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Perros peleando |
“Los medios de internet apelan al morbo más bestial de sus lectores para mostrar cómo una chica le patea el rostro a otra”
Si dos perros se ponen a pelear en la calle, los transeúntes intentarán separarlos, no es algo agradable de ver a esos animales disputándose la preeminencia efímera de un lugar cualquiera o haciéndolo por puro instinto. Por caridad, alguien intentará poner distancia entre ambos, apelando al agua fría, a llamarlos por sus nombres o a tomarlos de alguna parte para que dejen de morderse y lastimarse. ¡Pobres bichos!, ¿no?Si alguien se pone a filmar una pelea de perros en la calle, con muchísima razón lo tratarán de insensible, cruel, desalmado, inhumano. Había sangre en la calle, uno de los pichichos o los dos estaban en riesgo de quedar destruidos para toda la vida o muertos y usted todavía se preocupaba por tener el mejor encuadre para mostrar a los amigos. ¿No es un horror?El mundo moderno guarda un enorme cariño por los perros, la gente no los cría como mascotas, los cuida como hijos, les habla, los reta, los mantiene entre algodones y no permitirá que peleen en la calle, arriesgándose a morir o quedar cojos, tuertos o con una oreja de menos. Es muy posible que si usted pela su teléfono móvil para registrar el momento en que pelea, lo acusen de maltrato animal porque quizás pudo separarlos y no lo hizo.Pero nadie se espanta si dos chicas que no llegan a los 18 años están peleando en la calle y el resto se ocupa de alentarlas o filmarlas con su telefonito. El mundo del revés, ¿no? Se sienten mal si ven a dos perros mordiéndose en la calle, por las consecuencias que podrían sufrir uno o los dos animalitos, ¡pobres! Pero las chicas que se maten, parece que pensaran.
Algún descerebrado, quizás de la misma edad que las camorreras, filma la escena. No nos adelantemos en señalarlo como culpable de algo, lo más seguro es que proviene de padres cretinos o faltados mentales, a quienes la vida de los demás les tiene sin cuidado. Es posible que al pobre chico le haya faltado el alimento cuando era niño, lo que le impidió desarrollar pensamientos más o menos racionales y de acuerdo a alguna clase de moral.
Otros hacen alegre barra alrededor y tratemos de entenderlos también, sufren las consecuencias de la degradación de la familia, la promiscuidad en la casa y la incultura que infunde a los chicos la escuela argentina. Son producto de varias décadas de dejadez, de maestros sin estímulos, que estudiaron quizás en apuntes roñosos en vez de formarse con libros.
Pero ahí están los diarios digitales, disputándose el vídeo, porque seguramente tendrá muchas vistas y elevará su consideración en los buscadores de notas. No tienen ningún pudor en publicarlo tapando solamente el rostro de las belicosas peleadoras si duda sobre si son menores, pero si llegan a saber que tienen más de 18 años mostrarán sus caras de manera impúdica y desenfadada.
Los medios de internet apelan al morbo más bestial de sus lectores para mostrar cómo una chica le patea el rostro a otra sin que nadie intente separarlas. Esta torpeza se realimenta y se expande, pues alienta a muchos jóvenes con evidentes problemas mentales o de conducta, a repetir la hazaña, azuzar a posibles contrincantes, filmarlos y difundir luego las imágenes urbi et orbi.
Los periodistas son una parte importante del problema de la violencia en la sociedad. La chica que peleó, lo hizo tal vez obnubilada por una rivalidad estúpida, quienes filmaron buscaban una fama boba. Pero quienes alientan que estas riñas se sigan produciendo son los periodistas, a veces de diarios pretendidamente serios, que muestran imágenes que se deben obviar porque la difusión de la violencia, atrae más violencia. Cuanto más los muestren, más se repetirán en el futuro, pareciera que piensan o, como dicen los paisanos en el pago: “Más pasto pa la vaca, más leche pal ternero”.
Además, pocas veces se redactan estas noticias acompañadas de una entrevista a un pedagogo, un psicoanalista, una maestra de escuela, un buen padre de familia. Siempre es la nota cruda, la descripción de los golpes, el nombre del colegio al que presumiblemente asistían, el posible castigo para las alumnas participantes. Nunca se muestran con la debida prevención. Lo más que hacen algunos sitios es advertir que el vídeo tiene imágenes de violencia explícita, lo que no hace más que atraer más público ávido de morbosidades callejeras.
La sociedad reclama veinte policías por cuadra para cuidar a la gente de los ladrones, los arrebatadores, los violadores, los asaltantes. Pocas veces exige que los padres y las escuelas cambien su manera de educar y enseñar a los hijos. Es evidente que algo están haciendo mal si sus críos se regodean con la violencia y dejan registro para mostrar al prójimo.
Nunca nadie pide a los periodistas que dejen de excitar esas acciones, porque ya se sabe, el periodismo es un oficio sacrosanto al que se debe respeto, acatamiento y sumisión.
¡Cuidado amigos!, allá viene un periodista, agachémonos en señal de reverencia.
©Juan Manuel Aragón
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