Brea florecida |
Una humilde planta que se halla en las tres Américas, podría ser la salvación para la economía de los paisanos
La brea es una humilde planta de Santiago del Estero, pero si usted recorre las partes secas de América, la hallará en el sur del Paraguay, sur de Bolivia, sur del Brasil, Colombia, Venezuela y, si se descuida llegará a Méjico, Estados Unidos y también habrá, qué maravilla.Tiene una florcita amarilla, que aparece en setiembre, octubre, inmediatamente después de que florece el chañar, vistiendo el bosque de un color que hace alegrar el alma de los paisanos. Si usted desmonta un lugar cualquiera en Santiago, y lo deja tranquilo, sin cultivar, lo primero que aparecerá será la brea, tanta, que al cabo de unos años será difícil pasar por el lugar sin desnudarse con sus espinas.Dicen los que saben que no puede usarse como madera, usted la corta y al tiempito nomás está reseca e inservible, deshaciéndose en el piso, como un papel, pero carpinteros amigos dicen que, si se la usa “mojada”, es posible hacer repisas y pequeñas bibliotecas que duran mucho tiempo.
En la plaza de Santiago hay una planta, junto a otras del bosque local, una muestra para botón y enseñanza de los más chicos, aunque pocas veces se ve a los maestros enseñando lo que es el bosque santiagueño aprovechando estos árboles en el centro mismo de la ciudad.
Alguna vez se sintió en el pago, en conversaciones perdidas, que había gente que decía que con el lloro de la brea se hacían caramelos, pero cómo saber dónde estaban los que sabían cómo hacerlo, que se ponía en contacto, ¿cobrarían caro por ir al pago?, ¿había que comprar un libro? En esas conversaciones, alguien siempre decía que en la ciudad el queso de leche de cabra valía mucho más caro que el de vaca. Ahá, pero cómo se hacía para ir a la ciudad, cuántos quesos había que ofrecer, no se sabía. Y siempre salía uno que decía que, si fuera negocio, ya hubieran ido a proponer que saquen el lloro de la brea, ordeñen las cabras o junten la semilla de guayacán para hacer algo. Como cuando llegaron los compradores de rodrigones, que eran postes de árbol negro sin descascarar que se llevaban a Mendoza para sostener los viñedos. O la vez que nos pidieron que juntamos huesos de animales que compraban por kilo para llevar quién sabe adónde, para hacer qué.
Capaz que en el pago se perdieron muchas oportunidades, pero nadie sabía que, con la flor del quebracho blanco, que allá se encontraban por el suelo, se fabricaban flores de adorno por las que pagaban una pequeña fortuna en Santiago, Buenos Aires o más allá también. Volviendo al principio, si el lloro de la brea era tan buen negocio, por qué no lo hacen los norteamericanos, que son expertos en hacer plata, opinaban los viejos.
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El caso es que siempre hubo en el pago una especial simpatía por la brea, a los paisanos de aquel lugar exacto bajo las estrellas, les caía bien esta plantita, sobre todo por su bello color verde y por el amarillo que alegraba las tristes, secas y polvorientas primaveras y porque muchos, después de seis meses trabajando en los surcos de caña en Tucumán, al regreso, el amarillo de su flor era lo primero que les alegraba la vista.
Su nombre científico es Parkinsonia praecox y lo que más les gusta a los ecologistas, es que hay cómo explotarla, sin necesidad de cortar la planta. En los pocos lugares que ha quedado el bosque, en el pago aquel que le digo, los esperan por horas, a ver si pueden hacer algo, sobre todo ahora que dicen el hambre va a ser en serio y no de mentira, como los estuvieron engañando este tiempo.
©Juan Manuel Aragón
A 2 de diciembre del 2023, en Camino del Medio. Rastreando una majada
Gracias Gracias por vuestro expreso comentario científico. En tal caso, en mi estancia La Madriguera en Villa Río Hondo, Santiago del Estero, Argentina. Tengo, naturalmente, gran cantidad de BREA'S. Dan excelente sombra y son mis mis preferidas porque crecen y se desarrollan capturando la humedad subsuelo. Asimismo busco cada vez puedo plantar más. - Cordiales augurios Ramirez de Velazco!
ResponderEliminarYo tengo una planta de brea aquí en la ciudad. Es hermosa, muy grande y tupida. La tengo pegada al quincho.
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