Gaucho viejo |
“En algunos casos la palabra tiene un dejo despectivo, que no llega al agravio, aunque expresa un cierto desdeño o un menosprecio algo atenuado”
Una mala noticia para los que no quieren envejecer: van a perder la carrera contra el tiempo, así que mejor háganse a la idea. Si tienen suerte van a llegar a viejos, pero al final se van a morir, igual que todos, es decir dejando de respirar y con el cuerpo pudriéndose. Y no, amigo, no venga con eso de los 20 años en un rincón del corazón, porque no es verdad.La edad es una cuestión relativa, pero no depende de uno sino de los años que van pasando entre el momento de su nacimiento y el día de hoy o con qué o con quién se compare. El que le diga otra cosa, seguro que le quiere vender algo. Porque es el comercio, necesitado de juventud compradora, el que inventó eso de que no hay viejos, porque la vejez es un estado del alma, viejos son los trapos, hay que mirar la vida con optimismo, y todo ese blablablá para veteranos que, por alguna razón, sienten culpa de tener los años que tienen.Estirar el concepto de juventud más allá del nacimiento de los primeros pelitos en las partes, es un invento para hacerle creer al tontaje que tiene que seguir fijándose en la ropa de moda, lo que toma la mayoría, el corte de pelo. Boberías aptas para el consumo de quienes están ávidos de parecer lo que no son.Pero, vamos al mataburro, que en una de esas nos avisa qué significa la palabra viejo. El diccionario de la Real Academia trae varias acepciones. Es un adjetivo que significa “Dicho de un ser vivo: De edad avanzada. Aplícase a personas y se usa también como sustantivo”. Otra acepción, como adjetivo, es: “Existente desde hace mucho tiempo o que perdura en su estado”, da como un caso válido, decir: “Mantenemos una vieja amistad”. También significa “que existió o tuvo lugar en el pasado”, como cuando uno expresa: “Recuperó viejas creencias”. Si tiene antes el artículo, indica que alguien nació después que otro. Como Plinio El Viejo. También quiere decir “deslucido, estropeado por el uso”, “usado o de segunda mano”.
En sentido coloquial y como sustantivo es “padre y madre de una persona” como en el caso de: “Mi vieja me hizo tallarines”. También se usa como apelativo afectuoso para dirigirse a una persona de confianza, y ahí está el caso de: “Cómo estás, viejo”.
En otras partes, viejos son los pelillos del cogote, los pelos de las sienes, un pez del grupo de las doradas, común en las islas Canarias y de carne muy apreciada y la Cuaresma como tiempo litúrgico.
En Méjico y Bolivia, viejas son todas las mujeres, pero en algunas partes de Santiago, se llama así las esposas de otros, y no importa la edad que tengan: “La vieja de mi hijo es maestra jardinera”.
Bueno, hasta aquí el diccionario de la Real Academia Española, que funge en nuestro idioma como la comisaría del habla.
Y también se les dice viejas del agua a una familia de bagres o siluriformes, los loricáridos, que son sudamericanos. Tienen ventosas bucales y también se los conoce como vieja del agua, vieja de río, corroncho o cuchas. La ventosa le sirve como anclaje a superficies, como adaptación a aguas de corrientes rápidas, y como sistema de rascado de algas y materia vegetal.
En algunos casos la palabra tiene un dejo despectivo, que no llega al agravio, aunque expresa un cierto desdeño o un menosprecio algo atenuado, como cuando alguien pregunta: “¿Qué andaba queriendo inventar ese viejo?”. Aquí el “queriendo inventar”, forma del habla traída del quichua, se potencia con “ese viejo”, ignorando que se trata de alguien con nombre y apellido.
Los inteligentes lectores de este blog, harán a un lado los prejuicios de una sociedad que los estigmatiza para venderles pantalones chupines y otras prendas de la juventud, como los ridículos zoquetes y asumirán la edad que tienen. Saben que se trata de un concepto relativo, como que hay personas más viejas que otras, pero también están seguros de que no valen las clasificaciones de niño, pre púber, púber, post púber, pre adolescente, adolescente, post adolescente, adulto joven, adulto—adulto, post adulto, joven de la tercera edad, adulto mayor, adulto muy mayor y llegan a la categoría de “viejo chuchuco” recién cuando pasan los 110 años. Pero quién va a esperar tanto, oiga.
Digamos, de paso, que entre los métodos anticonceptivos y los abortos están terminando con los jóvenes en este país, por lo que no falta mucho para que la publicidad se dirija solamente a los viejos, que serán los únicos que quedarán en pie, o al menos serán una amplia mayoría. Cuando ese día llegue, que halle a los mayores de cuarenta o cincuenta años, orgullosos de la edad que alcanzaron y no apichonados detrás de la falsa juventud que quieren imponer los gurúes de la publicidad para vender entradas del recital de Tini o cualquiera de esos otros maricones con cerebro de mosquito y letras para infradotados.
Viejo sí, verde ni en pedo.
©Juan Manuel Aragón
Besares al 1500, La Banda, 7 de diciembre del 2022
Claro como el agua y con la proporción justa de ironía y sarcasmo para disfrute y entretenimiento del lector.
ResponderEliminarOjalá sirva para que se dejen de compartir por las redes esos ridículos comentarios sobre la "nueva clasificación de las edades de las personas", y otros por el estilo, armados con el único propósito de influenciar y exacerbar hábitos de consumo.