Moderno coche de la empresa |
“En el Mástil empezaba un camino de ripio que entonces nos parecía una maravilla, pasaba por el Portón de Virginia”
A veces, en sueños, vuelvo a recorrer ese camino desde la casa de mis abuelos en Tucumán, hasta el campo, en el departamento Jiménez, de Santiago, sin olvidarme de una sola curva, volviendo a mirar cada uno y todos los detalles del recorrido.En ocasiones recuerdo las conversaciones de los vecinos de asiento y huelo el perfume que entraba por la ventanilla. A veces, al pasar por Fredy Mar, en carnaval, después Alderetes, nos acertaban con una bombita y nosotros, niños en ese entonces, pensábamos que algún día estaríamos también en esa pista bailando al compás de los muchachos de Avelino (“no toman agua, porque toman vino”, decía la letra de una cumbia), tirando bombitas a los que pasaban por el camino.Tengo en la memoria la voz del tipo que avisaba la salida de los colectivos: “De plataforma 12, empresa Piedrabuena, con destino a Pozo Betbeder, pasando por el Bobadal, en horario”. En realidad, decía o exclamaba algo así como “¡en honaneo!”: nos reíamos a las carcajadas cada vez que hacía los anuncios y lo que no daría hoy por oírlo de nuevo, en la parada de la Terminal Vieja, con la intacta ilusión de marchar rumbo al campo. Salía a las 3 de la tarde en punto y, dependiendo del estado del camino, podía llegar a Sol de Mayo, a las 5 y media de la tarde o al otro día si había llovido y verguiaba en el bajo de La Mesada.En el Mástil empezaba un camino de ripio que entonces nos parecía una maravilla, pasaba por el Portón de Virginia y no sé si recuerdo o soñé un falso recuerdo de un portón en medio del camino, en ese lugar. Después de Piedrabuena comenzaba un ripio siempre hecho pelota y al pasar la Pantalla, justo en el límite con Santiago, arrancaba la tierra suelta, los bobadales, una nube de polvo cubriendo los pasajeros desde los pies a la coronilla.
Recuerdo el camino y a los bravos Carlos, Dante y Gurdial Singh, que salían todos los días, lloviera o tronara, bajo el sol más impiadoso o a la vuelta con un frío que helaba las plantas y dejaba el pago seco y umbrío. Ahora desde Santiago corre la ruta 34, pero los niños fifís de la empresa del innombrable de Pozo Hondo van un día sí y tres no, porque son dueños de la línea y no se le canta, qué tanto.
En cambio, los Singh no fallaban ni bajo el más horroroso diluvio, un día iban a Pozo Betbeder (también llamado El 20), y el siguiente a Las Delicias, para regresar salían muy de madrugada desde allá y estaban en Tucumán más o menos a las 9 de la mañana.
Después, en Tucumán, pavimentaron del Mástil hasta el cruce con la vía y al tiempo hasta Gobernador Piedrabuena. Hace relativamente poco, Santiago también puso pavimento de El Arenal hasta el Bobadal y quedó nomás un pedacito enripiado, diez kilómetros, entre el Arenal y Piedrabuena. Hay quienes se quejan por ese trechito que los tucumanos se niegan a mejorar, pero, oiga, es una maravilla, teniendo en cuenta lo que debíamos sufrir enantes para viajar.
Cuando íbamos, Carlos Singh sabía que desde la Isla tenía que tocar bocina, no tanto para avisar que llegábamos, pues casi siempre nos estaban esperando, sino porque el alma se alegraba al contemplar esos eucaliptos y el adivinado perfil de la vieja casona, detrás de los palos borrachos, los paraísos, las moreras, la higuera, y unos tarcos que había plantado mi abuelo en sus tiempos mozos.
Ah, qué épocas, amigo. La felicidad era llegar y que mi abuelo estuviera esperando, detrás de él saldría mi abuela ofreciendo algo para tomar, después de semejante viaje, como diría. Y la otra gente querida, a la que he seguido viendo o a veces me cruzo por la calle, aquí en Santiago, hasta mucho después de que los viejos partieran para el otro mundo.
A esa casa no he vuelto nunca más. Pienso si ahora está habitada por tantos fantasmas antiguos regresar sería un error, un traspié imperdonable, una traición a tantos sueños que aguaitan detrás de un calicanto celeste, en aquel punto exacto bajo las estrellas. Me quedo con los duendes que de vez en cuando visitan mis sueños, habitando varios soles de enero de la infancia y con el recuerdo de aquellos bravísimos trabajadores del volante, los Singh, a quienes alguna vez el pago debiera levantarles un monumento, en reconocimiento a tanto arrojo, carajo.
Recuerdos
* Los tucumanos decían, creo que dicen todavía, “Burruyacú”, en vez de Burruyacu, “Aguada del burro” en quichua overo.
* Mi abuelo viajaba casi siempre con don Paco, un chofer que fumaba cigarrillos Jockey Club y del que pocos se acuerdan en el pago.
* El camino de vuelta a la ciudad siempre era triste. Pero el último que hice en ese ómnibus, fue durísimo.
* Nunca nadie quedó esperando en el camino, a veces los pasajeros viajaban en el estribo y hasta en el techo, pero llegaban a destino.
* Nunca nadie dejó de viajar porque no tuviera plata. Antes de subir hablabas con el chofer y no te dejaba de a pie. Eterno agradecimiento.
* Fue en ese ómnibus que mi madre me enseñó a ceder el asiento a las damas, operación simple y complicada a la vez.
* Ahí aprendí que muchas veces la felicidad se empieza a gastar cuando llegas, por eso siempre es preferible el viaje.
*Entrar a territorio santiagueño desde cualquier punto cardinal, siempre es una alegría inmensa, cualquier cosa que te suceda, hasta morirte, es más llevadero si estás en casa.
©Juan Manuel Aragón
Me encanta la claridad de tus recuerdos. Los detalles vívidos a pesar del paso de los años.
ResponderEliminarYo no creo que tenga recuerdos así.
Tal cual Juan . Qué lindo recuerdo. En mis oraciones siempre doy gracias p los abuelos q tuvimos y p nuestros padres .
ResponderEliminarMe acuerdo que don Paco Sánchez lo pasaba a buscar a Tololito por su casa de la calle Entre Ríos y después iba a la terminal por eso siempre viajabamos en el primer asiento.
ResponderEliminarMuy lindo tu revuerdo esquisito
ResponderEliminarAurora lopez ramos
ResponderEliminarEs tal cual lo describe, yo hice ese viaje desde los 8 hasta los 12 años, iba desde la terminal hasta finca La Armonía (pasando San Cristóbal) viajábamos gratis porque mi padre, que era encargado de la finca, lo auxiliaba cuando quedaba empantanado el colectivo por las lluvias, qué personaje don Carlos, siempre alegre y con su característica picardía, gracias por traer a mi mente esa parte tan feliz de mi vida
ResponderEliminarGracias por ese viaje imaginario, que tantos recuerdos me trajeron...☺️☺️☺️
ResponderEliminarComparto los sentimientos y comentarios sobre las sensaciones que despierta el relato. Trabajé muchos años en la zona construyendo puetntes en Nva. Esperanza, El Remate, Quebracho Coto, y pasaba siempre por esos pueblos. Entraba a El Bobadal por Las Delicias cuando todo era tierra. Me imagino lo sacrificados que serían los viajes en colectivo por esa zona, aunque de changuitos era pura aventura. Me acuerdo de los viajes a los parientes de Clodomira, en el tren Belgrano que salía de La Libertad y cruzaba por el puente carretero, pasaba frente a la desmotadora en La Banda y seguía hasta Clodo. Ibamos hondeando por la ventanilla, y tambiém llegábamos tapados de tierra.
ResponderEliminarEn el tren que salía de Clodo hasta Suncho, por La Cañada, ibamos con los tíos hasta el cementerio de Clodomira, y el tren nos dejaba ahí. Todo era diversión
Don carlos ,, siempre nos puteaba ja pero lo queríamos xq saviamos q en el fondo el también nos quería ,, un hombre con un corazón d oro le debemos muchos favores ,, gracias dónde quieres q estes
ResponderEliminarInolvidables recuerdos,en estos momentos estoy en San Isidro la Costosa ver esta publicación me hizo llorar
ResponderEliminar" La felicidad se empieza a gastar cuando llegas" ¡Qué linda frase! ¡Qué buena observación! Lindísimo el relato Juan. Del principio al fin. Sin desperdicio. Felicitaciones
ResponderEliminarHermoso relato , me has hecho viajar y recorrer esos lugares atraves de tu descripción impecable. Qué lindo que guardes esos recuerdos. Felicitaciones Juan.
ResponderEliminarMuy lindo Juan. Siempre doy gracias a Dios p los abuelos y padres q hemos tenido. Ellos siguen estando, pero de otra manera . Y ahora llegó el momento de disfrutar de nuestros nietos , nos llenan de alegría el corazón . Y la vida pasa y llegan otras etapas distintas y tan lindas como aquellas .
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