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MERCA ¿Solución para las drogas?, ¡olvídese!

Marihuanero

Mientras siga existiendo el consumo seguirá habiendo tráfico para satisfacer la demanda de sustancias ilegales


Cualquier buen padre de familia podría pensar que la solución para detener el narcotráfico en la Argentina, no es tan fácil como la anuncian las autoridades o pide la oposición. No es sólo armando mejor la policía o aumentando su número como se detendrá a las bandas de criminales que buscan enriquecerse traficando sustancias ilegales.
En este caso la demanda es muy grande y está dispuesta a pagar tanto dinero como sea necesario para eludir a policías del todo el mundo a fin de satisfacer su ´necesidad´ de cocaína, marihuana, opiáceos, pastillas de diseño o lo que fuere. Como si dijera: “Vos traé merca, no importa cuánto cueste, porque la pago”.
Pero no son solamente los importadores de drogas ilegales los que azuzan a la oferta a seguir en el negocio, detrás de ellos están los consumidores, la mayoría de países opulentos, que no dudan en pagar los costos que fueren, con tal de que el dealer local siempre esté bien abastecido.
Tal vez la solución para el tráfico de drogas haya que buscarla en los consumidores. Quizás la gente de los grandes países que la consumen, no esté tan bien educada como quieren mostrar al resto del mundo, porque cada día que pasa, hay más demanda, sobre todo de cocaína y marihuana.
Por ahí, quién le dice, están encarando mal el asunto de la prevención de la drogadicción. Por lo pronto hay altísimos funcionarios nacionales norteamericanos que admitieron haber consumido alguna sustancia ilegal en su juventud y a la par, salvo excepciones, no mostraron arrepentimiento. Como si dijeran: “En la juventud todos pasamos por lo mismo”.
De la misma manera en que desaparecieron las talabarterías cuando no hubo quién comprara aperos o caronas, podrían esfumarse los cárteles de las drogas si se acabaran los consumidores, el principal motor del mundo narco, sobre todo en países como México, Bolivia, Perú o la Argentina.
En lugares como México es tan potente el negocio de las drogas que, hace unos días, cuando metieron preso a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo, se desató una guerra infernal en las calles de Culiacán, con vehículos incendiados, tiroteos, policías muertos. Si no fuera porque del otro lado de la frontera están dispuestos a pagar lo que fuere por comprar, de este lado tampoco habría gente que no dude en dejarse matar para seguir proveyéndola.
Se mueven tantos millones de dólares en este negocio, que en lugares como Rosario, Santa Fe, nadie está seguro de que al salir de su casa no pasará una motocicleta llevando a un niño, en el mejor de los casos un adolescente, que le pegará cuatro balazos en el pecho, por haber cometido el delito de escribir una nota como esta. De ahí para arriba, muchos se juegan a suerte o verdad cada vez dan dos pasos por la vereda.
No es por sacarse el lazo, pero la droga entra a países que tienen las fronteras más y mejor custodiadas del mundo, con medios electrónicos, perros entrenados, policías incorruptos, armas, cámaras de vídeo, helicópteros, autos, satélites a su disposición, una policía alerta y entrenada. No solamente entra, sino que, además, circula por todos lados y llega a sus consumidores. Algo debieran hacer también en esos países con la juventud, a ver si la educan en la cultura de no adquirirla.
Poco se puede hacer aquí si los narcos tienen, a veces, más medios que las fuerzas de seguridad y efectivo contante y sonante como para comprar a quien se ponga por delante… o balas como para llenarle el cuerpo de plomo en caso de que quiera pasar por impoluto.
Note, de paso, que el dinero de los narcos no crece en los árboles. Viene, en última y fundamental instancia, del bolsillo de cientos de miles de compradores minoristas de países centrales, que no fueron educados en el hábito de no consumirlas.
No tome esta nota como un justificativo, pues seguramente aquí no se está planteando correctamente la lucha contra el narcotráfico, desde hace cincuenta años o más.
Pero, oiga esto, si en los países centrales están haciendo algo con la educación para no seguir con las drogas, hasta el momento no se notó. Por un lado, sus consumidores no quieren el sufrimiento de la vaca, cuyo bife van a comer, ¡ay, chuchis! Pero, por otro no les importa la sangre humana que costó el porrito que fumarán esta noche para ver en la tele a Los Ángeles Lakers.
©Juan Manuel Aragón

Más notas sobre drogas aquíaquí y aquí.

Comentarios

  1. Cristian Ramón Verduc8 de enero de 2023, 10:43

    Sí, señor. El problema de allá y de aquí es que mientras haya quien compre, habrá quien venda.

    ResponderEliminar
  2. El artículo mezcla algunos conceptos y tiene contradicciones sobre lo que pasa con paises ricos y pobres, con fronteras y sin ellas.
    He trabajado con programas de desarrollo de la Unión Europea en Bolivia y he visto de cerca el tema de la producción, transporte y destino de la droga producida en la región. Toda la droga del altiplano que usa la ruta Argentina y Paraguaya (países pobres y sin fronteras vigiladas), se consume en esos países y sale exclusivamente hacia los mercados europeos.

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