Julio César Castiglione |
La inútil pelea callejera, la venta fraguada a familiares que no tenían derecho, los últimos que se marcharon, detalles y nombres
¿Por qué terminó el diario El Liberal en mano de gente extraña? Es una interpelación que se han planteado algunos santiagueños que recuerdan que sus abuelos nombraban a los Castiglione, sus dueños, con respeto, los padres decían que eran buena gente, pero su diario les mentía, ellos sabían que desde afuera les estaban contando las costillas, sus hijos no lo han leído nunca y para sus nietos quizás sea un objeto de estudio, muerto y enterrado. Pero no llorado.Si se pregunta al 80 por ciento de la familia Castiglione quién es el culpable de que terminara perdiendo el diario, señalarán a uno de sus directores y dirán:
Julio César.
Castiglione, obvio.
Sin dudar ni un instante.Pero, para entender mejor esta historia se debe recordar que el diario El Liberal, fue una compra que hicieron, en partes iguales, los hermanos, José Francisco Luis y Antonio Castiglione. En la sociedad no tuvieron participación sus hermanos Mario, casado con Carmen Di Lullo, Rosario, casada con Francisco Cerro y Porcia, casada con Juan Rodríguez. Cada uno de los dos compradores originales, José y Antonio, tuvo cuatro hijos que heredaron el diario mitad y mitad.
El problema comenzó mucho después de que murieran, cuando apareció el Nuevo Diario, un emprendimiento de José María Cantos que, en un principio y visto a la distancia, parecía una causa destinada al fracaso. Hoy, los descendientes, por un lado, sostienen que José y Antonio hubieran manejado la situación de manera mucho más inteligente y por otro, que el empecinamiento de Julio César en combatir de frente a la competencia fue lo que los llevó a abandonar el barco de manera desordenada, precipitada, peleándose entre ellos, metidos en un barro que no habían pedido ni deseado.
Antes de seguir, debo avisar que mis padres fueron amigos personales de algunos Castiglione y mi tata, ingeniero civil desocupado, halló trabajo en El Liberal durante una etapa muy difícil de su vida, lo que agradeció trabajando de lunes a sábados y retribuyo de nuevo ahora, por si no lo hice antes. También me atajaré, por las dudas, de quienes sostienen que no se debe hablar mal de los muertos. Esto es historia y la historia por lo general se refiere a hombres muertos (Rosas, San Martín, Sarmiento, et al). Por otra parte, durante unos cuantos domingos los lectores de este blog han sentido tañer una campana, con la fuerza de la imbatible nostalgia de viejos periodistas, sus amables recordaciones, sus saudades y sus razones. Es hora de saber cómo suena la otra.
Para entender esta parte de la historia hay que saber que cada uno de los dos Castiglione dueños originales del diario, tuvieron cuatro hijos. A su muerte, a cada uno le correspondía un octavo de la herencia. O, lo que es lo mismo, cada uno de los descendientes de la segunda generación era dueña del 12 y medio por ciento del diario.
Sólo uno de los nietos de José, Gustavo Tarchini, sintió correr el río del periodismo en sus venas. Aficionado a la fotografía desde niño, se volvió profesional, llegó a ser subjefe de Fotografía del diario. Hoy, alejado de la empresa que fundó su abuelo, es un admirable profesional, que ha hecho de la imagen su modo de expresión, con alumnos que siguen sus técnicas y sus atinados consejos. Pero era nada más que una gota de agua en el desierto de vocación periodística de los nietos. En el resto de la familia no hubo uno solo al que le gustara el olor de la tinta de los diarios, el ruido de las rotativas, las anécdotas que se forjaban en las redacciones, sus eternas discusiones, sus amaneceres bohemios o la excitación porque al día siguiente tiene que salir una noticia suya que podría cambiar la historia de la provincia, de la ciudad, del barrio, del club o, aunque fuere, de una familia.
Fue grave que no hubiera un periodista en la familia, porque les podría haber dicho que en la pelea frontal que eligió llevar adelante Julio César contra Cantos, dueño del Nuevo Diario, ellos tenían todas para perder y Cantos llevaba todas las de ganar. Fue planteada desde el principio y desde los dos lados, como una riña callejera entre lustrines o changarines del mercado, y en esas disputas, como se sabe, no hay reglas, no vale eso de que no se debe pegar por debajo del cinturón. En las peleas en la calle hay que meterle el dedo en el upiti al adversario, pegarle una patada en los genitales, chujcharlo, escupirlo, echarle tierra en el ojo. A eso se dedicó Julio César desde que comenzó Nuevo Diario. Desde el otro lado, Cantos respondió con las mismas armas, tomadas de una manera quizá más burda, pero, y esto no es para exculparlo, usó lo que tenía a mano, sobre todo por su condición natural de peleador nato, experto en luchas en la calle, como que en su juventud había sido camionero. Quizás no escribía como ninguno de los Castiglione ni era abogado ni había leído mucho, pero tenía una perspicacia y una astucia a prueba de herederos de un imperio.
Mucho antes, en su etapa de empresario automotor, Cantos había ayudado económicamente a varios integrantes de la Democracia Cristiana, a adquirir la licencia de la radio LV11. Con su dinero, más la influencia de un tío de la señora del mismo Cantos, monseñor Ildefonso María Sansierra, obispo de San Juan, se hicieron con la única emisora de amplitud modulada de Santiago del Estero, cuya voz llegaba nítidamente a toda la provincia y a provincias vecinas.
Sin dudar ni un instante.Pero, para entender mejor esta historia se debe recordar que el diario El Liberal, fue una compra que hicieron, en partes iguales, los hermanos, José Francisco Luis y Antonio Castiglione. En la sociedad no tuvieron participación sus hermanos Mario, casado con Carmen Di Lullo, Rosario, casada con Francisco Cerro y Porcia, casada con Juan Rodríguez. Cada uno de los dos compradores originales, José y Antonio, tuvo cuatro hijos que heredaron el diario mitad y mitad.
El problema comenzó mucho después de que murieran, cuando apareció el Nuevo Diario, un emprendimiento de José María Cantos que, en un principio y visto a la distancia, parecía una causa destinada al fracaso. Hoy, los descendientes, por un lado, sostienen que José y Antonio hubieran manejado la situación de manera mucho más inteligente y por otro, que el empecinamiento de Julio César en combatir de frente a la competencia fue lo que los llevó a abandonar el barco de manera desordenada, precipitada, peleándose entre ellos, metidos en un barro que no habían pedido ni deseado.
Antes de seguir, debo avisar que mis padres fueron amigos personales de algunos Castiglione y mi tata, ingeniero civil desocupado, halló trabajo en El Liberal durante una etapa muy difícil de su vida, lo que agradeció trabajando de lunes a sábados y retribuyo de nuevo ahora, por si no lo hice antes. También me atajaré, por las dudas, de quienes sostienen que no se debe hablar mal de los muertos. Esto es historia y la historia por lo general se refiere a hombres muertos (Rosas, San Martín, Sarmiento, et al). Por otra parte, durante unos cuantos domingos los lectores de este blog han sentido tañer una campana, con la fuerza de la imbatible nostalgia de viejos periodistas, sus amables recordaciones, sus saudades y sus razones. Es hora de saber cómo suena la otra.
Para entender esta parte de la historia hay que saber que cada uno de los dos Castiglione dueños originales del diario, tuvieron cuatro hijos. A su muerte, a cada uno le correspondía un octavo de la herencia. O, lo que es lo mismo, cada uno de los descendientes de la segunda generación era dueña del 12 y medio por ciento del diario.
Sólo uno de los nietos de José, Gustavo Tarchini, sintió correr el río del periodismo en sus venas. Aficionado a la fotografía desde niño, se volvió profesional, llegó a ser subjefe de Fotografía del diario. Hoy, alejado de la empresa que fundó su abuelo, es un admirable profesional, que ha hecho de la imagen su modo de expresión, con alumnos que siguen sus técnicas y sus atinados consejos. Pero era nada más que una gota de agua en el desierto de vocación periodística de los nietos. En el resto de la familia no hubo uno solo al que le gustara el olor de la tinta de los diarios, el ruido de las rotativas, las anécdotas que se forjaban en las redacciones, sus eternas discusiones, sus amaneceres bohemios o la excitación porque al día siguiente tiene que salir una noticia suya que podría cambiar la historia de la provincia, de la ciudad, del barrio, del club o, aunque fuere, de una familia.
Fue grave que no hubiera un periodista en la familia, porque les podría haber dicho que en la pelea frontal que eligió llevar adelante Julio César contra Cantos, dueño del Nuevo Diario, ellos tenían todas para perder y Cantos llevaba todas las de ganar. Fue planteada desde el principio y desde los dos lados, como una riña callejera entre lustrines o changarines del mercado, y en esas disputas, como se sabe, no hay reglas, no vale eso de que no se debe pegar por debajo del cinturón. En las peleas en la calle hay que meterle el dedo en el upiti al adversario, pegarle una patada en los genitales, chujcharlo, escupirlo, echarle tierra en el ojo. A eso se dedicó Julio César desde que comenzó Nuevo Diario. Desde el otro lado, Cantos respondió con las mismas armas, tomadas de una manera quizá más burda, pero, y esto no es para exculparlo, usó lo que tenía a mano, sobre todo por su condición natural de peleador nato, experto en luchas en la calle, como que en su juventud había sido camionero. Quizás no escribía como ninguno de los Castiglione ni era abogado ni había leído mucho, pero tenía una perspicacia y una astucia a prueba de herederos de un imperio.
Mucho antes, en su etapa de empresario automotor, Cantos había ayudado económicamente a varios integrantes de la Democracia Cristiana, a adquirir la licencia de la radio LV11. Con su dinero, más la influencia de un tío de la señora del mismo Cantos, monseñor Ildefonso María Sansierra, obispo de San Juan, se hicieron con la única emisora de amplitud modulada de Santiago del Estero, cuya voz llegaba nítidamente a toda la provincia y a provincias vecinas.
Por problemas nunca bien aclarados, pero que en esta nota no vienen al caso, Cantos perdió todas sus empresas, salvo un campo y dos o tres propiedades más. En alguna de sus batalles legales para recuperar lo perdido, pidió ayuda al diario El Liberal y se la negaron, ni aún como solicitada accedían a publicarle sus razones en los juicios que llevaba adelante. Pero, a fines de la década del 80, recuperó la radio, los democristianos, amigos de Julio César, de mala manera, se la tuvieron que devolver, compró unas rotativas, más un sistema de cómputos, averiguó cómo era el negocio, tomó periodistas, entre los cuales había algunos experimentados y otros noveles, y puso un diario, en el que no solamente no pagaría por las solicitadas, sino en el que diría lo que se le antojara. Chau.
El diario El Liberal podría haber hecho lo mismo que cuando surgió otra competencia, el diario “La Calle” al que mató preparándose de antemano con un suplemento por día e ignorándolo por completo. Es más, en una oportunidad, cuando La Calle quedó sin bobinas de papel, los Castiglione se las ofrecieron. Y cuando cerró, algunos periodistas que habían trabajado ahí, pasaron a engrosar la nómina del diario El Liberal.
Pero esta vez era distinto.
Al parecer a Julio César le pesó su militancia democristiana y, en nombre de sus amigos de militancia, declaró la guerra a Cantos. Fue una contienda a cielo abierto y con las armas que hubiera a mano. El ochenta por ciento del resto de la familia Castiglione —quizás más —no estuvo de acuerdo. “No nos ha hecho nada”, decían. “No nos interesan tus peleas”, alegaban. Algunos Castiglione saludaban muy bien a José María Cantos cuando se encontraban por la calle, dolidos por ser casi protagonistas de una pelea ajena y cuyo final avizoraban.
En el camino, algunos Castiglione empezaron a vender su participación en el diario. Para salvar una cláusula que establecía que no se las debían ofrecer a quienes no fueran parte de la empresa o familia, acudieron a sus parientes Cerro Castiglione, cuyos padres no habían sido parte de la empresa, y supuestamente se las vendieron. Lo que no sabía el resto es que en realidad detrás de esos parientes habría estado Néstor Carlos Ick que, según sospechan integrantes de la familia que hablaron con la consigna de no mencionar sus nombres, envió un representante a todas las reuniones durante cuatro años, con lo que sabía de antemano qué decisiones tomarían, cuáles eran sus flaquezas, sus fortalezas. Y se enteraría de sus peleas internas, por supuesto.
Otra parte de la familia, vendió su participación a otro empresario santiagueño, Victorio Curi, que fue el primero con otro apellido en hacerse cargo de El Liberal desde que fuera comprado por los Castiglione. Asumió como director Gustavo Yocca, y la pelea, que antes era Castiglione contra Cantos, ya era de Curi contra Ick. Al final, con la ayuda de otros Castiglione, Ick se hizo con las acciones que le faltaban para alcanzar la mayoría y asumió la dirección su hijo Gustavo, que continúa hasta hoy.
Pinceladas de la guerra
** La guerra entre Castiglione y Cantos en algunos casos escaló a la Justicia, la manera más segura de seguir empatados porque casi nunca resuelve nada y este caso no sería la excepción. Julio César acusaba a Cantos de haberle atribuido la condición de homosexual. Cantos se burló del otro diciéndole “trolero” que, según el diccionario de la Real Academia significa “mentiroso, embustero, falso, cuentista, milonguero”. Igual, la gente común entendió el obvio mensaje.
** También cayó en la volteada el abogado Juan Rafael, a quien El Liberal acusó de haber “fatigado sus páginas” con escritos. Rafael replicó en el Nuevo Diario, mostrando una nota en que Castiglione le pedía la colaboración y lo felicitaba por sus opiniones.
** En una ocasión, en la Cámara de Diputados se debatió el caso de una famosa jueza, “estrella” por ese entonces en las páginas del Liberal. El periodista que cubría la Cámara al volver, dijo que la habían acusado de estar en tratos íntimos con un periodista del diario El Liberal, a quien pasaba sus primicias. Cantos desconfió y no dejó que se publicara. El Liberal en cambio, la publicó con el nombre y apellido de su propio cronista. Que luego le hizo un juicio a su periódico —y lo ganó —porque en el diario de sesiones no figuraba su nombre ni el de la jueza y en El Liberal sí.
** Para obligar a un resto ínfimo que todavía quedaba en manos de los Castiglione, los hijos de Virgilio, “Chilo”, Ick les avisó que elevaría el precio de las acciones de la Sociedad Anónima en que había convertido al diario. Según se dice, después de deliberar con que sí podrían comprar su parte, decidieron no hacerlo porque iban a seguir en minoría, en una empresa en la que, para peor, ya no tenían ningún poder de decisión. Fueron los últimos en abandonar la sociedad fundada por los abuelos.
Cuestión personal
Si el juez me preguntara si me caben las generales de la ley, diré que sí. Escribí, con firma y sin ella muchas notas en contra del diario El Liberal, desde las páginas del Nuevo Diario. Me parecía una guerra divertida, entretenida, en la que no iba nada en la parada, la observaba como casi todos los empleados, como algo ajeno pero interesante. Antes de pedir trabajo en Nuevo Diario, un mes después de que comenzó, me dije que no me lo darían, mi padre trabajaba en El Liberal, la guerra ya estaba declarada y suponía que no me querrían. Hacía unos años había pedido empleo a Julio César y me respondió que no podía dármelo, no sé por qué, pero estaba en su derecho. Ya estaba conforme en que no trabajaría en ninguno de los dos, cuando, sorpresivamente, me dijeron: “Mañana empiezas”. En el Nuevo Diario, por supuesto. Nunca me preguntaron por mi tata, jamás me presionaron por esa circunstancia, en algunas ocasiones me confiaron notas muy sensibles para sus intereses empresariales. Y me pagaron como todavía hoy lo hacen todos los empresarios de Santiago, mal y muchas veces a destiempo. No me quejo, el periodismo es mi pasión y Cantos ayudó a que la desatara todos los días durante algo más de veinte felices años que todavía, gracias a este blog, continúan.
Conclusión
Las notas que el amigo Alfredo Peláez publicó en el blog durante varios domingos, al parecer despertaron la memoria de muchos Castiglione, algunos de los cuales enviaron correos electrónicos, hablaron por teléfono, mandaron mensajes por interpósitas personas o me pararon en la calle para rectificar un asunto, puntualizar otro, desmentir datos o corregir informaciones. Debo esta nota a su generosidad. Y entiendo por qué no han querido que los mencione. Es una pelea que a varios todavía les duele en el alma pues abrió heridas muy profundas entre descendientes de dos hermanos que se querían mucho.
De todas maneras, debo señalar que es una lástima que el obituario de lo que fuera ese gran diario santiagueño, con más de cien años en las calles de las ciudades y pueblos de toda la Argentina, se escriba en un humilde blog, cuyo autor no está a la alturade los merecimientos de las egregias plumas que pasaron por sus páginas.
Eso es todo.
Pero si alguien tiene algo más para aportar…
Juan Manuel Aragón
A 29 de diciembre del 2024, en Chilca Juliana. Brindando por fin de año.
Ramírez de Velasco®
Solo conocí a algo castigaron y su familia.
ResponderEliminarUna pena perder un diario de tanto prestigio para santiago.
No sabia tanto detalle lo cual te agradezco mucho.
Y lamento mucho que un diario de fuste .ße pierda de esa manera. Pero teniendo a determinada gente de frente que en una gente se adueña de todo santiago..
En una sociedad enferma que de miedo y silencio es muy difícil ser libre.
Hay un artículo de Anna harén que describe mejor si lo encuentras te lo paso ..muy buen articulo y te felicito como persona y periodista de fuste Juan aragon.
Uhh si sabré más... también de firma non sancta se formó la fortuna de uno y otro. Intuyo por mero método inductivo.
ResponderEliminarDos cosas.
ResponderEliminarUna, en el artículo no se menciona la pelea con el gobierno de Juarez,que me parece,fue determinante en el debilitamiento de El Liberal. A qué se debe esa omisión?.
Otra. Me animo a poner en consideración un viejo RUMOR: Cantos,habría sido testaferro que administraba dineros ajenos,y las desavenencias con los democristianos tendrían ese origen.
Por último,celebro la publicación por cuanto ayuda a conocer procesos que se desarrollaron en nuestros medios de comunicación, que pocas veces son conocidos. Y a partir de conocimientos como estos, se comprende mejor el sentido de los mensajes mediáticos.
Las "Qujiotas con Faldas",los juicios laborales,multiplicidad de herederos,intereses ecleciasticos,y un grupo economico hegemonico y adios..................
ResponderEliminar"LA RAZON"
ResponderEliminarPero desde que la novia del demonio, la Razón, esa bella prostituta, interviene y se cree que es sabia, y que lo que dice, lo que piensa, viene del Espíritu Santo, ¿quién puede ayudarnos, entonces? Ni los jueces, ni los médicos, ningún rey ni emperador, porque la Razón es la mayor put....a del diablo.(LUTERO)
EL PENSAMIENTO ESRA LIBRE DE IMPUESTOS.....
ResponderEliminar" Y LA LIBERTAD ES LIBRE COMO VIENTO EN EL MAR"
ResponderEliminar(VELEZ MALICONDE)
LINDO EDITORIAL....
ResponderEliminarExcelente nota. Un aporte a la historia reciente de Santiago del Estero. Ojalá los historiadores profesionales y académicos, supieran escribir así... o por lo menos supieran escribir, digo por algunos noveles y no tanto.
ResponderEliminarUn Anonimo quiere publicar en esta seccion el primer editorial del diario EL LIBERAL Y NO PUEDE HACERLO,ALGO PASA................
EliminarMuy buena la nota, muy buena y descriptiva del proceso que llevo a un diario que parecía eterno - en sus propietarios -, a cambiar, en un giro increíble del destino, drásticamente de propietarios. Hay algunas cosas que faltan, - presunciones - , pero no se pueden publicar. Felicitaciones. Yo agrego, que en esta historia quedó patentizada la tremenda fuerza de voluntad, de dos personas que en su afán de riqueza y poder, no se achicaron ante nada. No eran pequeños burgueses, afrontaron todo, ...y bueno triunfaron, no importa como. No sé si fueron beneficiosos para la sociedad, pero su voluntad inquebrantable los llevo al éxito, ...a lo Nietzsche, creo...
ResponderEliminarFUERON Y DEJARON UNA ENORME HUELLA ,UNOS GRANDES PROGRESISTAS Y CIVILIZADORES ESTOS CASTIGLIONE,ADMIRABLE
EliminarESTE FUE EL PRIMER EDITORIAL DEL DIARIO EL LIBERAL AÑO 1898
ResponderEliminarche anonimo ¿ donde esta el primer editorial del diario?
EliminarES HERMOSO EL PRIMER EDITORIAL DEL DIARIO
ResponderEliminar¿DONDE ESTA EL PRIMER EDITORIAL?
EliminarY DONDE ESTA?
ResponderEliminarmmmmmmmm
ResponderEliminar¿y?
EliminarEl Liberal fue fundado el 3 de noviembre de 1898 por el activista político cordobés Juan Figueroa. La primera tirada fue de 200 ejemplares, impresos con una prensa manual
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ResponderEliminarhttps://bibliotecajwa.com.ar/santiago/doku.php/diario-el-liberal
LOD DEMONIOS DEL RITMO CON LEO DAN Y LOS DEMONIOS CRETINOS CON M. TATO
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