Novios, mujer y hombre |
Muchos santiagueños rebeldes educan a sus hijos para que sigan su impulso y les gusten las mujeres y lo mismo a sus niñas: pretenden que el día de mañana gusten de los hombres
Pasan los años y, a pesar de la propaganda en contra, en Santiago sigue habiendo hombres a los que les gustan las mujeres y viceversa, mujeres que quieren ser amadas por hombres. No es un dato menor el hecho de que la sociedad santiagueña haya elegido vivir a contrapelo de la propaganda moderna y progresista, de tinte casi universal que sostiene que las relaciones entre gente de distinto sexo esconden en el fondo una pelea de poder, sometimiento y violencia.Es decir, los santiagueños en su gran mayoría creen en que el adecuado amor entre hombres y mujeres es fructífero, pacífico y —hay que decirlo— se da entre personas que, siendo desiguales, se ayuntan en una familia para engendrar otras vidas.Esta gente ha hecho de la rebeldía una forma de vida y como símbolo de una resistencia activa, elige tener hijos, mantenerlos, criarlos, educarlos en la minoritaria fe católica, en alguna otra o en ninguna, e inculcarles rebelde idea de que para un hombre no hay como una mujer para compartir la vida y para la mujer, lo mejor si quiere constituir una familia es hallar el hombre adecuado.Estas revolucionarias opiniones se dan en un mundo que ha hecho de la ausencia del sexo en el idioma, una causa contra la familia y los valores que provocaron que la Argentina y otros países de la región y el resto del mundo, fueran grandes, prósperos y con un pueblo feliz, educado, trabajador y plural.
Vamos a ver, estos santiagueños piensan que hay dos sexos, a saber: masculino y femenino. Además, sostienen que renegar de la condición de hombre o mujer y pedirle al Estado ser considerado lo que no es, sería lo mismo que solicitar en una oficina pública ser más alto o más bajo, tener la frente despejada, caminar con gracia o ser considerados árboles, jirafas o sombreros de copa y que la Oficina de Concesión de Deseos Imposibles, por ponerle un nombre, le otorgue al pelado tener pelo, al petiso ser alto, a la mujer ser hombre, al rengo igualar las piernas o al lindo ser feo. Como si la paloma pidiera ser cóndor o el león, hiena. Ir contra la naturaleza es medio ridículo, ¿no?
Los santiagueños motivo de esta nota no sostienen una versión conspirativa de la historia, sin embargo, creen que, desde usinas internacionales de poder, se aviva la fogata de una vaga y malsana ideología de género, como una forma de humillar a la humanidad hasta ponerla en subsuelos inimaginados de sometimiento y tras su esclavización, intentar que consuma las porquerías que fabrican en el llamado Primer Mundo, desde bebidas hasta barcos de guerra, pasando por pastillas abortivas, ropa y pornografía.
Piensan que nada es por nada, sino que hay detrás de todos esos movimientos supuestamente progresistas, a los que llaman regresistas, el perverso deseo de ofrecer como bueno todo aquello que la ciencia es capaz de producir, sólo porque alguien lo vende.
En esta provincia quizás sea una gran mayoría la que —todavía— piensa que sería mejor que su hija encuentre un buen muchacho para casarse cuando tenga edad, y su hijo también lo haga con una buena mujer. Son pocos los que desean una mujer para su hija y un hombre para el varoncito. Lo curioso es que este pensamiento nada profundo lo guarda en su corazón, gente que se podría considerar tradicionalista, conservadora o retrógrada, y muchos adherentes a la ideología del "mi cuerpo es mío".
Creen que el progresismo, en el fondo, es el liberalismo llevado a sus extremos, estirado como chicle o, para decirlo en palabras que quizás entiendan mejor, una desviación burguesa, que usa algunas palabras, poses y eslóganes supuestamente socialistas, para consumar en su propia sociedad, el triunfo del capitalismo más extremo y brutal, de los anarcos—libertarios furiosos.
En este caso, Ramírez de Velasco adhiere con la fuerza de una nota editorial, a las ideas de la mayoría. Es más, piensa, siguiendo a la lógica constitucional que rige la sociedad argentina desde 1853, que las minorías cuando opinan, son muy respetables, pero los que son mayoría deben marcar el camino a las minorías y no al revés, si no, de nada servirá votar. Sobre todo, cuando se trata de nuevas ideas que se quieren imponer sobre instituciones más que milenarias, fundadas no solamente en las religiones que las apoyan, sino también en el sentido común.
Para que una sociedad avance hacia un mejor futuro y siga subsistiendo en el tiempo, se necesitará siempre que a los hombres les gusten las mujeres y a ellas los hombres. Lo demás es puro palabrerío sin fundamento en la naturaleza, en la ciencia ni, mucho menos en la religión, cualquiera sea.
©Juan Manuel Aragón
Opinión
Juan Manuel. La gran mayoría de los habitantes del planeta mantienen la posición de que hay sólo dos sexos y creen en la unión de hombres con mujeres. Solo que es una mayoría cobarde, que cree que es mejor no involucrarse y callar. Hay una minoría ruidosa, compuesta por activistas que viven de fondos de ONGs (o sea dinero de la mayoría cobarde), dedicada a imponer ideas a través de las instituciones que pueden cooptar.
ResponderEliminarY otra aclaración. Los criterios democráticos constitucionales aplican sólo a nivel político-institucional. En una empresa, por ejemplo, al igual que en mi casa, cuando eramos chicos, el concepto de democracia no existe. Esas minorías activistas lo entienden mejor y por eso imponen sus ideas sin tener en cuenta lo que piensen los demás. La única manera de contrarrestar es reafirmando posiciones en clara oposición a esas ideas, sin muchas contemplaciones.
Clarísimo, Juan Manuel. Adhiero parcialmente al comentario de Horacio Ibarra. Creo que no se trata de una mayoría cobarde, si no más bien que, dentro de esa mayoría, hay gente que no quiere recibir insultos de gente a la que no se la va a convencer de lo contrario a lo que le han inculcado los jefes del movimiento que siguen. También hay gente tan ocupada que no tiene tiempo ni ganas ni siquiera para enterarse de la existencia de quienes dicen elegir lo que son.
ResponderEliminarPura exageración A la mayoría les gusta el sexo opuesto. Pero porque no dejan tranquilo a los que les gusta el mismo sexo. No los jodan, ellos no embroman a los que les gustan, los opuestos, tienen derecho a ser reconocidos. O volvamos a esos hermosos tiempos en que se quemaba vivos a los homosexuales. O no se acuerdan de CAMILA O GORMAN, ...HA FELICES EPOCAS AQUELLAS CARAJO ...!! ESos eran gobiernos, y no estos liberales !! Dos más dos es cuatro, el Sol gira alrededor de la Tierra, la Relatividad es una mentira, para dominar el mundo, el universo existe desde hace solo dos mil años....la mona Lucy es una mentira, los neanderthales se extinguieron porque eran homosexuales...y siga el baile...
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