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PECADO El adulterio y las piedras

Un pecado perdonado

Un cardenal, desde Roma, quiere modificar de un plumazo las enseñanzas evangélicas con argumentos infantiles


Una vez que Jesús estaba enseñando en el templo, llegaron los escribas y fariseos llevándole una mujer sorprendida en adulterio. La pusieron en medio y le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?”. Se creían pícaros los ñatos y le plantearon el asunto para tentarlo, y tener después de qué acusarlo. Jesús, se inclinó y se puso a escribir con el dedo en la tierra, como si no les prestara atención. Pero ellos insistían, dale y dale.
Entonces se puso de pie y les dijo: “Aquel de vosotros que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra”. Y volvió a escribir en la tierra. Pero los otros, cuando oyeron estas palabras se fueron yendo uno detrás del otro, primero los más viejos. Hasta que quedó Jesús solo con la mujer. Se volvió a incorporar y le dijo: “Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?”. Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Entonces vino la mejor parte, porque Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más”.
No es entonces como dicen, que Jesús era un extraño de pelo largo que se rodeaba de laburantes y prostitutas, como si hubiera sido un salteador de caminos, un atorrante cualquiera, no señor. No aprobaba la prostitución, no le parecía un noble oficio, no quería que las mujeres entregasen su cuerpo por dinero, sino que, oigan amigos, a la prostituta aquella va y le dice: “En adelante no peques más”.
Esto viene a cuento porque ahora el Vaticano nos anoticia de que las mujeres solteras que han tenido un hijo, sí pueden comulgar si se han confesado previamente. ¡Chocolate por la noticia!, no era necesario que lo dijera el Vaticano, siempre ha sido así, desde aquella prostituta del capítulo 8 de San Juan citado de memoria. Eso sí, la condición que Jesús le impone a esa prostituta y tmbién a nosotros es: “No peques más”.
Entre los muchos desatinos que comete el Vaticano en estos días, figura este, el cardenal Víctor Manuel Fernández, “Tucho”, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, dice que: “Hay presbíteros que no bautizan a los chicos de las madres solteras porque no fueron concebidos en la santidad del matrimonio. Estos son los hipócritas de hoy. Los que clericalizaron a la Iglesia. Los que apartan al pueblo de Dios de la salvación”.
Oiga amigo, si son tan hipócritas como los escribas y fariseos de aquel tiempo denúncielos debidamente con nombre y apellido, justo ahora que la Iglesia anda meta despedir a los obispos que no están de acuerdo con lo que dice el Papa. Un solo cura que se niegue a bautizar un niño, sólo porque la madre es soltera, sería un escándalo que aparecería en los diarios de todo el mundo.
Este cardenal pretende que se crea que recién ahora la Iglesia Católica se acuerda de las madres solteras y las acoge con compasión. La Iglesia Católica fue siempre especialmente misericordiosa y clemente con todos los pecadores, no solamente con las madres solteras sino con todos y cada uno, por más terrible que haya sido su falta.
Los pecadores —como dice el tango “el que mata, el que roba o está fuera de la ley” —si se arrepienten debidamente y confiesan su pecado, pueden comulgar tranquilamente. Todos. Si ha hecho un cierto y efectivo propósito de enmienda, tiene tanto derecho el usurero, que no prestará más plata a interés y se compromete a devolver lo que cobró de más, como la beatita que el único pecado que confiesa es pensar mal de la nuera porque no le hace ricas milanesas al hijo.
El cardenal Fernández dice textualmente: “Ciertamente, Jesús invita siempre a cambiar de vida, a responder más fielmente a la voluntad de Dios, a vivir con mayor dignidad. Sin embargo, esa frase no constituye el mensaje central de esta perícopa evangélica, que es sencillamente la invitación a reconocer que nadie puede arrojar la primera piedra”.
No amigo, son dos los mensajes centrales, por un lado, para los que juzgan a los demás sin fijarse en sus propios pecados y también —fundamentalmente —el “no peques más”. Uno, sin el otro, no se entienden, no se completan, no tienen razón de ser.

Leer más: El viejo catecismo, con el que se enseñaba a los niños era mucho más exacto que las sensibilidades que enseñan hoy, hagan clic y compruébenlo

Pero, estoy terminando esta breve reflexión y me doy cuenta de que el objetivo del tal “Tucho” Fernández está cumplido. Hay en la gente común una propensión a pensar mal de la Iglesia Católica, a denostarla, culparla del atraso de los pueblos, la miseria y todos los males del mundo, sin olvidarse de que todo cura, por el hecho de serlo es un violador o un manoseador de chicos, un degenerado.
En ese sentido, esta noticia será, como siempre, leída superficialmente en los canales de televisión presididos y dominados por súcubos e íncubos salidos del Averno, penetrará en las almas simples, haciéndoles creer que justo hasta hoy la Iglesia no aceptaba a las madres solteras tomando la comunión. A partir de este maravilloso Papa argentino, capaz de decir o hacer cualquier barbaridad sin ponerse colorado, sí.
Por suerte, usted y yo sabemos que la Verdad no es uno de los atributos de Dios, sino su nombre. Y a eso nos atenemos.
©Juan Manuel Aragón
A 16 de diciembre del 2023, en Tuama. Mascando algarroba

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