Ir al contenido principal

MACHOS Pensamientos sobre fútbol

La pelota sí está manchada

Van para usted, reflexiones quizás desordenadas acerca de un deporte con personajes muy oscuros dando vueltas alrededor y sacando provecho

A continuación, algunos pensamientos desgajados y algo críticos sobre eso que llaman “Mundo fútbol”, un orbe que da de comer a muchísima gente, supuestamente porque el deporte aleja a los jóvenes de los vicios, mejor que jueguen en el potrero antes de que se droguen en el boliche, la pelota no se mancha y todo ese cúmulo de palabras hueras que suelen rodearlo.
1 Azul y amarilla, con una banda roja cruzando el pecho, celeste y blanca a rayas verticales, toda colorada, roja y azul, aurinegros. Tienen mil colores mezclados, a rayas, a cuadros, con listas horizontales, lisos, estampados. El universo del amor y el odio del fútbol pasa por las telas, los colores, los diseños, cuello, manga, sisa de esta prenda que, técnicamente, es ropa interior, parte de los lienzos, si se va a decir todo. Los amantes del fútbol, podría decirse, para empezar que son expertos en telas: batista, broderie, cotton, caten, elastizadas, escoceses, fibrana, gasa, interlock, jersey, algodón, modal, lino, lanilla, Oxford, piqué, plush, poplin, sarga, seda. El mundo de la indumentaria con sus diseños y colores ha sido hecho para ellos. Mire usté y tan hombrecitos que parecen, ¿no?
2 Pocos hinchas saben quién o quiénes andan detrás de las autoridades constituidas de sus respectivos clubes, quién les financió las campañas por las que accedieron a la presidencia quién los sostiene en el cargo y, sobre todo, qué le pidieron a cambio. A veces en los clubes hay movimientos inexplicables de jugadores, algunos muy buenos van al banco y otros más o menos entran como titulares, hay promesas que son vendidas en estado de expectativa, viejos y achacosos defensores que parece que nunca se van a jubilar, y nadie se explica por qué, nadie pregunta, todos defienden, se emocionan, corean cánticos que son iguales a los de las hinchadas rivales, pero de signo contrario. Y gritan, patalean, dan alaridos, sufren por algo que no entienden mucho.
3 Tal vez los financistas o espónsores de una campaña electoral exitosa sean los responsables de las oscuridades del movimiento de dinero de las instituciones deportivas argentinas. La afición, supuestamente principal destinataria de los afanes de sus autoridades, muchas veces ignora por qué se compra un jugador y no otro, por qué los altos precios de algunos y el regalo que se hace como un obsequio a clubes lejos o vecinos, de futbolistas con muy buen rendimiento.
4 Nadie sabe bien —menos averigua Dios y perdona —quiénes son los que negocian los contratos, qué hicieron para ser oficialmente representantes de jugadores, dónde hay que rendir qué materias para serlo, qué se debe tener, con qué documentos o antecedentes hay que contar ni quién lleva los legajos, si los hubiera o hubiese. Son agentes tenebrosos que pasan de un club a otro, de una camiseta a la siguiente sin que les mueva un pelo el amor que los hinchas (usté que es de los unos, su vecino que es de los otros y el de la otra cuadra que simpatiza por los de más allá), sienten por los colores de la tela de una camiseta.
5 Los jugadores mismos son soldados de un ejército con generales, coroneles, rangos, paradas, combates, tácticas, estrategias, uniformes, galas y putas al final del camino. Amados por cientos, miles o cientos de miles de simpatizantes, no tienen problema en jugar hoy por un club, mañana por otro y pasado mañana quién sabe. Están ahí por la plata, lo mismo que los representantes, los dirigentes, las autoridades de instituciones que muy poco tienen de entidades deportivas sin fines de lucro. Hace poco dio risa la supuesta polémica entre capitostes del fútbol argento y el gobierno, que quería convertir los clubes en sociedades anónimas. ¡Hombre!, alguien debería haberle avisado al energúmeno que diz que gobierna el país, que la mayor parte de los grandes clubes del país son sociedades anónimas a la criolla desde hace por lo menos 50 años.
6 Todos lucran con el fútbol, desde el supuestamente humilde trabajador que amenaza a los automovilistas con romperles el vehículo si no le pagan una tarifa casi siempre abusiva, hasta el más encumbrado jugador de cualquier equipo. Pasando por los periodistas, que a veces parecen los personajes tontos de la historia, fabricando legendarios relatos heroicos de un juego de niños.
7 Espere, debe haber un aparte para ellos. Si usted es periodista deportivo, cada vez que vea algo raro, una matufia, un negociado, cállese y no lo diga, escóndalo, no lo muestre, luego escóndase detrás de los códigos del fútbol, que es otro de los nombres de la “omertá”, el silencio como escudo para grandes negocios en ese ambiente. Muchas veces sin ir nada en la parada, cumpliendo sólo lo que llaman línea editorial de la televisión, la radio, los diarios, los cronistas, los relatores levantan o le bajan el precio a un equipo, a un jugador, a un representante a un club, a una hinchada. Lo peor es que lo hacen por un comercio que sólo les entrega los últimos restos que caen de la mesa de los que comen migajas. Y millones de hinchas de todos los equipos de la Argentina, hacen un coro infernal de chillidos festejando el negocio multimillonario que hacen otros. ¿No le ha sucedido que usted, su familia, sus amigos, sus vecinos, ven en un partido lo mal que jugó uno y después en la televisión lo alaban como si hubiera sido Maradona? Bueno, es porque hay un reverendo tongo, pongalé la firma.
8 Lo peor de todo, lo que más pena ajena provoca es que, tratándose de un deporte tan machista, con códigos de vestuario con olor a ishpa masculina, sudor rancio y testículos peludos, son todos homosexuales, gays, putos, en una palabra. Si ganan es porque han roto el orto a los contrarios, si pierden, les rompieron el culo a ellos. Activos o pasivos, todos tuercen la manito.
9 De forma.
Juan Manuel Aragón
A 4 de febrero del 2025, en Monte Potrero. Cuereando un chelco.
Ramírez de Velasco®

Comentarios

  1. En primer lugar, faltó una alusión a la azul y roja de los gloriosos gauchos. Eso me hace pensar, con satisfacción, que al club no le aplica todo lo que se menciona después. Y debe ser así nomás porque es un club que no hace los "milagros" de ganarles a todos los clubes del país. Sorprende que a nadie se le mueva un pelo y no considere cuando menos extraño el alcanzar tamaños logros.
    En segundo lugar, no veo mal que un jugador cambie de club y le dedique todo su esfuerzo a cada uno. Eso es profesionalismo y es una obligación de un empleado para con cada institución, organización o empresa que lo contrate. Lo que definitivamente me parece ridículo, hipócrita y sobreactuado es que pidan perdón a la tribuna cuando hacen un gol al equipo anterior, o cuando besan el escudito de la camiseta.

    Por todo lo demás, excelente artículo y muy atinado análisis.......aunque todo lo que los hinchas dejen pasar sea justificado porque "el fulbo es un sentimiento", que es otro de los clichés de la omertad.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares (últimos siete días)

DESPEDIDA Hasta la próxima Chacarera Musha (con vídeo)

Velorio de Musha, con música A último momento, cuando ya no quedaba mucho por hacer, se pensó en traerlo a La Banda, pero ya era tarde, la enfermedad estaba ganando Por Alfredo Peláez, “Fredy” Tenía un aprecio especial por Musha. Muchos años de amistad. Era como de la familia. Vi todas las fotos y leí todo los posteos que se publicaron en las redes con motivo de su fallecimiento. De todas la que más me gusto, fue una despedida que decía: "Hasta la próxima chacarera". Y sí. "Musha" Carabajal era pura chacarera. En los escenarios, solía gritar anta cada tema con voz impuesta: "Chacareraaa…". De su círculo íntimo, me contaron, que cuando ya no había nada que hacer, cuando la situación era irreversible, se pensó con SADAIC en trasladarlo a La Banda para que se apague su vida en la tierra que lo vio nacer un 2 de junio de 1952. Fue imposible. "Musha" ya no podía moverse. La terrible enfermedad que padecía le estaba ganando la batalla final. A sus amig...

CARABAJAL Los tres Petecos de la historia

El tercer Peteco de la historia Antes del conocido Peteco Carabajal, hubo otro que también llevó su apodo y antes de él, otro más, y  Chaca como hilo conductor Lo que pocos saben de la historia es que antes de Peteco Carabajal, hubo otro Peteco y antes de él, otro más y son esas leyendas que circulan en las familias, pasando de generación en generación, siempre recordadas y perpetuadas en las voces de quienes las atesoran para siempre. A Eduardo Carabajal le dicen “Chaca”, desde pequeño, y la historia de por qué le quedó el apodo sí es sabida por muchos. Cuando era chico, su tío Carlos no andaba muy bien económicamente. La música, el arte es así, o, lo que es lo mismo, los Carabajal no eran tan conocidos como se hicieron después de mucho andar. El padre de Zita, la esposa de Carlos, trabajaba en una panadería y le enseñó al yerno a hacer chipacos. Dicen que le salían muy ricos, crocantes y sabrosos. Y lo mandaban a Eduardo, entonces muchacho de unos diez años, a venderlos en un can...

SAUDADES El cuadro de la abuela

Frente de una casa antigua “En el medio, como chorizos superpuestos y una tras otras, la pieza de los padres, después la de los abuelos, la de los tíos…” Me gusta el liviano aire que portan las casas viejas, que tienen un aparente desorden en las cocinas con el que las abuelas suelen confundir a la gente que llega por primera vez. Me gusta cuando las conozco, cuando me dejan pasar a ese lugar sagrado, que solamente era profanado por los íntimos, y también por el electricista, el gasista, el plomero, cuando llegaban, tras un pedido de auxilio. En ocasiones, como esta madrugada de domingo en que escribo mi diaria crónica, algo en el aire trae el recuerdo de aquello y crece en el pecho un rencor añejo, por las cosas que no están, porque no hicimos mucho para retenerlas y porque, de alguna manera que no sabría explicar, podríamos haber cubierto de eternidad aquellos tiempos y no lo hicimos, ¡caracho! Le cuento por si lo ha olvidado o no lo experimentó, en esas casas había una sala española...

RECURRENCIA Tu perro es sólo un perro

Choco sin raza, obvio No es parte de tu familia, nunca lo será, porque la familia es el proyecto de vida que forman un hombre y una mujer para tener hijos y criarlos sanos y buenos Es sólo un perro, es sólo un perro, es sólo un perro. No, jamás será un ser humano, aunque pasen mil años él, su cría y la cría de sus crías, jamás serán gente. Seguirá siendo un perro, un triste perro. Un animal, ¿entiendes? Es animal y por lo tanto irracional, no razona, no piensa como vos, tu marido o tu señora. Y aunque estamos en pleno tiempo de autopercepción sensiblera, compasiva y tierna, no lo voy a reconocer como tu hijo. No es tu hijo. ¿Vos lo ves así?, bien por vos, para mí no lo es. Dile Pedrito o María Eugenia, para mí es lo mismo, es decir un perro, un pichicho, un choco, un firulais, como lo llaman los mejicanos. Y no, no me gusta tu perro, no es agradable, ¿no ves que tiene cara de perro?, ¿cómo quieres que me guste? Tampoco voy a tener la cortesía de decirte que es lindo. Porque, disculpame...

CUARESMA Tentado por el Diablo

Las imágenes se cubrían con un velo morado Lo que no se podía hacer antes porque era un tiempo de penitencia, oración, rezos, reflexión y arrepentimiento En esos tiempos nos preparábamos, de chicos, para algo terrible, íbamos a matar a Nuestro Señor Jesucristo el Viernes Santo, mientras recordábamos los 40 días que pasó en el desierto siendo tentado por el Diablo. Capaz que no sea una definición exacta de la Cuaresma, pero en eso creíamos. Debíamos hacer un sacrificio por día, además de comer menos, no podíamos cantar ni tocar ni oir música y, en lo posible, tampoco reírnos. El Diablo había tentado a Nuestro Señor Jesucristo con los reinos del mundo, su pompa, su boato, la admiración de las multitudes, quizás también mujeres, pensábamos nosotros, que éramos chicos. Y se la había bancado. A nosotros nos pedían solamente un pequeño sacrificio por día y no comer postre pongalé. No era mucho en comparación, pero costaba. Las madres repetían que, si no nos gustaba el dulce de membrillo, dej...