La hormiga y el elefante |
Aquí se revela cómo comenzó el amor entre el paquidermo africano y la tierna hormiguita santiagueña y de qué manera se originaron los cuentos que circulan de boca en boca
Un día llegó el circo al bosque santiagueño, tenía un mono equilibrista, varios feroces leones, tigres de bengala que pasaban por el aro de fuego, loros que recitaban poesías de Quevedo, un zorro que hacía trucos de magia y decenas de otros atractivos. Entre ellos, el número más famoso era el del elefante bailarín. Fue toda una novedad de la que se habló durante varios años en el pago. Sobre todo, por el elefante. La corzuela lo describió como un bicho con nariz larguísima, orejas como lata pizzera y tan grande como una casa o dos.Aunque usted no lo crea, fue entonces que nacieron varios cuentos que transitan los fogones anochecidos, en versiones que cambian de tiempo en tiempo, dan vueltas por los asados, entre los chunchulis y la guitarreada y vuelven en otro asado, levemente cambiados o totalmente dados vuelta, en una calesita que no termina nunca, porque siempre vuelve a empezar.
Fue esa vez cuando se conocieron el elefante y la hormiga, de cuya amistad y amoríos tanto se ha hablado. Mire que viene haciendo bulla aquella relación, hasta el día de hoy.El coy había ayudado a acondicionar el lugar y estuvo dando una mano cuando se levantó la carpa del circo, así conoció al elefante y se hicieron compinches. Una noche, cuando terminó la función, le presentó a la hormiga y comenzó la tierna amistad de la que hasta hoy se hacen mentas en todas partes.
Empezaron a salir con la hormiga trepada en el lomo. Ella lo llevó a conocer el río Dulce, le hizo probar miel de palo, salieron a cenar lomitos, anduvieron de fiesta en un boliche de la Autopista, tomaron cerveza en un bar de la Roca, pasearon por la Costanera y se sentaron en Bonafide, frente a la plaza Libertad, a ver pasar a la gente.
Cómo será que eran amigos, que un día lo llevó al hormiguero para que conociera a sus quichicientas hermanas y a sus demás parientes. Él estaba encantado, imaginesé, había salido del África cuando era chico, nunca había vuelto, no sabía ni siquiera cuántos parientes tenía y de repente millones de hormigas lo trataban de cuñado de aquí, cuñado de allá, cuñado páseme la sal, cuñado cómo le gustan las milanesas, cuñado tome otro vinito.
Hasta eso, la hormiga estaba enamorada en secreto de semejante paquidermo y él también de ella. Pero sabían que era un amor imposible, sobre todo porque él tenía que seguir viaje con el circo y ella no se veía haciendo malabares para el público, porque era muy tímida y algo retraída.
Pero, como esos novios desgraciados, que saben que su amor está destinado al fracaso, nada se decían. Todos daban por hecho que él ya se le había declarado y ella había aceptado. Pero, lo cierto es que no había nada. Paseaban, se sacaban fotos, hacían picnics, iban a bailar. Ella lo esperaba a la salida de la función, paciente, hasta que él terminaba de tomarse selfies con sus admiradoras, después iban a cenar algo por ahí y quedaban largas horas conversando en la plaza.
La noche anterior él le propuso huir con el circo y le declaró su apasionado amor:
—Si no vienes conmigo, nunca más podré hacer bien mi número, la vida lejos de este sentimiento no tiene sentido— le dijo.
Y después le contó cómo se había enamorado de ella:
—Primero fue un torrente de ternura, al verte tan pequeña y tan fuerte al mismo tiempo, tan hacendosa y frágil, tan personal siempre y en todo lugar. Estos días he pensado en que tienes una historia riquísima y se desarrolló íntegra en menos de los 20 metros cuadrados en los que caminas todos los días junto a tus hermanas y siempre me agarraba una emoción tremenda.
Ella lo miraba sin decir nada y cuando le tocó hablar le dijo:
—No me hallo en otro lugar más que en este sitio del mundo, no sé si podría mirar otras estrellas bajo cielos extraños. Yo soy yo, pero solamente aquí, si te acompaño empezaría a ser otra quizás mejor, pero no sería yo. No me hallo haciendo gimnasia, viviendo para las luces del espectáculo. Dejame aquí, en este bosque tranquila. Prefiero pensar toda mi vida en lo que pudo haber sido y no fue, antes que en lo que fue y se pudrió por haber sido.
Esa noche se acostaron juntos y se masacraron mutuamente, con gemidos tan fuertes que todo el bosque los oyó y no solamente la lechuza y el zorro, que nunca duermen. Seis veces, según contaron los que se quedaron hasta la madrugada, envidiándolos. Toda una hazaña.
Al día siguiente el circo levantó su carpa y el bosque aquel recobró su tranco habitual, cada uno a sus cosas. El noviazgo de la hormiga y el elefante, destinado al olvido de los amores que se quedaron en partidas, debió pasar al olvido. Pero alguien filtró la noticia, salió en los diarios y al tiempo empezaron los cuentos, las sagas, las crónicas chistosas, las odiosas comparaciones del tamaño entre uno y otra.
Hoy es común que cuando se aburren los amigos en el café, uno le dice al otro: “¿Sabes el último de la hormiga y el elefante?” y cuando termina el cuento se oyen las risotadas groseras, ruidosas, alevosamente guarangas.
Nadie recuerda la historia verdadera, forjada luego de noches de aplausos lisonjeros, de un público admirado por las habilidades de los equilibristas, los pases de magia, los chistes de los payasos, la gracia de las bailarinas del final, las formales presentaciones del espíquer y un elefante triste que baila rock mientras busca entre el público, los ojos admirados de su amada sin hallarlos jamás, porque se quedaron atrás, siendo lo que debía ser.
Dicen que el circo anda en estos momentos por la puna de Jujuy, lejos de los bosques santiagueños donde se forjó la bella historia de amor imposible, entre un gran paquidermo africano y una tímida hormiguita santiagueña.
FIN
©Juan Manuel Aragón
Cuento
Gracias Juancho nunca esta de más comenzar un nuevo día con una sonrisa y una reflexión, xq hay mucho q aprender de esta historia.Coco Coronel.
ResponderEliminarMuy bueno. Lo comparto con gente que también lo va a disfrutar. Ojalá que quieran seguir leyendo a diario ellos también.
ResponderEliminarTú autoria de notas, ensayos, escritos o cuentos; tienen una riqueza de contenidos qué permiten zambullirse en ellos. Muchas veses, sus entrelineas dicen más de lo qué dicen. Éste elefante y hormiguita es magnífico. Felicitaciones
ResponderEliminarDe una gran ternura este cuento. Y tratado con delicadeza. Hermoso.
ResponderEliminarGracias juan muy bueno
ResponderEliminarMuy bueno Juan. Me recordaste el cuento del León africano y el burro del zoológico de Sgo. cuando se escaparon para ir a conocer la zona del Misky Mayu. Si no lo sabes te cuento y a lo mejor lo puedas contar a tus lectores. No olvides que yo tengo en el Come Anca tantas historias como Salavina.
ResponderEliminarMuy bueno. Felicitaciones !!
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