Ir al contenido principal

ENTREVISTA Rugby, la mano prohibida

Mucho contacto


Un árbitro y antiguo jugador brindó precisiones sobre la violencia en este deporte

“Los rugbistas deberíamos tener la mano prohibida”, es la conclusión a que llega un jugador retirado de ese deporte y actual referí, convocado por Ramírez de Velasco para opinar sobre los recientes casos de violencia en patota, protagonizados por jóvenes que lo practican. Indicó que no daba su nombre para evitar que las críticas a la nota se personalicen sobre él y no sobre el fondo del problema.
Opinó que al tratarse de un deporte de una altísima exigencia física y con mucho contacto con los contrarios, necesariamente genera jugadores con físicos imponentes, mucha fuerza y acostumbrados a tomarse contra otros en los partidos. Eso no necesariamente genera roces dentro de la cancha, pero “es muy peligroso que no sepan a qué están expuestos terceros que no tienen nada que ver, cuando se toman a golpes de puño en las calles”, advirtió.
—¿Por qué no nos enteramos de patotas de futbolistas, tenistas o karatecas atacando de manera cobarde a otra gente?
—Lo que pasa es que el rugby es eminentemente social, se juega entre amigos, casi todos los chicos, cuando empiezan, vienen de un mismo colegio, los padres comparten códigos de referencia y el deporte les genera amistades que, en muchos casos, duran para toda la vida.
—¿Los otros deportes no son sociales?
—Los tenistas juegan solos, son ellos contra sus eventuales compañeros, la natación es uno de los más solitarios que hay, mirando la raya del fondo de la pileta y a karatecas, yudocas y demás artes marciales, lo primero que les enseñan es que se trata de disciplinas de paz, aprenden a nunca responder a una agresión y se defienden solamente si son atacados.
—¿Y el boxeo?
—Lo mismo que en el caso de las artes marciales, antes de empezar saben que tienen, como se dice “la mano prohibida”.
—No me va a decir que el fútbol es un deporte individualista.
—Se juega en equipo, es evidente, pero en muchos casos, luego del entrenamiento o de los partidos, cada uno se va a su casa y no vuelve a ver a sus compañeros hasta el próximo partido. Recuerde que muchas veces los clubes reclutan jugadores de distintos barrios, pues lo único que importa es el resultado.
—¿Es cierto que se está trabajando fuerte para erradicar la violencia del rugby?
—Es verdad. Como referí no solamente no permito ninguna protesta de los jugadores, sino que, además, si alguien me grita algo agresivo desde las tribunas, la primera vez le advierto y la segunda me retiro del campo de juego.
—¿Alguna vez le pasó?
—Una sola vez alguien desde afuera, me gritó, se lo advertí y no volvió a molestarme.
—¿Ha estado alguna vez en una situación de violencia en una cancha?
—Estaba en Córdoba, en un campeonato, esperando para entrar porque en esos momentos jugaban chicos de menos de 10 años. Un chico cordobés le pegó una piña a un santiagueño, pero el réferi no lo vio. Al rato el santiagueño le hizo un tackle alto al de Córdoba, que salió llorando de la cancha. Al santiagueño lo expulsaron. El entrenador le dijo: “¡Muy bien!, mirá lo que le ha pasado por pegarte”. El padre del chico, que estaba detrás, intercedió: “¡No es lo que tienes que decirle! Está mal lo que ha hecho. No son los valores que quiero inculcar a mi hijo”.
—¿Entonces?
—No quiero estigmatizar a nadie, pero, muchas veces, no siempre —y yo soy un ejemplo de eso pues mis padres eran de clase media— quienes juegan vienen de hogares de gente pudiente, acostumbrada a hacer lo que quiere en la sociedad, dueños fortunas repentinas que sienten que pueden llevar el mundo por delante. Los chicos ven eso en la casa y creen que pueden hacer lo mismo. Imagínese, además, un adolescente de quince años, que en poco tiempo se desarrolló y sacó músculos mucho más grandes que el resto. Sume alcohol, fiesta y el hecho de estar rodeado de compañeros y la mezcla puede ser en algunos casos, literalmente, mortal.
—¿La solución es, como dice “prohibirles pelear”?
—No es la solución, como le digo, lo principal  es el cambio de mentalidad de todos los involucrados. Pero igualmente podría servir advertir a los padres que, por más buenos que sean, si los entrenadores se enteran de que se tomaron a puños con cualquiera fuera del ámbito del deporte, no jugarán nunca más ni en ese ni en ningún otro club. Una ley que les aumente las penas por pegar a otros podría servir. Pero sin una modificación total del pensamiento del mundo del rugby: entrenadores, padres, público, difícilmente dejemos de ver en los diarios las tristes noticias que nos han horrorizado recientemente.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. Lo extraño es que la violencia de los rugbiers es propia de nuestro país, no escucho o leo que se produzcan estas situaciones de ataques en manada en otros países, incluso con el fútbol norteamericano, su versión propia del rugby, digamos. Por lo que se puede deducir que es una cuestión cultural nuestra. O será que en el resto del mundo hay leyes estrictas al respecto.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

AÑORALGIAS Santiago querido

La Secco Somera lista (a completar), de lo que hay todavía en la ciudad mágica habitada por los santiagueños, sus sueños y saudades Algunas cosas que antes sabía haber en Santiago y no hay más, se perdieron para siempre, consignadas en este sitio para que al menos quede su recuerdo. Esta lista la publiqué hace algunos años en Feibu y los amigos la completaron. 1 Helados “Kay”, más ricos no hay. 2 El auto Unión, (con motor de dos tiempos, como la Zanella). 3 Las heladeras Vol-Suar. 4 Las prohibidas del Renzi (¡Coca!, cuánto amor). 5 La bilz de Secco (la de ahora no es lo mismo, qué va a ser). 6 El Santa Ana, El Águila, empresa Robert, el Manso llegando desde el fondo del saladillo. 7 Cheto´s bar. 8 El peinado batido de las mujeres. 9 El jopo (ha vuelto, pero como mariconada). 10 La nueva ola y los nuevaoleros. 11 El Tuco Bono. 12 El departamento Matará. 13 Panchito Ovejero vendiendo billetes de lotería. 14 La Porota Alonso. 15 La Gorda de Anelli. 16 Tala Pozo. 17 Mi tata. 18 Panadería L

LEYENDA El remís con chofer sin cabeza

Imagen de Facebook de David Bukret Un misterioso auto circula por las calles de Santiago y La Banda: un caso que está dando que hablar en todos lados Un hombre detiene su motocicleta en el parque Aguirre, lleva una mujer atrás, son las 3 de la mañana. Se apean debajo de un eucalipto, justo cuando empiezan a besarse aparece un auto, un remís que los encandila y se queda parado, como esperando algo. Ella pega un grito: “¡Mi marido!”, suben de nuevo a la moto y se van. Antes de irse, el hombre observa que en el remís no hay nadie, parece vacío, pero ya ha acelerado, a toda velocidad y no se va a detener. Ha pasado varias veces, según cuentan los parroquianos en el café con nombre y apellido, en una historia que va pasando de mesa en mesa, repitiéndose todos los días con más detalles. Las mentas hablan de un remís que aparece de manera impensada, no solamente cuando detecta traiciones amorosas, sino que asustó a varios muchachos que andaban trabajando de noche en casas que no eran las suya

EVOCACIÓN El triste final de la Dama de Hierro

Mercedes Marina Aragonés El recuerdo para quien el autor de esta nota llama Dama de Hierro, algunas anécdotas y la apreciación sobre una personalidad controvertida Por Alfredo Peláez No fue el final que posiblemente soñó en sus años de poder y esplendor. Cuando el nombre Nina paralizaba hasta el más taimao. Se fue en silencio, casi en puntas de pie, como vivió sus últimos años. Muy pocos lloraron a Marina Mercedes Aragonés de Juárez, la dama que supo ser de hierro, en tiempos idos. Seguramente coqueteó en esos años con un funeral al estilo Evita, con su féretro en el salón principal de la Casa de Gobierno, o en el Teatro 25 de Mayo, y largas colas de santiagueños para darle el último adiós. Pero solo fueron sueños de diva. Nada de eso ocurrió. Los diarios santiagueños apenas se hicieron eco de su fallecimiento. Al fin y al cabo, más importante eran los 470 años del pago que ella intento domesticar a rienda corta y chicote. Quedarán miles de anécdotas que la tuvieron como protagonista.