![]() |
Alpargatas de carpincho |
“Prefiero tomarme en serio el obsequio, si me la han regalado es mía y haré con ella lo que se me dé la gana”
De vez en cuando venía alguno del campo y me informaba de los progresos de una cerdita que me regalaron durante una estadía en esos pagos lindos. Hace un tiempo me topé con un pariente; me avisó que ya estaba preñada. Después de unos cuantos meses un concuñado me anunció que había tenido nueve cerditos sanos, gorditos y parecidos a ella. Pregunté cuántos machitos y cuantas hembritas, pero no supo darme noticias. No importa, ya averiguaré.Alguien me dijo que son obsequios simbólicos, más que nada para que uno no se aleje demasiado de aquellos mistolares sombreados. Y es un valor sobreentendido que no se debe reclamar nada porque a ese animal jamás uno le ha dado de comer ni lo ha atendido ni lo ha buscado cuando se ha perdido ni le ha dado agua ni lo ha curado cuando se enfermó. El regalo de un animalito vivo será una costumbre antigua, me pregunto a veces, pero no tengo respuestas.Prefiero tomarme en serio el obsequio, si me la han regalado es mía y haré con ella lo que se me dé la gana. Ahora me siento casi un estanciero con mi cerda y sus nueve chanchitos: todo un señor feudal, un terrateniente, lo que se dice. He pensado que al ser animales que crecen enseguida y se reproducen rápidamente, en dos años, para Navidad, podría tener lechones como para proveer a todo el mercado Armonía. Y convertirme en el chanchero más reconocido de Santiago. No saco cuentas de lo que cuesta alimentar estos animales, aunque en una publicación que he leído por ahí, dice que cada uno come diez quilos de forraje por día. Una barbaridad, amigos. No debe ser cierto, pienso. Y sigo adelante con los cálculos de lo que ya considero mi propia hacienda.
De la noche a la mañana, la noticia de la chancha con sus nueve chanchitos me ha convertido en otra persona. Del hombre gris y sin perspectivas, que todos los días sale a vender sus abalorios de colores, he pasado a ser un flamante propietario rural, un granjero, un burgués a la manera antigua, todo un criador, alguien importante, che.
En una de esas hasta me inscribo en alguna asociación de productores del campo, ahora tengo para qué. Por las dudas me compraré una bombacha bataraza de las caras, sombrero aludo y camisa a cuadritos. Seré infaltable con mi pañuelo al cuello en las reuniones en que se discuta la cuota Hilton, las retenciones, los impuestos, las lluvias a tiempo, maquinaria pesada. En las reuniones con amigos, venga o no a cuento hablaré del sembrado, el riego, la cobertura de suelo, los silos.
Pero algo falta en mi atuendo, dejo anotado en mi diario: debo comprar unas buenas alpargatas. Pero que no sean Rueda Luna, suela de yute a las que le salen bigotes, esas son para la peonada. Ahora sé que un poderoso latifundista es reconocido por la altiva y lujosa sencillez en su manera de vestir. Las alpargatas tienen que ser de carpincho legítimo. De buena marca, no cualquier verdura.
Una vez que me las calce, ya seré parte del otro lado de la historia, propietario del establecimiento “Las Perdices”, como yendo a Fernández por la Ruta Vieja, tranquera de quebracho colorado, alambrado de cinco hilos.
Campo flor y buena aguada.
Qué bien suena.
Juan Manuel Aragón
A 20 de febrero del 2025, en la Solís y Costanera. Pedaleando el día.
Ramírez de Velasco®
Qué bueno, Juan Manuel. Me hizo acordar al Niño Armando (sobre el que deberías escribir algo), porque me parece que sos ganadero "de palabra". También me hizo acordar al cuento de la lechera. Ojalá que la chancha tenga siempre buena salud y no te pase lo que a mi, cuando un amigo que no podía pagarme una abultada deuda me avisó que estaba criando vacas y que la mitad eran mías. Lamentablemente, parece que los cuatreros siempre elegían las que me tocaban cuando entraban a robar, y también eran las mías las que se enfermaban.
ResponderEliminarResultó que en pocos meses dejé de ser ganadero y tuve que cancelar mis planes de participar en la rural de Palermo.
Soy Adelaida Gomez,este sitio no es para escribir asuntos personales
Eliminar