Cartel de obra |
La casa de los Taboada, en la calle Buenos Aires al 100, que guardaba dos historias en una, pronto será un moderno edificio de oficinas y desaparecerá el baldío que por muchos años sirvió solamente de criadero de mosquitos que amargó a los vecinos de esa manzana. La decisión del Gobierno de la Provincia, criticada por muchos, tiene sus buenas razones, que trataremos de mostrar en esta nota.
Es harto conocido que albergó a la familia Taboada, los caudillos santiagueños, sobrinos de Juan Felipa Ibarra y que tenía otra salida, por la calle 9 de Julio, por la que actualmente entran los camiones con materiales para la obra.
A fines del siglo XIX y principios del XX, fue la primera sede del diario El Liberal y de la primera Telefónica. Llegó hasta 1973 vieja, necesitada de una buena refacción, pero todavía albergando gente. En el 74 hubo una inundación en la provincia, un “meteoro”, según lo bautizó el gobernador Carlos Arturo Juárez y la casa también sintió el cimbronazo. Se le cayó un muro del frente.
Una de los tantos olfas del gobernador, fue a contarle que la casa se estaba viniendo abajo, algo que era cierto en parte, porque, con pedir a los dueños que se refaccione, se terminaba el problema. Pero Juárez la expropió y empezó la segunda parte de la historia.
Quienes en ese momento la habitaban, tuvieron que irse, se cerraron sus puertas por muchos años y la casona empezó a venirse abajo. Hasta que, durante el último gobierno militar, un joven arquitecto, Rodolfo Oscar Legname, que trabajaba en la Municipalidad de la Capital, empezó a estudiar en profundidad lo que quedaba, con vistas a una posible restauración o reciclado. Para eso la comuna había firmado un convenio con la provincia, que le permitía intervenirla.
Una de los tantos olfas del gobernador, fue a contarle que la casa se estaba viniendo abajo, algo que era cierto en parte, porque, con pedir a los dueños que se refaccione, se terminaba el problema. Pero Juárez la expropió y empezó la segunda parte de la historia.
Quienes en ese momento la habitaban, tuvieron que irse, se cerraron sus puertas por muchos años y la casona empezó a venirse abajo. Hasta que, durante el último gobierno militar, un joven arquitecto, Rodolfo Oscar Legname, que trabajaba en la Municipalidad de la Capital, empezó a estudiar en profundidad lo que quedaba, con vistas a una posible restauración o reciclado. Para eso la comuna había firmado un convenio con la provincia, que le permitía intervenirla.
Los Tobas en el aljibe de la casa |
Pero volvió Juárez, en la Municipalidad había un intendente de otro partido político y todo quedó en la nada. Legname había ubicado los cimientos, sabía qué paredes podrían seguir resistiendo y cuáles había que levantar de nuevo, incluso copió los dibujos con que se habían pintado las paredes. Se conservaba todavía el brocal del aljibe, de una sola pieza de mármol y estaban en pie el patio octogonal, el mirador, algunas habitaciones.
El aljibe estaba cegado, Legname le hizo sacar la arena y al cernirla lo único que apareció fue una vieja muñeca de plástico. No halló un solo túnel y si bien no le alcanzó el tiempo para iniciar la obra para restaurarla, al menos sentó las bases para una posible utilización del lugar. Pero seguía cerrada y se deterioraba cada vez más. En tiempos de César Iturre hubo algún intento de hacer algo, pero le cortaron las malezas, que eran plantas grandes ya, y la abandonaron de nuevo
En el 95 volvió Juárez y el sopor se instaló de nuevo en la provincia. Cuando llegó la intervención de Pablo Lanusse, en el 2004, se terminaron de tirar abajo los muros que quedaban porque constituían un peligro y porque se iban a caer de todas maneras y hubo una idea de, al menos, organizar un paseo entre los escombros que terminara en el teatro 25 de Mayo, antigua casa de Ibarra.
Luego, lo poco que quedaba, vallado convenientemente, se siguió deteriorando. Se habló de levantar un museo folklórico e instalar puestos de artesanos, idea maravillosa en los papeles, pero poco realista por el precio que se debería haber cobrado por el alquiler. Además, como se ha comprobado en otras ciudades, esos sitios terminan siendo cooptados por vendedores de chafalonías o artículos importados.
En el camino, luego de un juicio de expropiación, los descendientes de los Taboada percibieron lo suyo. Luego alguno averiguó si se podía iniciar una retrocesión, que se la devuelvan, báh, pues no había sido usada para lo que se la expropió, pero ya era tarde, estaban vencidos todos los términos legales para intentarlo.
Desde 1974 hasta hoy hubo muchos que dijeron “habría que”, lo mismo que los legisladores que escriben “vería con agrado que” y proponen lo que fuere, total es gratis. Pero el asunto es saber de dónde se va a sacar el dinero. El gobierno de la provincia está edificando un gran edificio de varios pisos y finalmente el terreno tendrá una utilidad.
Si me preguntan qué opino, digo que me parece magnífico. No era lógico ese baldío en el centro de la ciudad, juntando mosquitos, ratas y dando mala vista a una ciudad que pretende ser moderna y turística. ¿Qué pasa con la historia? Nada, ahí está en los libros, en los documentos, en los archivos para quien quiera estudiarla. ¿Los edificios antiguos no nos hablan del pasado? Sí, por supuesto, pero cualquier cosa que se hiciera en ese lugar iba a ser nuevo, un invento de los tiempos modernos, como la Casa Histórica de Tucumán.
Pero si usted no está de acuerdo y tiene otras razones, abajo hay lugar para opinar. Diga lo que tiene que decir, déle, desde el gusto.
©Juan Manuel Aragón
Totalmentente de acuerdo. Y tengo entendido que donde está lo que era la casa, será una gran sala de distribución y se expondrán bosquejos, foto montajes, etc de lo que fue la antigua casa.
ResponderEliminarJUAN MANUEL ARAGON, Muy BUENO TU ESTIDIOSO COMENTARIO TE FELICITO Y TAMBIEN POR LAS AUTORIDADES DEL GOBIERNO ( ARQ. RODOLFO LEGNANE. TENI QUE SER EL,. ABRAZOS
ResponderEliminarLastima que se perdió algo tan valioso,si la hubieran arreglado ,se perdió historia,espero que no pase lo.mismo,con el museo histórico de la calle urquiza,es un deber y obligación conservar esas edificaciones historicas
ResponderEliminarMuy bueno, como siempre,no he visto nada, años de no ir a Santiago, pero hermoso e interesante nota
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