Carroza fúnebre (foto archivo) Los velorios de antes, sus costumbres, sus ritos, el luto, las carrozas, la viuda, los chistes y cuentos, el tarjetero y, por supuesto, el folklore En aquellos tiempos (in illo tempore), uno se enteraba de que en una casa había un finado porque en la puerta instalaban un tarjetero con una lapicera para que cada uno fuera poniendo su nombre y dejando constancia de que había estado. Una tarde cualquiera, a medida que iba llegando, se alarmaba: —Ahí vive Albertito, ¿será él? —pensaba. Cuando estaba ahí, desde la entrada nomás averiguaba: —Pero, ¿qué ha pasado? Alguien, con voz resignada, le informaba: —Se nos fue Alberto. Preguntaba entones: —¿Albertito? —No, el papá, don Cacho. Mis padres alquilaban una casa, que se conserva tal cual, en el barrio San Martín, de La Banda, Belgrano 1357. Entre los borrosos recuerdos de la infancia, una tarde vi pasar la carroza de la pompa fúnebre, tirada por al menos cuatro caballos y un señor vestido de negro en lo alto de
Cuaderno de notas de Santiago del Estero