Bruno Volta y la Cocacola |
Esta nota narra acerca del Intendente de Santiago al que no le gustaba el sabor de la gaseosa y quiso cambiar todas las cañerías de agua de la ciudad
A veces cuento a mis hijos cosas del pasado, más que nada para que sepan que todo está inventado o, mejor dicho, que el mundo no comenzó cuando ellos nacieron. Pero en muchas ocasiones no me creen. Les digo que allá por el 85, en Santiago, hubo un intendente que quiso que los santiagueños cambiaran todas las cañerías de la ciudad, y que dejaran de proveerse de aguas subterráneas sólo porque no estaba conforme con el gusto de la Cocacola y dicen que soy un exagerado, que no puede ser, que debo estar confundido, en fin.Había un prejuicio en el Santiago de aquellos tiempos, se decía que esa gaseosa tenía un gustito distinto que al de otras provincias, y a mucha gente como que no le agradaba el sabor que tenía aquí. Todavía hoy hay muchos que tienen un exquisito y finísimo paladar hasta para distinguir entre la que viene en botella de vidrio y la de botella de plástico.Si se permite un aparte, hay que decir que es de un gusto hórrido servirse bebidas gaseosas en general, ya sea en el almuerzo o la cena y en cualquier momento ya que estamos. La gente educada a lo sumo toma soda o un vaso de vino en la mesa y para los chicos se pone la rica, incolora inodora y siempre bienvenida agua del caño enfriada en la heladera o natural nomás.
En fin, el intendente aquel se llamaba Bruno Alberto Volta, y cuando fue a Estados Unidos llevó una botella de Cocacola de Santiago y otra de Tucumán. Allá se entrevistó con gente que fabricaba las gaseosas y les entregó las dos botellas con la bebida para que las analicen. Le dijeron que el gusto distinto era por el agua, la de Tucumán se hacía con agua de río y la de aquí con agua subterránea.
Después de volver se fue a Buenos Aires, gobernaba el país Raúl Alfonsín, que le concedió un crédito para que hiciera una toma de agua en el dique Los Quiroga, a 20 kilómetros de Santiago, después se debía levantar una planta potabilizadora y también cambiar todas las cañerías de la ciudad, porque al llegar con otra presión, era muy probable que las destruyera.
¿Era mala el agua que se consumía en Santiago? No, la proveía la vieja, querida y nunca bien ponderada Agua y Energía, una de las empresas que levantaron la Argentina y en cuyo seno había un proyecto de país, trazado, con planos y bien hecho.
¿Era distinta al agua de Tucumán? Y sí, la de aquí era, lo que se dice, un agua “dura”, de las que cortan el jabón, como que las chicas de antes juntaban la de lluvia para lavarse el pelo porque decían que se lo ponía más sedoso. Pero no era agua sucia ni mala ni mataba ni nada por el estilo.
Por aquel tiempo la Cocacola se embotellaba en el Cruce, La Banda, frente a “Cariñito”. Se hacía con un jarabe que venía en barco de Estados Unidos y aquí se lo diluía con agua, le agregaban el gas y la ponían en botellas. Volta quería cambiar todo el sistema de distribución del agua de la ciudad, sólo para que le gustase el sabor de esa gaseosa, mire usté.
Después a la distribuidora de la Coca la compró no sé quién, decidió que era más barato —o más práctico, no sé —embotellarla en otra parte para varias provincias y chau picho, en todos lados sabe igual. A Volta se le terminó el mandato, las obras que habían comenzado, nunca terminaron y todo el mundo se olvidó del asunto.
Pero, repito, a veces cuento a mis hijos toda la movida que se hizo solamente porque a uno no le agradaba el sabor de la Cocacola y creen que exagero, cosas del viejo, que se le da por hablar macanas, dicen.
Pero es la purita verdad.
Juan Manuel Aragón
©Ramírez de Velasco
A 11 de abril del 2024. En Alberdi y vías, La Banda. Oteando el horizonte.
PS Luego de enviado un borrador de la nota a un amigo, me advierte: “Te van a decir que te estás metiendo con un muerto, con alguien que no se puede defender”. Estaba por descartarla, pero me dije que, si siempre fuera así, se terminaría con la historia, sólo para no hablar de gente que no va a desenvainar su espada para resguardar su honor.
Entiendo que el sistema de pozos de bombeo del que la ciudad se provee de agua potable tiene su decaimiento y limitaciones de cobertura dada la continua extensión de la mancha urbana, que ya ha superado los límites del égido. También entiendo que la ciudad tiene que planear la provisión de agua a futuro, no muy lejano, debido a las limitaciones del sistema de pozos y su eventual contaminación cruzada.
ResponderEliminarAsí que más allá del gusto de la coca cola, la ciudad necesitará contar con una provisión alternativa de agua.
Me tocó trabajar en la obra de toma de ese canal de trasvase, y el puente canal que permite cruzar el canal de riego a La Banda. Era una obra de la provincia, no municipal, aunque de pronto la gestión de fondos pudo haber sido de la intendencia. En esa época entendíamos que el propósito era la previsión futura de agua potable de fuente alternativa y no cambiarle el gusto a las gaseosas.
En sgo el agua le daba mejor sabor
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