![]() |
Santa Catalina de Siena |
El 25 de marzo de 1347 nace Catalina de Siena, laica de la Tercera Orden Dominicana y mística destacada en la Iglesia católica, que la venera como santa
El 25 de marzo de 1347 nació Catalina di Jacopo di Benincasa, conocida como Catalina de Siena. Fue una laica perteneciente a la Tercera Orden Dominicana y una mística destacada en la Iglesia católica, que la venera como santa. Ejerció una notable influencia en la política papal e italiana mediante una extensa correspondencia y su apoyo activo a diversas causas. La Santa Sede la reconoce como copatrona de Europa e Italia, además de doctora de la Iglesia, debido a su significativa producción teológica. Su impacto también se refleja en la literatura italiana de su época. Mruió el 29 de abril de 1380 en Roma.Vivió en el siglo XIV y se distinguió como predicadora y escritora, además de desempeñar un papel clave en el retorno del papado a Roma desde Aviñón. Su popularidad y devoción son evidentes en las numerosas fundaciones, iglesias y santuarios de la Orden Dominicana que la honran.Pertenecía a una familia de clase media-baja en Siena, dedicada principalmente a la tintorería y al notariado, conocida como “la fiesta de los 12”, un grupo que gobernó la república de Siena entre 1355 y 1368. De niña, su alegría le valió el apodo de Eufrosina, que significa “alegría” en griego. No recibió educación formal, pero a los cinco años tuvo una visión de Cristo que despertó su inclinación por la oración y la soledad. A los siete años, se consagró a la castidad y comenzó prácticas de mortificación. A los doce, sus padres intentaron arreglarle un matrimonio, pero ella se negó, cortándose el cabello y cubriéndose con un velo. Aunque la obligaron a realizar tareas domésticas para disuadirla, su determinación creció. Un día, mientras oraba, una paloma se posó sobre su cabeza, lo que convenció a su padre, Jacobo, de la autenticidad de su vocación.
A los dieciocho años ingresó en la Tercera Orden Dominicana y adoptó una vida austera, usando cilicio y practicando ayunos extremos, alimentándose únicamente de la Eucaristía. Estas disciplinas las llevó adelante en soledad durante los primeros años de su vida adulta. En 1366, en la basílica de Santo Domingo en Siena, experimentó lo que describió como un matrimonio místico con Jesús. A partir de entonces, tuvo visiones frecuentes, incluyendo una de Cristo en su trono acompañado de San Pedro y San Pablo. Ese mismo año, tras la muerte de su padre y un golpe de estado en Siena, su salud comenzó a deteriorarse.
En 1370 afirmó haber recibido visiones del infierno, el purgatorio y el cielo, tras las cuales una voz le indicó que dejara su retiro y se involucrara en la vida pública. Comenzó a escribir cartas a personas de diversas condiciones sociales y a autoridades italianas, abogando por la paz y el regreso del papa a Roma desde Aviñón. Mantuvo correspondencia con Gregorio XI, a quien exhortó a reformar el clero y los Estados Pontificios. Durante la peste de 1374, asistió a los enfermos y, según relatos, realizó algunos milagros. En 1375, mientras estaba en Pisa, recibió estigmas invisibles, que le causaban dolor sin dejar marcas visibles.
En 1376, fue enviada a Aviñón como emisaria de Florencia para negociar la paz con los Estados Pontificios. Su presencia impresionó a Gregorio XI, quien decidió regresar a Roma en enero de 1377. Más tarde, Catalina trabajó para reconciliar a Florencia con Urbano VI, sucesor de Gregorio XI, logrando un acuerdo en julio de 1378. Durante el Cisma de Occidente, apoyó a Urbano VI y se trasladó a Roma, donde vivió hasta su muerte a los treinta y tres años. Su cuerpo fue inhumado en la Basílica de Santa María sobre Minerva, aunque su cráneo fue trasladado a Siena en 1384 y un pie se conserva en Venecia.
Entre sus seguidores destacaron fray Raimundo de Capua, su confesor y biógrafo, y Estefano Maconi, uno de sus secretarios. Raimundo escribió La Leyenda, una biografía completada en 1395, mientras que Tomás Caffarini, otro discípulo, elaboró el Suplemento y la Leyenda Menor. Catalina dejó una obra escrita significativa, incluyendo el Diálogo de la Divina Providencia, compuesto durante un éxtasis en 1378, además de 381 cartas y 26 oraciones, consideradas un testimonio clave de la literatura toscana vernacular.
Murió en Roma el 29 de abril de 1380, debilitada por sus intensos ayunos. Urbano VI presidió su funeral y su cuerpo fue enterrado en la Basílica de Santa María sobre Minerva.
Tras su muerte, la devoción hacia ella creció rápidamente. Fue canonizada por el Papa Pío II en 1461. En 1866, Pío IX la nombró patrona de Roma, y en 1939, Pío XII la designó copatrona de Italia junto a San Francisco de Asís. El 4 de octubre de 1970, Pablo VI la proclamó doctora de la Iglesia, siendo la segunda mujer en recibir este título después de Santa Teresa de Ávila. En 1999, Juan Pablo II la declaró copatrona de Europa.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
Comentarios
Publicar un comentario