Para afianzar las instituciones |
“Sería muy útil para cualquier gobierno, los funcionarios no perderían el tiempo en actos que no conducen a nada”
Antes que cualquier otra política a poner en marcha en la Argentina, se debería acordar entre todos los partidos algo fundamental: volver a tener un rey. No se apure, amigo, en criticar de antemano la nota, lea bien, el país debería tener un rey, no un monarca. La monarquía es, por definición, el gobierno de uno. Al haber adoptado el régimen representativo, republicano y federal, sería imposible imponer un monarca.¿Pero por qué no un rey? Para empezar se lo podría elegir por fuera de los partidos políticos, despegado de las elecciones comunes y por más tiempo que las autoridades constitucionales, pongalé 10 u 11 años. Su elección se haría por aclamación popular, cada barrio iría eligiendo su representante, hombre o mujer, después se elegiría al de cada ciudad, luego la provincia y al final el rey de la Argentina. Entre ellos nomás elegirían al mejor, al más apto, que sea más capaz de tomar semejante responsabilidad.Debería ser una persona de fuerte compromiso con la sociedad, el presidente de un club, una persona respetable del barrio, un vecino siempre ocupado en debatir sobre los dramas de su sector. No sería excluyente que tenga mucha labia, pero sí que hable bien, con buena dicción. Si sabe leer y escribir, mejor. Se elegiría un rey, no un diputado o un concejal que, lo único que tienen que saber es firmar, al reinaldo se podría pedir que esté alfabetizado al menos.Si quiere conservar su cargo, el rey debería seguir viviendo en su casa, como requisito sine qua non. Su sueldo sería el de dos maestros de grado recién ingresados a la docencia y no tendría derecho a secretarios, funcionarios, pajes, maestresalas, mayordomos, amas de llave ni nada.
Su tarea sería fundamental para el desenvolvimiento armónico del gobierno: ir a inauguraciones, saraos, conmemoraciones, recepciones, espectáculos, veladas, estrenos, fiestas y actos protocolares a que son obligados los funcionarios de todos los gobierno, saludar a los Jefes de Estado, conversar de naderías con los embajadores de otros países, cortar cintas, dar discursos, besar chicos, saludar delegaciones, aplaudir actuaciones, degustar alimentos, visitar obras, asistir a asunciones, en fin.
Sería muy útil para cualquier gobierno, los funcionarios no perderían el tiempo en actos que no conducen a nada: el rey se pondría al hombro la difícil tarea de recibir los agradecimientos, oir discursos de vecinos, conversar con trabajadores de importantes obras públicas, tomarse fotos con quienes lo requieran, sonreír, conversar con los periodistas, dar el puntapié inicial en campeonatos de fútbol, entregar premios.
Se debería entregar una asignación extra al rey, a modo de viático, pero en forma estricta. ¿Tiene que ir a Jujuy a coronar a la soberana de los estudiantes?, se le paga el ómnibus para que vaya y, en caso de ser necesario, una noche de hotel. ¿Está invitado a una gala en la embajada de Francia?, el Estado le alquila un frac y le paga la lustrada de los zapatos. ¿Asume el nuevo Presidente de Estados Unidos y lo invitaron con la señora? Le dan un boleto de avión a cada uno y le garpan el traje de él y a ella el vestido, las pinturas y la peluquería.
También se lo podría mandar a las reuniones del Mercosur, del Grupo de los 20, del Cambio Climático y todas esas, con una sola consigna: que no abra la boca, no conceda entrevistas, ande en modo “mute”. El Presidente debería decirle: “Usted va, me lo está calladito toda la hora, oye todo, sonríe para todos lados y cuando vuelva me cuenta lo que vio”. Muy posiblemente el país ganaría más en prestigio con un rey callado que con un presidente locuaz.
Esto no sería para callar a los Ministros o al propio Presidente, por favor: harían lo mismo que ahora, mandarían leyes al Congreso, las debatirían por los diarios o en las redes de internet, el oficialismo acusaría a la oposición y la oposición acusaría al oficialismo de hacer las mil y un trampas que permiten —o no permiten— las leyes. Pero el oficialismo lo haría con más libertad de acción, pues no tendría las molestas obligaciones que cumpliría el rey. O la reina.
Es posible que usted tome este escrito para la chacota, pero en tiempos de intolerancia feroz a las ideas ajenas como los que se viven, sería un buen tema de debate de los representantes del pueblo y de las provincias. Una vez que se sienten a debatir sobre la forma en que funcionaría esta nueva institución para el país, quizás les resulte más fácil ponerse de acuerdo en otros asuntitos como una ley de coparticipación justa y ecuánime para bien de los estados provinciales, o sobre la Justicia y sus funcionarios o cómo frenan la inflación sin que a los pobres les duela tanto o qué hacen con la delincuencia y el narcotráfico o qué medidas ponen en marcha para mejorar la educación. Uf, hay una tracalada de asuntos por arreglar en la Argentina.
Bueno, ahí queda la idea. Si puede, convérsela con su diputado amigo, plantee el asunto a su concejal de confianza o al menos discútala con sus hijos en el almuerzo si logra quitarles el celular de las manos.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
©Juan Manuel Aragón
Gracias Juan por compartir algo de humor para encarar el fin de semana. El artículo sirve para desnudar
ResponderEliminar(Continuación....)
ResponderEliminar.......desnudar y exponer las deficiencias de todo el resto de funcionarios que el sistema tiene.
En realidad el país tiene, segun la situación deshilachada en que se encuentra nuestro republicanismo un (rey) que cubre todas esas funciones, que llamamos "vicepresidente".....aunque el de hoy en día tiene los humos un poco más altos. Pero generalmente sirve y es usado para atender todos esos suntos menores que mencionas, y para que se ocupe de las negociaciones de la interminable campaña política del partido de turno durante toda la gestión de gobierno.
El país también tiene un "Monarca", que llamamos presidente, ya que con la destrucción de la República (eliminación de la independencia de poderes), toda la autoridad y poder de manejo del país está concentrada en el presidente, a quien sus vasallos (leasé diputados, senadores y jueces) sirven a voluntad con las decisiones y mandatos que deben ser votados y legalizados. También tiene sus "pajes" (léase ministros y secretarios), que adulan y sirven al monarca ante todos sus deseos, antojos y decisiones.
Es tan monarcas el sistema, que cada provincia es hoy un feudo, con la.misma estructura de poder derivada de las monarquías.
O sea, mi querido Juan, que ya el experimento ha sido realizado y los resultados están a la vista.
Tal vez el próximo artículo debería tratar la propuesta de "qué tal si volvemos al sistema republicano?
Cómo humorada está bueno che. Pero como siempre hay cortos de vista que reducen todo el problema a la falta de un sistema republicano etc. Claro todos los demás problemas no interesan, no influyen, el poder real en otras manos, el oligopolio mediático, las corporaciones que concentran enormes capitales, un país agroexportador, en exportador de materia prima, e importador de manufacturas y tecnología con alto valor agregado....no, no eso no importa... si los que supuestamente piensan opinan así...donde iremos a parar, si se acaba Valderrama...y...al canal nomas
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