Dónde hay un mango, ranchera
Huérfana desde niña, pasó una infancia de pobreza y privaciones, al final de su vida era un mito de la iconografía porteña
El 24 de diciembre del 2002 murió Laura Ana Merello, Tita Merello, en Buenos Aires. Fue actriz, vedette y cantante de tango y milonga.Era hija de Santiago Merello, chofer y Ana Gianelli, planchadora, uruguaya y había nacido el 11 de octubre de 1904 en un conventillo del barrio de San Telmo, en la calle Defensa 715.Su padre murió de tuberculosis cuando ella tenía cuatro meses de edad. Su infancia estuvo marcada por la pobreza y la falta de cariño, como que recién a los cuatro años, fue reconocida por su madre en la partida de nacimiento. A los cinco años la llevaron a un asilo de Villa Devoto porque su madre debía trabajar y no se podía hacer cargo de ella.Después del asilo vivió por un tiempo en Montevideo, Uruguay, trabajando como sirviente sin paga. Antes de cumplir 10 años, aconsejada por un médico que le diagnosticó erróneamente tuberculosis, fue trasladada con un tío a un campo ubicado en Bartolomé Bavio, cerca del partido de Magdalena, y trabajó en varios oficios para ayudar a su familia; allí ordeñó vacas, preparó asados y limpió chiqueros. Luego recordaría: “Trabajaba como un hombrecito, entre los hombres. Pasaban los días, las noches. Nunca un gesto de ternura”.
Su personalidad y carácter fueron moldeados por la soledad, la pobreza y el abandono emocional. De adulta se definía como una “chica triste, pobre y, además, fea”, agregando que “presentía que iba a seguir siéndolo siempre”, aunque “después descubrí que no hace falta ser bonita, basta con parecerlo”. Desafiaba además: ”Soy insolente de nacimiento y temperamento y con capacidad para sostener una insolencia... No recuerdo si tuve una infancia precoz. Lo que sé es que fue muy breve. La infancia del pobre siempre es más corta que la del rico”.
En 1916, se fue a vivir con su madre, que estaba casada en segundas nupcias y con un hijo, Pascual Anselmi, que había nacido en 1910- y moriría en el 2002, a una casa precaria de Corrientes 1318. Fue analfabeta hasta la década del 20 porque no había podido ir a la escuela. Según decía, sólo era capaz de diferenciar la “a” de la “o”. Simón Irigoyen Iriondo, bajo la guía de Eduardo Borrás, le ofreció una educación elemental. Poco antes de su muerte, Irigoyen Iriondo comentó que ella era “terca, muy terca, a veces parecía la maestra y yo el alumno. Y no se podía rendir ante la evidencia de que era yo quien enseñaba, es que siempre quería saberlo todo".
Uno de sus biógrafos, Néstor Romano, escribió: “Jamás pasó por un conservatorio de arte escénico ni educó su voz en escuelas de canto. Simplemente se hizo en la calle; sin ayuda de nadie, a fuerza de talento y voluntad, construyó una carrera que la llevó desde los bares del bajo porteño y una cuarta fila de coristas a los primeros planos del tango y el cine nacional”.
Fue una de las primeras cantantes de tango de la década del 20 que crearon la modalidad vocal femenina en el rubro. Llegó a la popularidad por sus interpretaciones de “Se dice de mí” y “La milonga y yo”.
Debutó en cine fue en la primera película sonora argentina, ¡Tango!, junto a Libertad Lamarque. Después de filmar varias cintas en la década del 30, se consagró como actriz dramática en La fuga, de 1937, dirigida por Luis Saslavsky.
Se puso en pareja con Luis Sandrini y abandonó parcialmente su carrera para apoyar la de él, y a mediados de la década del 40, se radicaron en México, donde ella filmó Cinco rostros de mujer, por la cual obtuvo el premio Ariel a la Mejor Actriz de Reparto. Al volver protagonizó Don Juan Tenorio y Filomena Marturano, en el 49 y 50 respectivamente.
Tuvo su apogeo durante la década del 50, cuando encabezó películas como Los isleros, Guacho y Mercado de Abasto. Además, tuvo papeles destacados en Arrabalera, Para vestir santos y El amor nunca muere.
Después del golpe de Estado contra el gobierno de Jan Domingo Perón, se exilió en México, porque en el país no le daban trabajo. Volvió a la Argentina en la década del 60 y gran parte de sus trabajos fueron dirigidos por su amigo Enrique Carreras. Participó en numerosas ocasiones en el programa ómnibus de Nicolás Mancera, Sábados Circulares y actuó en La Madre María, dirigida por Lucas Demare.
Se retiró en 1985 pero siguió apareciendo públicamente y dando consejos en la radio y la televisión. En 1990 fue distinguida como “Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires” por ser un “mito viviente de la iconografía porteña” y en 1991 recibió el premio Podestá a la Trayectoria.
Cuando murió tenía 98 años y era la Nochebuena del 2002, en la Fundación Favaloro. Tenía filmadas treinta y tres películas, veinte obras de teatro, tres ciclos de radio y varias participaciones en espectáculos de revista y televisión.
©Juan Manuel Aragón
Mujer admirada, de una época de oro del arte argentino.
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