![]() |
Raúl Alfonsín |
El 19 de mayo de 1986 se frustra un atentado contra el presidente Raúl Alfonsín, en la base aérea de Córdoba, con un coche bomba
El 19 de mayo de 1986 se frustró un atentado contra el presidente Raúl Alfonsín, en la base aérea de Córdoba, con una bomba.Fue durante una visita oficial al Tercer Cuerpo del Ejército. Ese día, Alfonsín, que llevaba tres años en la presidencia tras asumir el 10 de diciembre de 1983, llegó a Córdoba a bordo del Tango 1, aterrizando en la Escuela de Aviación Militar. Su agenda preveía su participación en ejercicios militares de rutina y dirigirse a jefes y oficiales en el Casino de Oficiales, como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.
Minutos antes de su llegada al lugar del acto, cerca del casino, el oficial Carlos Primo, del Comando Radioeléctrico de la policía provincial, realizaba una inspección rutinaria. Al caminar por los pastizales cercanos a una alcantarilla, notó un cable negro que sobresalía entre los yuyos.
Acompañado por el cabo Hugo Velázquez, siguieron el rastro y descubrieron un artefacto explosivo: una bala de mortero calibre 120 milímoetros con 2,5 kilos de dinamita, adosada a dos panes de trotyl de 450 gramos cada uno.
Inmediatamente, Primo alertó a la Brigada de Explosivos, y un equipo liderado por Miguel Ángel Arce desactivó el dispositivo. Arce retiró el detonador, separó el trotyl y trasladó el artefacto a un vehículo policial.
El explosivo, ubicado a 35 metros de La Mezquita —el centro de operaciones desde el que Alfonsín iba a supervisar los ejercicios —fue neutralizado antes de que la comitiva presidencial pasara por el lugar. Tras el hallazgo, las actividades previstas se modificaron: los ejercicios militares se realizaron, pero el coloquio con los oficiales fue cancelado. Alfonsín habló brevemente a los presentes en el Casino de Oficiales, donde los militares lo escucharon en silencio, sin aplausos ni preguntas.
Antes de su regreso a Buenos Aires, el Tango 1 fue inspeccionado para descartar más explosivos. Ese mismo día, en la capital, el ministro de Defensa, Germán López, convocó a la cúpula militar en el Edificio Cóndor para analizar el incidente, aunque no trascendieron detalles.
El 20 de mayo, la prensa informó sobre el caso, y todas las fuerzas políticas condenaron el atentado frustrado. El juez federal Miguel Rodríguez Villafañe asumió la investigación y ordenó que el artefacto, inicialmente retenido por las autoridades militares, fuera entregado a la Justicia. Ese día, se esperaba el pase a retiro del general Ignacio Aníbal Verdura, comandante del Tercer Cuerpo del Ejército, que había expresado su malestar por el incidente y asumió la responsabilidad por la falla de seguridad.
El 26 de mayo, una semana después, Villafañe dispuso la reconstrucción del hallazgo y la detonación controlada del explosivo en un lugar seguro. A las 15:42, la bomba estalló, levantando una nube de humo y tierra a 600 metros de La Mezquita, y esparciendo esquirlas a más de 100 metros, confirmando su potencia letal. Primo y Velázquez relataron ante el juez cómo encontraron el dispositivo, mientras Arce afirmó que, de haber detonado, nadie en un radio de 150 a 200 metros habría sobrevivido.
La investigación continuó bajo la dirección de Villafañe, pero no se identificaron responsables materiales ni intelectuales en los días posteriores.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velaso®
Inmediatamente, Primo alertó a la Brigada de Explosivos, y un equipo liderado por Miguel Ángel Arce desactivó el dispositivo. Arce retiró el detonador, separó el trotyl y trasladó el artefacto a un vehículo policial.
El explosivo, ubicado a 35 metros de La Mezquita —el centro de operaciones desde el que Alfonsín iba a supervisar los ejercicios —fue neutralizado antes de que la comitiva presidencial pasara por el lugar. Tras el hallazgo, las actividades previstas se modificaron: los ejercicios militares se realizaron, pero el coloquio con los oficiales fue cancelado. Alfonsín habló brevemente a los presentes en el Casino de Oficiales, donde los militares lo escucharon en silencio, sin aplausos ni preguntas.
Antes de su regreso a Buenos Aires, el Tango 1 fue inspeccionado para descartar más explosivos. Ese mismo día, en la capital, el ministro de Defensa, Germán López, convocó a la cúpula militar en el Edificio Cóndor para analizar el incidente, aunque no trascendieron detalles.
El 20 de mayo, la prensa informó sobre el caso, y todas las fuerzas políticas condenaron el atentado frustrado. El juez federal Miguel Rodríguez Villafañe asumió la investigación y ordenó que el artefacto, inicialmente retenido por las autoridades militares, fuera entregado a la Justicia. Ese día, se esperaba el pase a retiro del general Ignacio Aníbal Verdura, comandante del Tercer Cuerpo del Ejército, que había expresado su malestar por el incidente y asumió la responsabilidad por la falla de seguridad.
El 26 de mayo, una semana después, Villafañe dispuso la reconstrucción del hallazgo y la detonación controlada del explosivo en un lugar seguro. A las 15:42, la bomba estalló, levantando una nube de humo y tierra a 600 metros de La Mezquita, y esparciendo esquirlas a más de 100 metros, confirmando su potencia letal. Primo y Velázquez relataron ante el juez cómo encontraron el dispositivo, mientras Arce afirmó que, de haber detonado, nadie en un radio de 150 a 200 metros habría sobrevivido.
La investigación continuó bajo la dirección de Villafañe, pero no se identificaron responsables materiales ni intelectuales en los días posteriores.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velaso®
Comentarios
Publicar un comentario