La estatua del parque Aguirre |
La triste historia de un ave nocturna condenada a desaparecer de Santiago
Mucho después llegaron los problemas con mi hermano, me difamó diciendo que lo maltrataba y por eso me dejó en la rama más alta de un quebracho para condenarme a llamarlo eternamente, siempre en vano, aullando mi lúgubre grito: ¡Tuuuraaayyy…! Ahá, eso fue cuando ya me conocían en el pago, yo estaba aquí mucho antes de esa historia. Si quiere, le cuento cómo llegué a este exacto lugar y me quedé a vivir para siempre.Aquí me apodan Kakuy, pero mi nombre verdadero es Urutaú del Paraguay. Mucho antes de que en Santiago me cayeran en cuenta, el poeta Carlos Guido Spano me había dedicado unos hermosos versos, por su oposición a la Guerra de la Triple Alianza, en la que, entre tres países masacraron a los bravos paraguayos. Su poesía más conocida empieza de esta manera: “En idioma guaraní, // una joven paraguaya // tiernas endechas ensaya // cantando en el arpa así, // en idioma guaraní: // ¡Llora, llora urutaú! // en las ramas del yatay, // ya no existe el Paraguay // donde nací como tú // ¡llora, llora urutaú!”.Triste destino el mío, la guerra contra los *cambá me hizo emigrar de mi país, anduve errante durante un largo tiempo por Bolivia, Brasil, Chile, hasta que llegué a los bosques de Santiago y me gustaron, eran tranquilos, silenciosos y umbríos de noche, como me gustaron siempre, parecidos a los de mi amado Paraguay. Pensaba irme a visitar otros lugares del mundo, pero por una cosa o por otra me fui quedando y quedando, hasta que me hice criollo de este pago santiagueño.Mucho tiempo viví tranquilo, sin que nadie me molestara. Para el verano atronaban las hachas de los **chimberos labrando postes de quebracho colorado, haciendo leña para las panaderías o los ingenios de Tucumán, rodrigones para los viñedos mendocinos. Pero igual era una vida tranquila.
Recién me empecé a preocupar con la llegada de las topadoras, pero, ¿qué podía hacer yo, sencilla ave del bosque, contra semejantes máquinas? Respuesta, nada. Me fui replegando, cada vez más lejos de mis lugares originales, apartado de los pagos que solía frecuentar, amontonado con las corzuelas, los hualus, las palomas y el resto de los animales, en las cortinas forestales que dejan en sus grandes y desoladas fincas, esos que llaman productores del campo.
Aunque a duras penas sobreviví, sentía que me faltaba algo, tenía un vacío en el alma que no se llenaba con nada, un desasosiego de existir, pero a la vez no sabía qué era lo que me traía intranquilo, nervioso. Un día agarré y me vine a la ciudad a hacerme ver con el especialista. Me dijo que sufría el mal de la duda existencial de los condenados a muerte, es decir, no sabía si subsistiría o no.
—¿Cómo se cura, doctor? — le averigüé.
—Tendrías que hallar la manera de perpetuarte.
—Tengo varios hijos, si se refiere a eso.
—Puede ser una solución, pero no va a funcionar con vos, porque tus hijos no te van a sobrevivir.
A pesar de que ya lo sabía, que me lo diga otro fue muy fuerte, me entristeció mucho, quedé hecho pedazos por dentro. Largo tiempo anduve pensando en qué hacer para, al menos durar más que mis hijos, mis nietos.
Y un buen día tomé la decisión de hacerme de piedra para quedar existiendo siempre en mi propio ser. Endurecí las alas, los ojos, el corazón, los pulmones, el hígado, los riñones, todo. Ahora miro a todos desde una rama, allá arriba, siempre quieto, la cabeza ladeada como mirando al Cielo. Las siestas de verano, los municipales suelen encender una fuentecita para refrescar a los viandantes, los eucaliptos me acarician con sus cantos en el correr del viento, me rodean las cuatro estaciones de mármol.
A veces el chango le dice a la chica:
—Nos vemos en el Kakuy del parque Aguirre. A la misma hora, mi amor.
©Juan Manuel Aragón
* Para los paraguayos, los enemigos en la Guerra de la Triple Alianza.
**Labradores de postes de terrenos ajenos.
Excelente narración! Me gustó mucho la forma en que colocas al kakuy en Santiago. Realmente inusual y bella. Aplausos Juan Manuel!!
ResponderEliminarMuy bueno Juan Manuel realmente muy buena pluma ...te felicito
ResponderEliminarArq lopez ramos