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7 DE OCTUBRE (II) Día del Canillita

El Nene

Se recuerda el fallecimiento, en 1910, del dramaturgo uruguayo Florencio Sánchez

El 7 de octubre se festeja en la Argentina el Día del Canillita. Repetir que se trata de una fecha que se instituyó para recordar la muerte del dramaturgo Florencio Sánchez en 1910, autor de una obra de teatro llamada Canillita, sería una redundancia y por eso dejaremos que los inteligentes lectores busquen en internet (aquí y aquí), más datos sobre la historia.
Solamente diremos que los canillitas fueron durante muchos años los socios estratégicos más importantes de los diarios, ya que sin ellos les hubiera sido imposible darse a conocer. Antaño vendían no solamente los diarios locales sino también nacionales e internacionales, revistas para todos los gustos, desde historietas hasta publicaciones científicas, folletos y fascículos coleccionables. Todo lo que cabía en un papel destinado a ser una obra más o menos efímera, se hallaba en un kiosco de diarios y revistas.
Desde mucho antes de la llegada de internet a la vida cotidiana, fueron presa de empresarios inescrupulosos, que hasta les negaron la mitad del precio de tapa que tradicionalmente era su ganancia por vender un diario que siempre costaba centavos. Cuando los diarios perdieron definitivamente su influencia en la sociedad, los canillitas fueron sus primeras víctimas.
Muchos han desaparecido y ya no vocean diarios en las esquinas en que lo hacían. Los que quedaron siguen siendo víctimas de los empresarios de los extintos diarios de Buenos Aires, que ahora solamente les envían autitos y avioncitos para armar o juguetitos para los niños.
Es una pena, con ellos han muerto también la discusión con matices, el pensamiento crítico, el debate abierto, las ideas surcando el aire de las ciudades. Los nuevos tiempos imponen ideas sencillas y contundentes con las que se está de acuerdo sí o no. Casualidad o no, ya no hay más ideas, doctrinas, opiniones, tendencias, ideologías, corrientes, estilos: se acabó la materia gris, ahora es blanco o negro, aquí o allá, esto o aquello, ustedes o nosotros.
Los pocos que quedan en Santiago, languidecen haciendo un esfuerzo por sobrevivir a este tiempo de malaria que les cayó encima. Los dos kioscos que había frente a la plaza, fueron reubicados en otros lugares, lo mismo los que estaban en las calles peatonales. Y hasta los hijos de Papilo fueron corrido de la vereda de Libertad y Belgrano. Si un gremio con dirigentes de peso, los manosearon inspectores de cuarta categoría que los echaron fuera de los lugares en que solían trabajar.
Dedico estas breves glosas a mi amigo el Nene Pons, que sigue firme al pie del cañón y seguirá peleando, aunque sepa que la batalla está perdida.
©Juan Manuel Aragón

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