La bomba de Hiroshima |
El 6 de agosto de 1945 Estados Unidos detonó una bomba atómica sobre Hiroshima, Japón y el 9 de ese mes, lanzó otra contra Nagasaki
El 6 de agosto de 1945 Estados Unidos detonó una bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima. Junto a la que lanzaron contra Nagasaki, el 9 de ese mes, es uno de los mayores crímenes de lesa humanidad cometidos durante el siglo XX.Los bombardeos aéreos en conjunto mataron entre 129.000 y 226.000 personas, la mayoría civiles, y siguen siendo el único caso de uso de armas nucleares en un conflicto armado.Unos días después, el 15 de agosto, Japón se rindió a los aliados. El gobierno japonés firmó la rendición el 2 de septiembre, poniendo fin efectivamente a la guerra.
En el último año de la Segunda Guerra Mundial, los aliados se estaban preparando para una costosa invasión del continente japonés. La empresa fue precedida por una campaña convencional de bombardeos y bombas incendiarias que devastó 64 ciudades japonesas.
La guerra en Europa había terminado cuando Alemania se rindió el 8 de mayo de 1945 y los Aliados centraron su atención en la Guerra del Pacífico.
En julio de 1945, el Proyecto Manhattan de Estados Unidos había producido dos tipos de bombas atómicas: "Little Boy", arma de fisión tipo pistola de uranio enriquecido, y "Fat Man", arma nuclear tipo implosión de plutonio.
El Grupo Compuesto 509 de las Fuerzas Aéreas del Ejército de los Estados Unidos fue entrenado y equipado con la versión Silverplate especializada del Boeing B-29 Superfortress y desplegado en Tinian en las Islas Marianas. Los aliados pidieron la rendición incondicional de las fuerzas armadas imperiales japonesas en la Declaración de Potsdam el 26 de julio de 1945, siendo la alternativa la "destrucción rápida y total". El gobierno japonés ignoró el ultimátum.
Se obtuvo el consentimiento del Reino Unido para el bombardeo, tal como lo exigía el Acuerdo de Quebec, y el 25 de julio el general Thomas Handy, jefe interino del Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos, emitió órdenes para que se utilizaran bombas atómicas contra Hiroshima, Kokura, Niigata y Nagasaki. Se eligieron estos objetivos porque eran grandes áreas urbanas que también albergaban instalaciones militarmente importantes.
El 6 de agosto, se lanzó un Little Boy sobre Hiroshima. Tres días después, se lanzó un Fat Man sobre Nagasaki. Durante los próximos dos a cuatro meses, los efectos de los bombardeos atómicos mataron entre 90.000 y 146.000 personas en Hiroshima y 60.000 y 80.000 personas en Nagasaki; cerca de la mitad durante el primer día.
Los meses posteriores, mucha gente siguió muriendo por los efectos de las quemaduras, la enfermedad por radiación y las lesiones, agravadas por la enfermedad y la desnutrición. Aunque Hiroshima tenía una guarnición militar considerable, la mayoría de los muertos eran civiles.
Los académicos han estudiado extensamente los efectos de los bombardeos en el carácter social y político de la historia mundial y la cultura popular posteriores, y todavía hay mucho debate sobre la justificación ética y legal de los bombardeos. Los partidarios afirman que los bombardeos atómicos fueron necesarios para poner fin a la guerra con un mínimo de bajas norteamericanas; los críticos creen que los bombardeos fueron innecesarios para el fin de la guerra y un crimen de guerra, y destacan las implicaciones morales y éticas del ataque nuclear intencional contra civiles.
Lo cierto es que el supuesto rector de la moral, la libertad, los buenos valores del mundo, Estados Unidos, cometió uno de los peores crímenes colectivos contra una población civil desarmada y, dado su poder, nadie osó acusar a sus autores o a toda la nación de este asesinato en masa.
Hoy el mundo se asusta cuando Rusia amenaza a Ucrania con la bomba atómica, es el mismo mundo que no dijo nada cuando sucedió lo de Hiroshima y Nagasaki. Y respiró aliviado, porque esa masacre propinada por una nación salvaje sirvió para terminar con la guerra.
©Juan Manuel Aragón
Se obtuvo el consentimiento del Reino Unido para el bombardeo, tal como lo exigía el Acuerdo de Quebec, y el 25 de julio el general Thomas Handy, jefe interino del Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos, emitió órdenes para que se utilizaran bombas atómicas contra Hiroshima, Kokura, Niigata y Nagasaki. Se eligieron estos objetivos porque eran grandes áreas urbanas que también albergaban instalaciones militarmente importantes.
El 6 de agosto, se lanzó un Little Boy sobre Hiroshima. Tres días después, se lanzó un Fat Man sobre Nagasaki. Durante los próximos dos a cuatro meses, los efectos de los bombardeos atómicos mataron entre 90.000 y 146.000 personas en Hiroshima y 60.000 y 80.000 personas en Nagasaki; cerca de la mitad durante el primer día.
Los meses posteriores, mucha gente siguió muriendo por los efectos de las quemaduras, la enfermedad por radiación y las lesiones, agravadas por la enfermedad y la desnutrición. Aunque Hiroshima tenía una guarnición militar considerable, la mayoría de los muertos eran civiles.
Los académicos han estudiado extensamente los efectos de los bombardeos en el carácter social y político de la historia mundial y la cultura popular posteriores, y todavía hay mucho debate sobre la justificación ética y legal de los bombardeos. Los partidarios afirman que los bombardeos atómicos fueron necesarios para poner fin a la guerra con un mínimo de bajas norteamericanas; los críticos creen que los bombardeos fueron innecesarios para el fin de la guerra y un crimen de guerra, y destacan las implicaciones morales y éticas del ataque nuclear intencional contra civiles.
Lo cierto es que el supuesto rector de la moral, la libertad, los buenos valores del mundo, Estados Unidos, cometió uno de los peores crímenes colectivos contra una población civil desarmada y, dado su poder, nadie osó acusar a sus autores o a toda la nación de este asesinato en masa.
Hoy el mundo se asusta cuando Rusia amenaza a Ucrania con la bomba atómica, es el mismo mundo que no dijo nada cuando sucedió lo de Hiroshima y Nagasaki. Y respiró aliviado, porque esa masacre propinada por una nación salvaje sirvió para terminar con la guerra.
©Juan Manuel Aragón
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