Ir al contenido principal

1975 CALENDARIO NACIONAL El golpe de Cappellini

El Brigadier

En 1975, Orlando Capellini encabezó una tentativa de golpe de estado: a pesar de que fracasó, abrió las puertas para lo que sucedió en marzo del año siguiente


El 18 de diciembre de 1975, hubo un intento fallido de golpe de estado, encabezado por Orlando Jesús Capellini, jefe del comando Cóndor Azul, como se llamó la intentona, para derrocar a María Estela Martínez de Perón.
Meses antes, el vicepresidente Ítalo Argentino Luder se había negado a sustituir a la Presidente que estaba de licencia por enfermedad, una sugerencia que le habían hecho llegar, tal como se lo habían sugerido los titulares del Ejército Jorge Rafael Videla, la Fuerza Aérea Héctor Luis Fautario y la Armada Emilio Eduardo Massera. La noticia enfureció a Cappellini y a sus seguidores, que se pusieron manos a la obra a planear el golpe.​
“Isabel”, como también le decían a la Presidente desde antes de sus tiempos como corista, volvió a su cargo el 16 de octubre de 1975 y un día después, Massera y Videla decidieron que para marzo de 1976 la destituirían, pero Fautario no apoyó la idea de interrumpir nuevamente el orden constitucional. Hay quienes sostienen, en cambio, que decidieron tumbar a la Presidente, pero no pusieron ninguna fecha.
En una reunión entre Videla, Massera, Roberto Viola y Armando Lambruschini, Massera dijo que debían sacar a Fautario del medio, y se le comunicó la decisión a Orlando Ramón Agosti.
Se planeaban dos golpes de Estado al mismo tiempo.​
El grupo de Cappellini se reunió el 17 de diciembre para ponerse de acuerdo en hacer el golpe el 18, cuando se anunciara quiénes serían los militares de la aeronáutica que pasarían a retiro. Uno era Cappellini.
Aquí hagamos un alto. Para contar a las nuevas generaciones que cada vez que un oficial de alguna de las tres armas se enteraba de que lo pasarían a retiro, se levantaba en armas, hacía una intentona, se acuartelaba, lanzaba una proclama, profería alguna bravata o todo junto. Esa fue la primera de tantas. Algunas salieron a la luz, otras fueron con revólveres de ceba, sordas e insignificantes, pero en todas, muchos argentinos se esperanzaron —en vano— con la posibilidad de que cambiara el rumbo que habían tomado los militares.
A las siete y media de la mañana del 18 de diciembre los comodoros Edgardo Cáceres, Luis Estrella, Athos Gandolfi y Agustín de la Vega detuvieron al titular de la Fuerza Aérea, el brigadier Fautario y a los brigadieres Francisco Cabrera, Roberto Donato Bortot y Rubén Bonoris cuando estaban por viajar a Córdoba. A Fautario lo encerraron en una habitación sin custodia en el taller regional de Quilmes y a sus subordinados también detenidos los trasladaron a Morón.
Enterado de la situación, el ministro de Defensa Tomás Vottero se reunió con Videla y Massera, que le propusieron nombrar a Agosti como Jefe de la Fuerza Aérea. Lograron un decreto que nombraba a Orlando Ramón Agosti como titular de la Aeronáutica, y Vottero se marchó a Olivos para que lo firmara la Presidente.​
Fautario salió del encierro y se fue a la Casa Rosada. Pidió hablar con la Presidente, pero no lo quiso recibir. Entonces le mandó a avisar con el edecán aeronáutico que le darían un golpe de Estado en marzo del año siguiente. Tarde: parecía el aviso de un marido despechado. ​
La sublevación fue aplastada el 23 de diciembre cuando la VII Brigada Aérea, donde estaba acuartelado Capellini fue bombardeada. Antes, los tres comandantes le habían dado su apoyo al gobierno.
Fue vox pópuli, que luego de su frustrada intervención, Capellini le dio tres meses de plazo a los jefes de las tres fuerzas, en caso contrario volvería a la carga con sus planteos. El plazo se cumplía el 23 de marzo, y todavía dio de changüín un día más, pero el 24 se levantaron y no tuvo necesidad de insistir.
La revuelta expulsó a Fautario, al subjefe del Comando de la Fuerza Aérea, José María Klix y al resto de los brigadieres mayores, que no adherían al golpe.
Pero, ¿qué fue de la vida de Capellini?
Durante la dictadura siguió su carrera militar. El 15 de diciembre de 1977, lo nombraron comandante de Personal. El 25 de enero de 1979, asumió como jefe del Comando de Operaciones Aéreas, estuvo hasta el 17 de diciembre de 1981 y pasó a retiro como brigadier mayor.
Después poco se conoce de su vida, salvo que, en 1985, prestó declaración en el Juicio a las Juntas Militares. Le preguntaron por su actividad durante la dictadura y por la actuación del titular de la Fuerza Aérea, Omar Rubens Graffigna, del 79 al 81.​
En el 2008, al comienzo de los procesos por delitos de lesa humanidad y cuando juzgaban a Hipólito Rafael Mariani y César Miguel Comes, le preguntaron qué hacía entre el público que observaba el proceso. Dijo: “Vine a estar junto a dos camaradas y amigos”.​
Murió el 7 de julio del 2011 en el hospital Italiano de Buenos Aires.
Debo contar, para no ser deshonesto con estas crónicas que en el 75 ya era muchacho de 16 años​ y observé cómo se entusiasmó mi padre con la intentona de Grafiggna, sus ojos abrigaban una gran esperanza, quizás por última vez en su vida. Para él, el golpe del 24 de marzo del 76 había llegado demasiado tarde. Luego, el 2 de abril de ese mismo año cuando asumió José Alfredo Martínez de Hoz como ministro de Economía, se hizo opositor. Los liberales habían vuelto, como decía Antonio Machado, “cual torna la cigüeña al campanario”.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

Entradas populares de este blog

HISTORIA La Casa de los Taboada

La Casa de los Taboada, recordada en El Liberal del cincuentenario Por qué pasó de manos de una familia de Santiago al gobierno de la provincia y los avatares que sucedieron en la vieja propiedad Los viejos santiagueños recuerdan que a principios de 1974 se inundó Santiago. El gobernador Carlos Arturo Juárez bautizó aquellas tormentas como “Meteoro”, nombre con el que todavía hoy algunos las recuerdan. Entre los destrozos que causó el agua, volteó una pared del inmueble de la calle Buenos Aires, que ya se conocía como “Casa de los Taboada”. Y una mujer que había trabajado toda la vida de señora culta, corrió a avisarle a Juárez que se estaba viniendo abajo el solar histórico que fuera de la familia más famosa en la provincia durante el siglo XIX. No era nada que no pudiera arreglarse, aunque ya era una casa vieja. Venía del tiempo de los Taboada, sí, pero había tenido algunas modernizaciones que la hacían habitable. Pero Juárez ordenó a la Cámara de Diputados que dictara una ley exprop

RECUERDOS Pocho García, el de la entrada

Pocho García El autor sigue desgranando sus añoranzas el diario El Liberal, cómo él lo conoció y otros muchos siguen añorando Por Alfredo Peláez Pocho GarcÍa vivió años entre rejas. Después de trasponer la entrada principal de El Liberal, de hierro forjado y vidrio, había dos especies de boxes con rejas. El de la izquierda se abría solo de tarde. Allí estaba Juanito Elli, el encargado de sociales; se recibían los avisos fúnebres, misas, cumpleaños. Cuando Juanito estaba de franco su reemplazante era, el profesor Juan Gómez. A la derecha, el reducto de Pocho García, durante años el encargado de los avisos clasificados, con su ayudante Carlitos Poncio. Pocho era un personaje. Buen tipo amantes de las picadas y el vino. Suegro de "Chula" Álvarez, de fotomecánica, hijo de "Pilili" Álvarez, dos familias de Liberales puros. A García cuando salía del diario en la pausa del mediodía lo esperaba en la esquina de la avenida Belgrano y Pedro León Gallo su íntimo amigo Orlando

HOMBRE San José sigue siendo ejemplo

San José dormido, sueña Un texto escrito al calor de uno de los tantos días que el mundo secularizado ideó para gambetear a los santos Todos los días es día de algo, del perro, del gato, del niño, del padre, de la madre, del mono, del arquero, de la yerba mate, del bombo, del pasto hachado, de la madrastra, del piano de cola, de la Pachamama, del ropero, de la guitarra, del guiso carrero, de la enfermera, del abogado, del pañuelo usado. Todo lo que camina sobre la tierra, vuela en el cielo, nada en el agua, trepa las montañas, nada en las lagunas, patina en el hielo, surfea en las olas o esquiva a los acreedores, tiene su día. Nada como un día sin connotaciones religiosas, sólo nuestro, bien masón y ateo, para recordar a los panaderos, a las mucamas, a los canillitas, a los aceiteros, a los carpinteros, a los periodistas a los lustrines, a los soderos, a los mozos, a los vendedores, a los empleados públicos, a los policías, a los ladrones, a los jugadores, a los abstemios y a los tomad