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ZOOLOGÍA Muerte del carancho

Carancho
Una historia casi humana para leer, debatir y compartir

Cualquiera dice ´carancho´ y es como si escupiera la palabra, pero tiene un noble linaje, como que así se llamaba el indio chileno Lautaro (Leftraro), que quiere decir algo así como “Carancho veloz”. De hecho, en Chile al carancho le dicen ´traro´.
Es ave que comparte espacio vital con el hombre o se aprovecha de sus actividades. Habita caminos y carreteras y se alimenta de los animales que chocan los autos. También ataca terneros, corderos, cabritos, comiéndoles los ojos o el upiti, para debilitarlos progresivamente. En algunas partes, en el campo, come los pollos de las gallinas, por eso resulta particularmente antipático y es perseguido.
Las enormes bandadas de teros que solía haber hasta hace un año en la nueva Costanera de Santiago, del Natatorio al sur, fueron erradicadas casi del todo por los caranchos. Ave jodida, en su vuelo de baja altura detectaba las nidadas y se abalanzaba sobre los huevos y los pequeños teritos. Cuando la población de teros mermó, ellos también dejaron de ser vistos por las inmediaciones.
Si ha llegado hasta aquí, ahora lea esta otra parte de la nota, que la completa y la hace, en cierto sentido, más humana, plena de la belleza que solamente se da en el mundo de la naturaleza cuando es visto por los ojos de los hombres. Y es lo que sigue.
Lo que pocos saben de los caranchos es su enorme solidaridad y entrega. Cuando llegan a viejos y saben que les queda poco hilo en el carretel, protagonizan un último acto de generosidad con sus hermanos. Acuden a la ruta más cercana, se ponen a la orilla del camino y caminan de aquí para allá arreando valor y tomando coraje.
Cuando ven que viene un Mercedes Benz 11—14 o un colectivo del Flecha Bus u otro vehículo parecido, alzan vuelo contra él y se estrellan contra la parrilla. Luego, con los últimos estertores, hacen un último esfuerzo y se apartan hacia la banquina, así sus congéneres y amigos se alimentan tranquilos con sus restos.
Oiga, ¿no es una historia bella, que incluso merecería tener su propia leyenda, a la par de la del crespín, el cacuy o del cuervo y el burro? Cualquiera diría que sí, por supuesto. Con un buen presupuesto, incluso podría ser llevada al cine en forma de documental, como novela o, aunque sea como referencia de un noticiario.
Pregunta para los lectores inteligentes, ¿de qué otra manera se podría llevar esta historia a los lectores, así la aprecian mejor en todas sus dimensiones? Si no lo sabe, escriba abajo qué piensa o que sentimientos le provoca la bella muerte del carancho. 
©Juan Manuel Aragón

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