992, Jorge Gottau deja de la diócesis de Añatuya a cargo del hasta entonces obispo coadjutor Antonio Baseotto


El 20 de diciembre de 1992, el obispo Jorge Gottau deja de la diócesis de Añatuya y se hizo cargo el obispo coadjutor, Antonio Baseotto. Nacido el 23 de mayo de 1917 en Gazón, provincia de Buenos Aires, Gottau era un sacerdote católico, primer obispo de esa diócesis.
Descendiente de inmigrantes alemanes de profunda fe católica, ingresó el jovenado de los padres redentoristas a los 11 años, allí abrazó sus inclinaciones religiosas y cursó el bachillerato.
Luego pasó al noviciado, ofreció al Santísimo Redentor su vida como religioso, profesando el 2 de febrero de 1938. Los estudios superiores que lo llevaron al sacerdocio los realizó en la congregación redentorista de Villa Allende, Córdoba, y se ordenó el 19 de diciembre de 1942. A imagen del santo fundador de la congregación, San Alfonso María de Ligorio, como misionero llevó la buena nueva a todos los necesitados.
Al cabo de algunos años fue designado rector y cura párroco en Darregueira, pueblo al sur de Buenos Aires. Fue allí donde lo sorprendió el nombramiento de superior provincial de la congregación.
El 10 de abril de 1961 se crea la diócesis de Añatuya, en Santiago, formada por los departamentos Copo, Alberdi, Matará, Moreno, Taboada, Belgrano y parte de Figueroa, situada al naciente del río Salado. Un total de 68 mil kilómetros cuadrados de la margen derecha de ese río.
El 12 de junio de 1961 es designado Obispo misionero de Añatuya, asume sus funciones el 1 de octubre de ese mismo año.
Añatuya era una ciudad muy pobre, en ella se concentraba la mayor cantidad de población de la diócesis, había mucha carencia, con algunas casas de material y muchos ranchos, con sólo unas diez manzanas con asfalto. Un pueblo pobre, sin recursos, rutas o caminos de tierra, ni asfalto ni enripiado, cuando llovía quedaban intransitables y en tiempo de sequía se formaban guadales de polvo fino, más difícil de salir que en tiempo de barro.
El primer día fue de gloria, una recepción extraordinaria –cuenta el padre Emilio Elejalde- autoridades, pueblo, escuelas, todos se volcaron a recibirlo.
Pero la gloria pasa y el trabajo queda. Todo está por realizarse, sólo tenía una camioneta estanciera donada y 50.000 pesos, que no eran nada.
Todavía resonaba en los oídos de Gottau, el estribillo que coreaban en el almuerzo: “Gottau, qué pueblito te ha tocao”.
No se había previsto alojamiento para el obispo y los sacerdotes y especialmente la sede para el Obispado. Fueron las primeras experiencias de una cruel realidad. Dice el padre Elejalde: “Soy testigo de que eso le costó al obispo lágrimas”.
Todo había que hacerlo: sin sacerdotes, sin religiosas, sin medios. Contaba con dos sacerdotes redentoristas, el padre Emilio Elejalde, secretario canciller, que llegó el 7 de octubre de 1961 para quedarse por seis meses y se quedó 31 años; y el padre Antonio Baseotto, muchos años después designado obispo coadjutor.
Luego de 31 años de pastorear, se puede resumir en apretada síntesis la obra de monseñor Gottau, que humildemente lo expresaba así: “Les quiero decir que todo el trabajo de más de 30 años no ha sido el trabajo de una persona ni de dos ni de tres… Ha sido el trabajo y el sacrificio y sobre todo el espíritu de fe de toda esta comunidad diocesana”.
Hoy son 20 las parroquias con un total de 149 capillas que se hallan asentadas sobre la diócesis de Añatuya, además de 2.000 viviendas construidas con el plan de ayuda mutua.
Desde su misma llegada se hizo eco de las necesidades, tanto espirituales como sociales, para cumplir con la tarea evangelizadora y solidaria para con los habitantes de su diócesis.
Comedores infantiles, escuelas primarias y secundarias, hogares de ancianos y de niños, dispensarios, casas de retiro, viviendas, forman parte de las obras realizadas en la diócesis. La creación de un monasterio, unido a la gran cantidad de sacerdotes y religiosas llegadas del país y del exterior para colaborar en la obra misionera y espiritual.
Trabjaó intensamente por el bienestar de los más desprotegidos y sobre todo por la niñez, que fue una constante preocupación para él desde el principio. “Las cosas se fueron dando por obra de Dios”, respondía cuando se le preguntaba cómo había hecho para conseguir tantos logros.
En los numerosos proyectos de desarrollo comunitario, además de 45 talleres de promoción de la mujer, institutos educativos de diversos niveles y características, huertas familiares y comunitarias, hasta explotación forestal, agraria e industrial en centenares de hectáreas de tierra, en Santos Lugares, San José del Boquerón, La Candelaria, Monte Quemado, el Caburé.
En el terreno asistencial, especialmente organizado por Cáritas, la ayuda a los necesitados inmediatos e impostergables; medicina, alimentos, útiles escolares, ropa, hogares de niños, ancianos y discapacitados.
Si grande fue la obra social, más profunda fue la espiritual que está a cargo de los institutos de vida consagrada, que trabajan en la diócesis, los sacerdotes y sus familias que brindan largos y extenuantes años de esfuerzo en la tarea ministerial de parroquias, capillas y misiones.
La colecta nacional “Mas por menos” fue creada por el Episcopado Argentino a propuesta de Gottau, quien estuvo a su frente durante 15 años junto a otros obispos.
Decía el obispo: “Sólo Dios sabe lo que me costó. Yo tenía conciencia de mi pequeñez, de mi incapacidad, de mis limitaciones. Obedecí. A veces Dios elige el instrumento más inútil, el menos inteligente para realizar su obra a fin de que resplandezca su gloria”.
Se alejó de la diócesis de Añatuya el 20 de diciembre de 1992, haciéndose cargo Antonio Baseotto, hasta entonces su obispo coadjutor.
Murió el 24 de abril de 1994. Sus restos descansan en la Catedral.
(Con datos extraídos de “Santiagueños notables, Antología”, de Roberto Arévalo).
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®

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