Los diarios reflejaron el brutal ataque de los marxistas |
El 23 de diciembre de 1975 el Ejército Revolucionario del Pueblo ataca el batallón Depósito de Arsenales 601 “Domingo Viejobueno”, de Monte Chingolo
El 23 de diciembre de 1975 fue el ataque al batallón Depósito de Arsenales 601 “Domingo Viejobueno”, de Monte Chingolo, provincia de Buenos Aires, perpetrado por el Ejército Revolucionario del Pueblo, bajo el mando de Roberto Mario Santucho. Tenía por objeto apropiarse de armamento. Fue realizado bajo el gobierno de María Estela Martínez de Perón, constituyó la última gran acción militar del extremismo izquierdista, y tuvo la colaboración de un integrante que realizaba el servicio militar obligatorio en esa dependencia y actuó como informante y "entregador".Había sido planeado desde agosto de 1975 y tenía como fin apoderarse de 13 toneladas de armamento.El jefe de unidad del Batallón Depósito de Arsenales 601 era el coronel Eduardo Abud. Se considera que la batalla o combate de Monte Chingolo fue el más importante de los ataques a unidades militares durante la década de los años 70.
El ataque se inscribió en un clima político y social de extrema polarización en la Argentina. Durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón, la violencia política alcanzó niveles inéditos, con enfrentamientos entre grupos guerrilleros como el Ejército Revolucionario del Pueblo y Montoneros, y las Fuerzas Armadas, la Policía Federal y grupos paramilitares como la Triple A.
El Ejército Revolucionario del Pueblo, Liderado por Mario Roberto Santucho, perseguía la construcción de un estado socialista a través de la lucha armada y veía en esta acción una oportunidad estratégica para reforzar su capacidad militar.
En diciembre de 1975, el país estaba al borde del colapso político y económico, y las Fuerzas Armadas ya operaban con gran autonomía, incluso antes del golpe de Estado de marzo de 1976. El ataque al cuartel de Monte Chingolo ocurrió en este contexto de crecimiento represión estatal y escalada guerrillera.
La operación, denominada "Navidad heroica" por los marxistas, fue cuidadosamente planificada durante meses. Participaron alrededor de 300 combatientes, organizados en distintas células encargadas de tareas específicas, como cortar accesos al cuartel, ocupar posiciones estratégicas y realizar el asalto directo. La intención era apoderarse de las armas almacenadas en el cuartel para fortalecer la capacidad de combate de los socialistas.
Los guerrilleros lograron infiltrarse en las inmediaciones del cuartel y tomaron posiciones utilizando vehículos camuflados y disfraces para no despertar sospechas. Sin embargo, las Fuerzas Armadas ya habían recibido información sobre la operación gracias a infiltraciones y acciones de inteligencia en el Ejército Revolucionario del Pueblo.
El ataque comenzó al caer la noche del 23 de diciembre y se extendió hasta la madrugada del día siguiente. A pesar de la sorpresa inicial, las fuerzas del cuartel lograron responder rápidamente. El Ejército argentino movilizó refuerzos de unidades cercanas, incluidas tropas de élite y vehículos blindados, lo que dificultó adicionalmente la operación de los marxistas.
El enfrentamiento fue extremadamente violento, con un saldo de numerosas bajas en ambos bandos. Muchos guerrilleros fueron abatidos durante el ataque o capturados y ejecutados sumariamente por las fuerzas militares, que no dieron cuartel. Los combates también afectaron a los vecinos, que quedaron atrapados en el fuego cruzado.
Fue un fracaso estratégico y un golpe devastador para el Ejérccito Revolucionario del Pueblo, que seguía enviando a morir a sus jóvenes adeptos. Según diversas estimaciones, entre 60 y 90 guerrilleros murieron durante la operación, además de un número indeterminado de soldados y oficiales del Ejército. Decenas de guerrilleros fueron capturados.
El Ejército Revolucionario del Pueblo nunca se recuperó completamente de esta derrota. Sus recursos humanos y materiales quedaron gravemente diezmados, y la organización perdió capacidad operativa en los meses previos al golpe militar de 1976. El ataque también sirvió como justificación para intensificar la represión estatal, fortaleciendo el discurso de "aniquilamiento" del enemigo interno que las Fuerzas Armadas venían utilizando desde principios de los años 70.
Este ataque ha sido objeto de múltiples interpretaciones y debates. Algunos historiadores destacan la valentía y el compromiso ideológico de los guerrilleros, mientras otros cuestionan las razones de una acción tan riesgosa y mal calculada, que subestimó la capacidad de respuesta militar del Estado.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
Comentarios
Publicar un comentario