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CUENTO El 914 a la cabeza

Los astros dicen

“A Joselito le vivía rechazando notas, ya sea porque no quedaba bien parado un correligionario o porque quería otro enfoque”

Un día descubrimos que lo primero que hacía al abrir el diario, era buscar la sección “Los Astros Dicen”. Una de las chicas le preguntó de qué signo era. “Cáncer”, dijo, del 24 de junio. Nos dimos entonces a la tarea de torcerle el destino, cambiando levemente el horóscopo del día (Si tiene empleados a cargo, trátelos con amabilidad). Al principio era el cambio de lugar de una coma, un punto corrido una palabra más allá, cosas de nada. Después nos animamos un poco más, después otro poco. La señora era de Sagitario (No sea cargosa con quienes la aman), y tenía un hijo de Acuario (Los mayores son fuente de sabiduría, escúchelos), del 27 de enero, así que debimos intervenir también Sagitario y Acuario. Siempre en el escueto estilo de Télam, ya se sabe, una agencia de noticias seria, que mandaba el horóscopo casi como una yapa de la propaganda oficial.
A veces lo escribíamos a la siesta, entre varios que íbamos a esa hora y se armaban grandes debates. A Joselito le vivía rechazando notas, ya sea porque no quedaba bien parado un correligionario o porque quería otro enfoque. Joselito respondía que qué enfoque puede haber en una sesión de la Cámara, si un diputado dijo algo, lo dijo y punto (A veces lo mejor es entender todo de manera literal). Insistía en augurarle malas rachas, problemas en el hogar, disgustos varios o, directamente, la muerte (Tenga sus papeles en orden, por las dudas).
Los demás preferíamos irlo llevando. Cerca de las vacaciones, le empezamos a dar todo dulce porque si no, al que le pedía la primera semana de enero le daba la segunda, de puro gusto nomás, para arruinarle la licencia, de perro que era (Usted es lo mejor que tiene en la vida, cuídese mucho).
A esa altura ya sabíamos que conectaba todos los cablecitos de las estrellas, entonces le hacíamos un horóscopo para la hermana, (Esmérese en cuidar sus afectos familiares), para su amigo íntimo (Es hora de hacer una visita a alguien muy estimado), para el Gobernador (Hoy tomará una decisión trascendental para su vida y la de otra gente), y terminamos escribiéndolos todos. Habíamos intervenido “Los Astros Dicen”.
Las correctoras fueron las que primero se dieron cuenta, en vez de ir con el chisme, empezaron a hacernos pedidos especiales: “Mandale algo a mi marido, que anda medio bajoneado porque no consigue clientes”. (Ánimo, hoy será un buen día para vendedores, proveedores, mayoristas, usted puede). Después todos sabían en qué andábamos, alguno no se animaba a contarnos lo que le sucedía y nos dejaba un papelito: “Tiren buena onda para Géminis” (Los nativos de este signo pasarán un día bomba). “Uno de Leo me debe plata, díganle que me pague” (Honrar las deudas es de hombres de bien). La Mari, que era la chica que limpiaba la Redacción nos pidió palabras de aliento para su chango, que se iba a probar en Talleres de Córdoba (El deporte es una gran satisfacción en sí mismo, evita frustrarte si las cosas no salen como esperabas).
La siesta santiagueña suele ser dura en el verano, sin embargo, se empezó a poblar de periodistas, todos querían tener su momento de gloria, ya sea mandando mensajes a un amigo (Hoy será saludado por alguien especial) o dando ánimos a una señora que acababa de separarse del marido (La verdadera belleza es la interior, con eso basta para iniciar nuevos caminos).
Como se sabe el horóscopo no es considerada una nota por los lectores sino más bien un pasatiempo, como las palabras cruzadas, los chistes o las mentiras creativas del pronóstico del tiempo. Ninguno se daba cuenta de que leía el diario con más ganas después de informarse de su signo, el desayuno le parecía más amable, las facturas que le servían en el bar tenían otro gusto, más dulcemente exquisitas. (Acaricie su alma, dedique algo de tiempo para usted mismo).
Tuvo su momento de auge cuando por equivocación, le pusimos a todos los signos el mismo número de la suerte, el 914, que esa tarde salió a la cabeza. Casi se desbancó la Caja Social, que tuvo que pagar fortunas a quienes habían acertado.
Un buen día me fui del diario a hacer una revista y perdí de vista lo que había pasado con el horóscopo. Creo que siguieron un tiempo más, después volvieron a Télam y ahora que Télam ya no está más, quizás sacan de otro lado o no lo ponen, vaya uno a saber. Siempre ha sido una columna tenida a menos, como las de comidas, sólo que la voz de los astros es mucho más importante que los zapallitos rellenos. Además, quién va a cocinar llevándose de una receta sacada del diario, haga el favor, ¿quiere? (No se lleve de los procedimientos establecidos, lleve adelante sus propias fórmulas).
Una de las razones por las que los diarios no se leen, calculan muchos, es que le dan la redacción de una sección fundamental a tipos que creen en supercherías. Oiga, la vida no puede estar sujeta a las constelaciones celestes, ni de cerca, son macanas totales. (Aténgase a los datos de la ciencia y su día irá mejor). La sección más leída de un diario debería estar en manos de escritores con imaginación, redactores atentos, cronistas que lleven el pulso de la calle y sigan todos los días el pulso de la gente común, sin hacer caso de las estrellas, como si de una novela se tratara, siempre aconsejando a los lectores lo que más conviene para su vida (Colaborar con dinero para publicaciones diarias de internet agrada a los dioses, hágalo hoy, no lo olvide).
No cualquiera.
Juan Manuel Aragón
A 14 de febrero del 2025, en Suncho Pujio. Cavando un pozo.
Ramírez de Velasco®

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