Un peso valía lo mismo que un dólar |
El 6 de enero del 2002 termina la Convertibilidad, el plan económico de Cavallo, que buscó estabilizar una economía devastada por la hiperinflación
El 6 de enero del 2002 terminó la Convertibilidad en la Argentina. Fue un plan económico que había comenzado en abril de 1991 bajo la gestión del ministro de Economía Domingo Cavallo, buscando estabilizar una economía devastada por la hiperinflación. Durante once años, este régimen logró controlar con éxito la inflación, pero terminó en un colapso social, político y económico que dejó profundas cicatrices en el país.La política de Convertibilidad, conocida también como “uno a uno”, fijaba la paridad entre el peso argentino y el dólar norteamericano, respaldada por las reservas en moneda extranjera del Banco Central. Inicialmente, el plan fue un éxito rotundo: la inflación se redujo de 1.344 por ciento en 1990 al 25 por ciento en 1991 y, para 1995, casi desapareció. Sin embargo, como explicó la economista Mara Pedrazzoli, la Convertibilidad implicaba la ausencia de política monetaria, ya que el Banco Central solo podía emitir dinero si tenía dólares como respaldo, limitando la capacidad del gobierno para responder a crisis externas o internas.Este régimen no era una novedad en la historia argentina. Según el historiador y economista Julián Zicari, el país ya había implantado sistemas similares en otras ocasiones, como la experiencia de 1881 con Julio Argentino Roca o la del Banco de la Provincia de Buenos Aires en 1867. No obstante, el plan de Cavallo fue el más extenso y ambicioso, y también el que tuvo las consecuencias más profundas.
El deterioro de la Convertibilidad comenzó a hacerse evidente a mediados de la década del 90. La crisis mexicana de 1995, conocida como el “Efecto Tequila”, fue un primer golpe que sacudió la economía argentina. Aunque el país logró sortear la situación en el corto plazo, la recesión se profundizó con las crisis de Rusia y el sudeste asiático, y alcanzó un punto crítico con la devaluación del real brasileño entre 1997 y 1998. Brasil, principal socio comercial de Argentina, se volvió más competitivo mientras que Argentina, con su tipo de cambio fijo, se volvía “muy cara” para los inversores extranjeros, según el economista Alfredo Curuchet.
A medida que avanzaba la década de 1990, las consecuencias sociales de la Convertibilidad también se hicieron cada vez más evidentes. La tasa de desempleo pasó del 6,9 por ciento en 1991 al 15,4 por ciento en el 2000, mientras que la pobreza aumentó del 19 por ciento en 1990 al 54 por ciento en el 2001, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. Para muchos, la década del 90 fue una fiesta que dejó afuera a amplios sectores de la población. Gustavo Lazzari, economista y empresario, subrayó que esta exclusión social generó un grupo de “anti reformas”, desde sectores piqueteros hasta empresarios perjudicados por la falta de competitividad.
El “error madre” de la década, según Lazzari, fue la inestabilidad institucional que comenzó con la reforma constitucional de 1994. La política demostró estar por encima de las instituciones, lo que generó desconfianza y dificultó la toma de decisiones económicas sostenibles. Además, la presión fiscal aumentó considerablemente: el IVA subió del 16 por ciento al 21 por ciento, y la Administración Federal de Ingresos Públicos ganó un poder sin precedentes, implantando sistemas de retenciones y percepciones que afectaron a la economía productiva.
Fernando De la Rúa, que asumió la presidencia en 1999, intentó mantener el régimen de Convertibilidad. Sin embargo, su incapacidad para poner en marcha reformas estructurales y la creciente presión social llevaron a su renuncia el 20 de diciembre de 2001, tras un estallido social que dejó 38 muertos. La imagen del helicóptero despegando de la Casa Rosada se convirtió en el símbolo de una crisis que culminó con el colapso definitivo de la Convertibilidad.
Cuatro días después de asumir como presidente interino, Eduardo Duhalde declaró por ley el fin de la paridad peso-dólar.
Duhalde reconoció que el país estaba “fundido” y que “la propia esencia de este modelo terminó con la Convertibilidad”. Economistas y políticos coincidieron en que el modelo era insostenible. Federico Furiase, director de la consultora Anker Latinoamérica, señaló que la Convertibilidad fue exitosa para estabilizar la inflación, pero fracasó al no tener un “ancla fiscal” y por la pérdida de competitividad de la economía.
El descalce estructural de la moneda, con créditos en dólares destinados a sectores sin ingresos genuinos en esa divisa, también contribuyó al colapso. La incapacidad de devaluar el peso agravó la recesión y aumentó la tensión social. La crisis marcó el fin de un período que comenzó con grandes esperanzas y terminó con el caos y el dolor de una nación que buscaba desesperadamente una salida.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
Cualquier parecido con la realidad actual, es .... que se repetirá otra vez...
ResponderEliminar