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Para entender la magnitud del problema |
Una ofensiva venezolana desataría caos regional, intervención extranjera y colapso económico, con el petróleo como trasfondo crítico
Por *Irina Acosta Gálvez
La disputa por el Esequibo, una región de 159,500 kilómetros cuadrados rica en petróleo y reclamada por Venezuela a Guyana, ha sido un punto de tensión durante décadas, pero en los últimos años ha escalado peligrosamente debido a la retórica belicista de Nicolás Maduro y el descubrimiento de vastas reservas energéticas.Aunque la probabilidad de una guerra abierta es baja debido a las limitaciones de Venezuela y la presión internacional, un escenario extremo en el que Maduro, enfrentado a una crisis interna o una percepción de pérdida de control, decidiera lanzar una ofensiva militar contra Guyana plantea graves consecuencias. Este escenario, aunque improbable, podría desencadenar un conflicto regional con ramificaciones globales, considerando los factores políticos, militares, económicos y geopolíticos en juego.Acorralado por una economía en colapso, sanciones internacionales y una oposición fortalecida tras las controvertidas elecciones de 2024, Maduro podrá usar el Esequibo como una apuesta desesperada para unificar a Venezuela bajo un fervor nacionalista. En este caso, podría ordenar una invasión limitada, como la ocupación de la isla de Anacoco o áreas fronterizas del Esequibo, respaldada por misiles antibuques y sistemas antiaéreos desplegados en el 2025 en Punta Barima.
Venezuela, con un ejército de aproximadamente 100.000 efectivos, superaría fácilmente las fuerzas de Guyana, que no llegan a 5.000 soldados y carecen de capacidad defensiva significativa. Sin embargo, la superioridad militar inicial de Venezuela se vería rápidamente limitada por su precaria logística, equipos obsoletos y la dificultad de operar en el terreno selvático del Esequibo.
El primer impacto sería una respuesta inmediata de Guyana, que, incapaz de resistir sola, apelaría a sus aliados. Estados Unidos, Reino Unido y Brasil, con intereses en el petróleo guyanés operado por ExxonMobil, reaccionarían con contundencia. Estados Unidos, que ya ha realizado maniobras militares en Guyana, podría imponer sanciones adicionales, cortar completamente las exportaciones petroleras venezolanas y desplegar fuerzas navales o aéreas para proteger los activos de ExxonMobil en el bloque Stabroek, que produce 600.000 barriles diarios. El Reino Unido podría enviar apoyo naval, como ocurrió en el 2023, mientras Brasil, que ha reforzado su frontera con misiles antitanque, podría intervenir para evitar una desestabilización regional. La Comunidad del Caribe y la Organización de Estados Americanos condenarían la agresión, aislando diplomáticamente a Venezuela.
El conflicto no se limitaría a un enfrentamiento bilateral. Rusia, principal aliado de Maduro, podría ofrecer apoyo retórico o limitado, como inteligencia o armas, pero su capacidad para intervenir directamente está restringida por su enfoque en Ucrania y Siria. Sin embargo, la presencia de actores externos podría convertir el Esequibo en un campo de batalla por procuración, con Estados Unidos y Rusia enfrentándose indirectamente.
China, con intereses económicos en ambos países, probablemente abogaría por la desescalada para proteger sus inversiones. Mientras tanto, la Corte Internacional de Justicia, que ya ordenó a Venezuela no alterar el statu quo, podría emitir un fallo condenatorio, aunque Maduro, en este escenario, lo ignoraría.
En Venezuela, una guerra podría inicialmente generar un repunte de apoyo a Maduro, pero el costo económico sería devastador. Las sanciones intensificadas, la interrupción del comercio petrolero y los gastos militares agravarían la hiperinflación y la escasez, mientras que una derrota militar, muy probable ante una intervención extranjera, podría precipitar el colapso de su régimen.
En Guyana, el conflicto desplazaría a comunidades indígenas y detendría la producción petrolera, frenando su auge económico. En el orden regional, Brasil y Colombia, preocupados por la inestabilidad, podrían aumentar su presencia militar, y un flujo de refugiados venezolanos empeoraría la crisis migratoria.
En conclusión, si Maduro iniciara una guerra por el Esequibo, desencadenaría una reacción en cadena: una rápida derrota militar venezolana, aislamiento internacional, colapso económico interno y posible intervención extranjera. Aunque el fervor nacionalista podría darle un respiro temporal, el riesgo de perder el poder sería inmenso, y la región enfrentaría una crisis humanitaria y geopolítica sin precedentes, con el petróleo como telón de fondo.
Ramírez de Velasco®
*Nacida en La Paz, Bolivia, en 1970. Consultora política, lideró estrategias de comunicación para campañas electorales en América. Experta en análisis de datos y gestión de crisis. Licenciada en Ciencias Políticas.
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