Torres de Educación y Economía |
El misterioso hallazgo de una pieza de barro cocido tenía una historia que vale la pena conocer para enterarse de lo que fue Santiago enantes
Luego de varios años de trabajo intentando descifrar el misterioso escrito de una vasija de barro cocido, hallada entre las ruinas de la vieja Escuela de Comercio (conocida popularmente como la “Vasija de la Escuela de Comercio”), finalmente los expertos dieron a conocer su inapelable veredicto. Como se sabe, sobre ese terreno luego se levantaron las gubernamentales Torres de Educación y Economía. Y ayer, por fin, los lingüistas encargados de interpretarlo, han mostrado qué decía en su primera página, la única que se conserva hasta hoy pues las otras vasijas no fueron halladas y es posible que se hayan perdido para siempre.Gracias a la generosidad de los expertos investigadores, los lectores de Ramírez de Velasco, serán los primeros en conocer esta versión de la protohistoria de la tierra que, luego de pasar varios períodos invadida por diversas clases de hombres, se conoce hoy como Santiago del Estero.Es la siguiente:
“Cuando los apictros nos rodearon montados en sus caballos con alas: supimos que la resistencia sería larga. Posiblemente un dilatado y tedioso juego de ajedrez comenzaba en Landternum, nuestra patria amada, que quería decir algo así como ´Tierra que no se acaba nunca´, según la tradición.“Narraban nuestros historiadores que los ancianos se reunieron en consejo para decidir una respuesta. Resistir sería lo más aconsejable decían muchos, porque ellos, acostumbrados a emociones fuertes y juegos de poder, al ver nuestra mansedumbre, pronto se aburrían de ponernos sitio y se mandaban a mudar. Como que se divertían haciéndonos asustar unos cuantos días, para luego volver a sus cuevas.
“Era peligroso enfrentarlos desde que habían domesticado esos caballos voladores en los que jugaban a la guerra con nosotros que, para afuera, lo único que nos importaba era ser buenos vecinos de nuestros vecinos.
“En la infancia de la historia habíamos sido un pueblo manso, dedicado al cultivo de la Semilla Fundamental, con la que fabricábamos casi todo lo que nos hacía falta para vivir, con su fibra hacíamos los vestidos, su pepita la usábamos para hacer fuego o comerla hervida o asada, con el tronco construíamos nuestras chozas y las ramas eran fuertes e inquebrantables, ideales para producir útiles de labranza y utensilios para las mujeres.
“Claro que teníamos armas, pero eran testimoniales, no las usábamos para la guerra, para qué, si no teníamos ánimos de conquistar más de lo que ya teníamos. Servían solamente para los juegos de fuerza a que eran afectos los jóvenes en sus danzas rituales anuales, cuando debían elegir una hembra para aparejarse.
“Esta vez nos sorprendieron los ancianos con su veredicto: resolvieron que en esta ocasión debíamos marchar a la guerra, destruir a los apictros, apoderarnos de sus tierras, de sus campos, de sus hembras, de sus casas, sus animales y si no era posible exterminarlos, propinarles un escarmiento tan grande como para que en tres o cuatro generaciones se olvidaran de molestarnos a nosotros o a sus otros pacíficos vecinos.
“Como otras veces, en esta ocasión también enviamos un emisario para pedirles que cesaran con su asedio. Tal vez creyeron que sería igual que siempre, rechazarían nuestros términos, maltratarían al enviado para regresar el tiempo, con más ganas de burlarse.
“Pero nosotros empezamos los preparativos de la guerra. Dispusimos toda la madera del caserío para construir lanzas, arcos, flechas, matamos casi todos los loberros, cruza de lobos con perros, para confeccionar con su cuero chalecos protectores, con sus dientes máscaras de terror y con sus colas vinchas que nos darían aspecto más terrible. Hicimos gimnasia de la mañana a la noche, nos entrenamos en puntería con arcos, flechas y hondas y trazamos una estrategia basada en la sorpresa, confiábamos en que darían por sentado que un pueblo pacífico que se dispone a guerrear debía perder. Tomamos la precaución de ocultar a nuestras hembras, a los ancianos, a los tullidos y a los niños en lo más obscuro del bosque. Lejos de las casas, con instrucciones precisas para una futura huida, por si la suerte nos era adversa.
“Sabíamos que si el asunto salía como habíamos planeado debía alzarnos con la victoria, no cabía otra posibilidad.
“Calculamos que iniciaríamos el ataque una noche que no brillaran en el firmamento las cinco lunas del tiempo de la cosecha. Cuando lo más recóndito de las tinieblas se presentó en el campamento, una flecha incendiaria lanzada por los nuestros fue la señal del ataque. Acometimos con furia, sabiendo que debíamos ser brutales con nuestros golpes. Dábamos alaridos de pavor para tomar coraje...”.
Y ahí se corta el escrito, sin que, lamentablemente, se sepa cómo salió esa contienda, aunque cabe suponer, en una primera impresión, que hubo tres resultados posibles, el primero es que ganaran los landternianos, y es el que más gustaría a los lectores, aunque cabe la posibilidad de que triunfaran los malvados apictros, por qué no. Y una tercera posibilidad debería ser analizada a la luz de investigaciones que se irán haciendo con el tiempo e indica que no se debe descartar que haya habido un empate.
Terminado el trabajo de los lingüistas, toca ahora a los historiadores, extraer sus conclusiones sobre esta narración hallada, como se dijo, cuando se removieron los escombros de la vieja escuela de comercio Antenor Ferreyra, que dio a la provincia tantas generaciones de buenos y laboriosos Peritos Mercantiles.
Es posible que la Vasija de Landternum, como es llamada por los expertos, sea expuesta en un sitio público, para que las generaciones futuras sepan el origen y la verdadera historia del pueblo asentado a la orilla de un río más que milenario que hoy se denomina a sí mismo como santiagueño.
Creer o reventar.
Juan Manuel Aragón
A 26 de mayo del 2024, en el camping Las Casuarinas. Comiendo chipaco.
Ramírez de Velasco®
No sé si me gustó. Lo bueno es que sirve para reflexionar sobre la falacia actual de los " pueblos originarios"
ResponderEliminarCapaz que casi ha sido empate, con una victoria difícil para los como se llama del otro pueblo. Por eso hay una fuerte tendencia hacia lo foráneo, salvo por algunas resistencias de los pocos descendientes de los localistas.
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