Los hermanos Simón |
Un amigo le alcanza un aparatito—un grabador—en el que los amigos de Santiago le mandan su recuerdo con canciones
En setiembre del 74, Atahualpa Yupanqui está en París. Un amigo le acerca lo que él llama “un aparatito milagroso”, que seguramente sería un grabador. Los amigos se habían reunido en Santiago, hablaron con él a la distancia y lo recordaron con canciones. El 29 de ese mes, le escribe a Miguel Simón para agradecerle. De paso le cuenta de su nostalgia por la tierra, se refiere en no muy buenos términos al folklore de proyección, trata de describir la vidala y le pide que lleve una flor a la tumba de José Simón, si es posible una flor de ucle. A continuación, la carta.París, Septiembre 29/ 1974.
Sr. Miguel Simón.
Santiago del Estero.Mi querido amigo:
¿De ande me estará saliendo este aparcero…? Se preguntará usted al leer mi saludo, apareciéndose como yanarca en la noche, camino de Silípica. Pues, es simple: me ha dado su dirección don Dallera, que anduvo por el pago y se rejuntó con viejos amigos santiagueños, y cantaron chacareras y vidalas, contaron sucedidos, y quemaron las horas, ardidas de buenos recuerdos criollos. Todo eso lo escuché por un aparatito milagroso que don Dallera me acercó. Y fue creciendo en mi corazón el anuncio de un deber de buena amistad: Agradecerle a usted, y a Palavecino, y a los Albarracín, y los otros paisanos de esa tarde, sus buenos acuerdos, sus gratas canciones del pago, sus cálidas palabras. Usted se encargará, pues don Miguel, de comunicarles a ellos mi gratitud y mi sentimiento de amistad, y decirles que nada ha cambiado en mi corazón; que sigo como toda la vida, buscando el rastro de la vidala, el ademán de afecto, el Re Menor de los rezos que componen el alma de la tierra.
Atahualpa |
Felices ustedes, amigo Simón, que pueden toparse siempre, y juntar melancolías salavineras y asuntos de Cansinos, de Sumamao, de Choya, de Suncho Corral, de Vilmer. Más de una vez, es seguro, andará por ahí la sombra de su hermano José, tan sentidor, tan lindo corazón para lo criollo. Llévele una flor en mi nombre, un ucle si lo halla. Gracias desde ya.
Yo seguiré en París un tiempito más, quizás hasta Enero, no sé. Y tengan ustedes la seguridad que ande me plante, la gente oirá siempre la vidala, la chacarera, el escondido, el remedio, la milonga, una musha traviesa. Cuide su salud dígale mi afecto a su familia.
Un gran abrazo, y hasta siempre. ¡Viva la patria!
Atahualpa Yupanqui
Publicado en El Punto y la coma por una gentileza de Teresa Pappalardo.
Ramírez de Velasco®
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