El cadáver en su cajón |
El 29 de junio de 1987, roban las manos del cadáver de Juan Perón, su gorra militar, su espada y un poema
El 29 de junio de 1987, robaron las manos del cadáver de Juan Domingo Perón. Quienes profanaron la tumba, se llevaron también su gorra militar y su espada, lo que conmovió a la Nación y generó múltiples teorías sobre los motivos detrás del robo.Perón murió el 1 de julio de 1974 y fue embalsamado para ser enterrado en un ataúd en la tumba familiar del Cementerio de la Chacarita, en Buenos Aires. Su tumba permaneció intacta hasta que, trece años después, el Partido Justicialista recibió una carta anónima afirmando que las manos de Perón habían sido robadas. Se exigía un rescate de 8 millones de dólares para su devolución.Al verificar la tumba, las autoridades confirmaron la profanación. Los expertos forenses determinaron que la mutilación ocurrió pocos días antes del descubrimiento. Mientras algunas fuentes iniciales sugirieron que las manos se habían retirado con un instrumento quirúrgico, informes posteriores indicaron que se utilizó una sierra eléctrica. Un poema que Perón había escrito a su última esposa, Isabel, también fue sustraído.El Partido Justicialista, liderado por Vicente Leónidas Saadi en ese momento, se negó a pagar el rescate. La investigación criminal estuvo a cargo del juez Jaime Far Suau, quien lideró el caso hasta su misteriosa muerte en un accidente automovilístico el 22 de noviembre de 1988. Este accidente, junto con otros incidentes fatales relacionados con el caso, levantó sospechas de posibles atentados. Juan Ángel Pirker, jefe de la Policía Federal que investigaba el caso, fue encontrado muerto en su despacho por un supuesto ataque de asma, y Luis Paulino Lavagna, sereno del Cementerio de la Chacarita, murió bajo circunstancias sospechosas que luego se confirmaron como un asesinato a golpes.
A pesar de las múltiples detenciones y procesamientos, nadie fue acusado en relación con la profanación. Los investigadores manejaron diversas teorías, una de las cuales sugería la posible implicación de los servicios secretos argentinos, dado que los profanadores accedieron al mausoleo usando una llave.
La transición democrática en la Argentina, que comenzó en diciembre de 1983 con el gobierno de Raúl Alfonsín, incluyó la designación de Lucía Alberti como administradora del Cementerio de la Chacarita. Ella estuvo acompañada por Carlos Bello, relacionado con grupos de hinchas de fútbol, lo que añadió una capa de complejidad a la investigación del robo.
En 1994, la investigación se reabrió tras el hallazgo de un juego de llaves del cementerio en la comisaría 29, pero en 2008 se robaron expedientes cruciales del juez encargado del caso. La teoría vigente apunta a un móvil político, descartando la hipótesis económica que sugería que el robo estaba vinculado a un anillo con la clave de una supuesta caja fuerte en Suiza.
La conexión con la logia masónica P2 (Propaganda Due), de la cual Perón habría sido miembro, también ha sido objeto de especulación. En su libro "Perón, la otra muerte" (1997), los escritores Damián Nabot y David Cox sugieren que la logia podría haber estado involucrada en el robo, como parte de un ritual masónico.
El robo de las manos de Perón es mencionado en la novela "Logia", del 2014, del chileno Francisco Ortega, que explora la supuesta conexión entre Perón y la P2. Además, la antropóloga argentina Rosana Guber ha interpretado el robo como un símbolo del intento de desestabilizar la democracia recuperada en 1983 tras la dictadura. Ella sostiene que las manos de Perón eran vistas como un símbolo de su poder, y su robo, más que un acto criminal, tenía un profundo significado cultural y político.
Lyman Johnson, por su parte, vio el desmembramiento como un catalizador para destruir el culto simbólico de Perón, argumentando que con las manos desaparecidas, su cuerpo perdió relevancia y su figura religiosa se redujo en comparación con la de su segunda esposa, Eva Perón.
El caso ha inspirado obras de ficción como "Las manos de Perón", del 2016, de Julio Carreras, que utiliza la profanación de la tumba de Perón como punto de partida para su narrativa.
A pesar del paso del tiempo, el robo de las manos de Juan Domingo Perón sigue siendo un misterio sin resolver, con sus restos descansando actualmente en el mausoleo de la Quinta de San Vicente, bajo estrictas medidas de preservación.
Juan Manuel Aragón
©Ramírez de Velasco
"¿Usted quiere algo? Vaya y róbelo. Total, en definitiva, no pasa nada". Cualquier cosa, hacemos como Homero Simpson, que siempre culpa al odiado vecino.
ResponderEliminarEs más fácil hacer correr una mentira que recorrerá el mundo que una verdad sea escuchada sin siquiera haber podido expresarla
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