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Invento de la intolerancia |
La discriminación y la intolerancia mueven el mundo y provocan todos los adelantos que el hombre se acostumbró a usar cotidianamente
A esta altura de la (in)civilización, ya se sabe que la discriminación es una de las causantes de las buenas relaciones entre la gente. Gracias a que los hombres discriminan a todas las mujeres y se quedan con una, es posible la institución de la familia, imaginesé lo que sería un si todos salieran a la calle a tomar indiscriminadamente a la primera que se cruce por el camino.Así las gentes discriminan las escuelas para sus hijos y los mandan a la de la vuelta, a la de la otra cuadra, a la religiosa, a la que fueron ellos de chicos, eligiéndoles así la mejor instrucción posible. También discriminan entre los conocidos y escogen a unos pocos para que sean sus amigos, generalmente los que tienen afinidades ideológicas, de pensamiento, costumbres, y se evitan las tediosas discusiones que podrían tener con personas no tan semejantes. Y hasta discriminan entre los padres de él y de ella para pasar las fiestas de fin de año y con esta actitud conservan la armonía familiar. “Navidad con los tuyos, el 31 con los míos y el año que viene hacemos al revés”. Listo, a otra cosa mariposa.Algo habría que decir ahora en favor de la intolerancia como factor de progreso de la humanidad, a pesar de que se trata de un hecho más que evidente. La intolerancia creó el fuego, la rueda, el abrigo, el apero del caballo, el sulky y todo lo que hay construido, plantado o edificado sobre el suelo, vuela en el cielo que no sea ave, insecto o nube y nada bajo la mar, con forma de submarino, hombre rana o buzo.Es así pues el hombre no toleraba llevar grandes pesos e inventó la rueda, no toleraba que la lluvia mojase sus enseres y le puso un techo y una puerta a su choza, no toleraba viajar largas rutas de a pie y domesticó caballos, bueyes, asnos, no toleraba las grandes cacerías pues lo cansaban, amansó las vacas, les sacó leche y aprovechó su carne, su cuero, se adueñó de las gallinas, domesticó el perro y el dromedario, el canario, el gato, el mulo, el pavo, el pato, el cerdo y también otros animales de pezuña hendida.
De esa manera se ha llegado hasta hoy, con finísimos grados de intolerancia. ¿Los hombres no toleran poner algunas palabras en sus telefonitos?, el telefonito lo hace por ellos y da la opción de elegir “tomo” o “tomó”, ¿no toleran subir y bajar las ventanillas del auto?, idean un motor para que apretando un botoncito haga ese trabajo, ¿no tolera levantarse de la cama para cambiar el canal de televisión?, idea un aparato, el control remoto, que le permite criar sebo mientras con un dedo pasa de una de cowboys al noticiario de Crónica y de ahí a la vida sexual de los perros de las praderas. Después de haber pasado largos milenios sin conocer el fuego, cuando parece que lo enlazó, lo amansó, lo hizo cabestrear, lo ató al carro y lo tiene totalmente domado, idea las cocinas eléctricas, sin molestas llamas para cocinar. Una vuelta de tuerca genial basada en otra intolerancia.
Leer más: Si hubiera un rey en la Argentina sería muy útil para cualquier gobierno, pues los funcionarios no perderían el tiempo en actos que no conducen a nada
Está acreditado que el hombre viene marcado la bendita intolerancia, con una impronta cuasi sagrada, desde los remotos tiempos que estudia la antropología, disciplina basada en muchas sospechas, algunos macaneos insignes, pocas evidencias y menos certezas. Gracias a la intolerancia hay computadoras, libros, macetas, regla té y escuadra, radios, televisores, fideos, portafolios, talabarterías, sillas y sillones, autos, motos trenes, aviones y transatlánticos, silla eléctrica, llave cruz para sacar las gomas de los autos cuando se pinchan, pava, mate, termo, yerba y azúcar, láminas ascensores, palenques, bicicletas, alambrados, rascacielos, almohadas, sombreros y hasta diminutos dedales que inventaron las costureras que no toleraban pincharse el dedo cuando cosían un vestido.
Todo lo que el hombre agregó a la naturaleza y algunos llaman pomposamente cultura, no fue por amor, no fue por lo hizo por pura intolerancia. La intolerancia no es intransigencia, tampoco fanatismo, sectarismo, superstición. La intolerancia es un alto sentimiento, eso que mueve a algunos a decidir que algo deben hacer para solucionar un drama que los molesta, pongalé, no quieren hablar por teléfonos de línea, idean los celulares, no se bancan las infecciones, inventan la penicilina y los antibióticos, no desean pasar por analfabetos, inventan los libros y los diccionarios.
Gracias a la bendita intolerancia, el hombre va a cumplir el deseo de Arquímedes, el sabio griego nacido en Siracusa, actual Sicilia (Italia), cuando decía: “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”. Con eso quería decir que si le daban un poquito así de changüí podría haber cambiado el curso de la Tierra, delito o pecado que, según dicen, mañana o pasado los científicos actuales estarían en condiciones de cometer.
Aviso: si no tolera esta nota, redacte otra mejor fundamentada, que para eso sirve la intolerancia. Total, no es difícil.
©Juan Manuel Aragón
A 17 de septiembre del 2023, en Arbolitos, tomando unos amargos
De esa manera se ha llegado hasta hoy, con finísimos grados de intolerancia. ¿Los hombres no toleran poner algunas palabras en sus telefonitos?, el telefonito lo hace por ellos y da la opción de elegir “tomo” o “tomó”, ¿no toleran subir y bajar las ventanillas del auto?, idean un motor para que apretando un botoncito haga ese trabajo, ¿no tolera levantarse de la cama para cambiar el canal de televisión?, idea un aparato, el control remoto, que le permite criar sebo mientras con un dedo pasa de una de cowboys al noticiario de Crónica y de ahí a la vida sexual de los perros de las praderas. Después de haber pasado largos milenios sin conocer el fuego, cuando parece que lo enlazó, lo amansó, lo hizo cabestrear, lo ató al carro y lo tiene totalmente domado, idea las cocinas eléctricas, sin molestas llamas para cocinar. Una vuelta de tuerca genial basada en otra intolerancia.
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Está acreditado que el hombre viene marcado la bendita intolerancia, con una impronta cuasi sagrada, desde los remotos tiempos que estudia la antropología, disciplina basada en muchas sospechas, algunos macaneos insignes, pocas evidencias y menos certezas. Gracias a la intolerancia hay computadoras, libros, macetas, regla té y escuadra, radios, televisores, fideos, portafolios, talabarterías, sillas y sillones, autos, motos trenes, aviones y transatlánticos, silla eléctrica, llave cruz para sacar las gomas de los autos cuando se pinchan, pava, mate, termo, yerba y azúcar, láminas ascensores, palenques, bicicletas, alambrados, rascacielos, almohadas, sombreros y hasta diminutos dedales que inventaron las costureras que no toleraban pincharse el dedo cuando cosían un vestido.
Todo lo que el hombre agregó a la naturaleza y algunos llaman pomposamente cultura, no fue por amor, no fue por lo hizo por pura intolerancia. La intolerancia no es intransigencia, tampoco fanatismo, sectarismo, superstición. La intolerancia es un alto sentimiento, eso que mueve a algunos a decidir que algo deben hacer para solucionar un drama que los molesta, pongalé, no quieren hablar por teléfonos de línea, idean los celulares, no se bancan las infecciones, inventan la penicilina y los antibióticos, no desean pasar por analfabetos, inventan los libros y los diccionarios.
Gracias a la bendita intolerancia, el hombre va a cumplir el deseo de Arquímedes, el sabio griego nacido en Siracusa, actual Sicilia (Italia), cuando decía: “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”. Con eso quería decir que si le daban un poquito así de changüí podría haber cambiado el curso de la Tierra, delito o pecado que, según dicen, mañana o pasado los científicos actuales estarían en condiciones de cometer.
Aviso: si no tolera esta nota, redacte otra mejor fundamentada, que para eso sirve la intolerancia. Total, no es difícil.
©Juan Manuel Aragón
A 17 de septiembre del 2023, en Arbolitos, tomando unos amargos
En francés existe una expresión que dice, más o menos traducido, que tu intolerancia tiene la espalda amplia 😉
ResponderEliminarIntolerancia , va asociada a otra palabra inmediata , no sé si será la misma.para tus fans . Pero si vamos a coincidir varios .
ResponderEliminarBien ahí, Juan Manuel, poniendo en claro conceptos que la sociedad poco informada no interpreta en su correcta dimensión y relevancia. El hombre, como especie, ha logrado sobrevivir y prosperar en la tierra hasta el presente, gracias a su particular capacidad de discriminación, innata del instinto de supervivencia. Esa capacidad de discriminación racional, junto a la necesidad de adaptación al medio (intolerancia a las dificultades y a lo que rechaza de otras personas que pueden representar una amenaza), es lo que cada persona de este mundo pone en práctica a diario para tomar sus decisiones.
ResponderEliminarLamentablemente, la cultura tribal y la propaganda de justicia e inclusión social, que son conceptos incoherentes plagados de falacias (buen tema para un próximo artículo), han manchado estos conceptos, han distorsionado su significado y los han convertido en motivo de descalificación en la de lucha por la corrección política que llevan adelante ciertas ideologías postmodernistas.
Sería largo de escribir el explicar en qué consiste todas esas falacias de interpretación, claramente intencionadas, porque no cuento con tu capacidad de síntesis de escritor y periodista.
Tal vez sugiriendole a la gente que aplique algo de pensamiento crítico cuando se discuten estos temas pueda ayudar a que poco a poco se vayan desnudando esas falacias.
Yo mientras tanto seguiré cambiando de vereda cuando caminando de noche vea venir de frente a algún par de individuos mal vestidos y con cara de no ser del barrio.......por las dudas, vió.