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CONSEJOS Decálogo para el trabajo (más yapas)

Trabajadores de la construcción
en negro (no les dan  ni casco)

Qué hacer frente al mundo laboral cuando alguien tiene poca experiencia

Consejos para mi chango que ahora tiene cuatro años, para cuando ingrese al mundo laboral.
Uno. Un trabajo es un trabajo, no importa lo humilde que parezca. Siempre y cuando no seas caficho, vendedor de merca, gigoló, asesino a sueldo o alguna otra actividad ilegal, contra las buenas costumbres o lo que tu madre y yo consideramos tal.
Dos. Todo laburo merece la misma consideración. Siempre hay que llevarlos adelante de la mejor manera posible. No hay laburitos de segunda. Si uno se comprometió a hacer algo, debe hacerlo de tal forma que, quien vea el resultado note la diferencia.
Dos (bis). Sonríe, siempre sonríe. Que nadie sepa que no te gusta el trabajo, que te pagan menos que una miseria, que no estás a gusto porque tus jefes no valen un carajo. Si vas a pasar más de la mitad de tus horas en esa sucia oficina, que sea con alegría.
Tres. La paga, el sueldo, la recompensa, el salario, es otra cuestión. Siempre hay que decir cuánto va a costar lo que uno hace. Si el otro acepta, no hay por qué hacer agregados de última hora como el albañil que sorprende con: “Jefe, ese precio era sin la pintura”.
Cuatro. Si te pagan poco, algo que indefectiblemente va a ocurrir en tu vida, pedí un aumento. Si no te lo conceden tienes tres opciones: a), renuncias en el acto, b), te la aguantas c), avisas que seguirás hasta que consigas algo mejor o d), no avisas  nada y apenas te ofrecen algo más, te marchas.
Cinco. Si te quedas, siempre darás lo mejor de vos. Nunca te tirarás a chanta ni harás mal las cosas ni las dejarás a medias ni te irás más temprano ni dejarás mal a quien te emplea ni hablarás mal de él. Tampoco es excusa para hurtarle nada.
Seis. En casi todos los trabajos ser puntual es la mitad de la tarea, si vas bien vestido, no digo de traje, corbata y gomina obviamente, pero si te presentas limpio y aseado, tienes un puntito más. Jamás dejes que te pidan que laves el overol o el delantal, ¡qué vergüenza!
Siete. No regatees el trabajo de los demás de la misma forma que no te gusta que regateen el tuyo. Si te parece caro lo que te cobran, buscá a otro que lo haga por menos precio. Pero, así como el primero no te ofreció una rebaja, tampoco rebajes tu precio.
Ocho. Cuídate de quienes ofrecen mucho dinero por poca tarea. No digo que no aceptes, pero primero estudia bien qué debes hacer, pregunta a quienes trabajaron ahí antes y averigua cuáles son las condiciones. Si hay gato encerrado, no aceptes.
Nueve. A veces te preguntarás cuál es el precio justo a pagar por un trabajo. Si no lo sabes, atenete a lo que marca el convenio colectivo, que es, al menos en la Argentina, una ley, tanto para tu empleador como para vos.
Diez. Respecto al punto anterior. Recordá que casi todos los sindicatos acordaron un sueldo mínimo, fijado solamente para que sus agremiados no se mueran de hambre. Si te pagan menos, es miseria. Si no tienes más opciones, aceptá. Y en cuanto puedas, huye.
Yapa I. Si vas a tener empleados y para que tu negocio cierre debes tenerlos en negro o pagarles sueldos de esclavos, mejor no lo encares. Si su mala paga es la plusvalía que engorda tus lujos, es peor, porque estafas a quien trabaja para vos, a sus hijos y a la sociedad.
Yapa II. Un trabajo es un trabajo, no importa lo humilde que parezca. Trata con respeto y consideración a quien limpia tu negocio como al gerente. No olvides que alguna vez fuiste quien limpiaba. Si el mundo es redondo y da vueltas, podrías estar de nuevo en ese lugar.
©Juan Manuel Aragón

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