Raymundo Lulio |
El 26 de abril de 1313 Raimundo Lulio dicta su testamento, fue filósofo, poeta, místico, teólogo y misionero mallorquín
El 26 de abril de 1313, Raimundo Lulio dictó su testamento. Había nacido cerca del año 1232 en la actual Palma de Mallorca y se lo conoce también como Raimundus o Raymundus Lullus en latín, como Raymond Lully en inglés, Raimondo Lullo en italiano o Raymond Lulle en francés. Fue un laico cercano a los franciscanos, filósofo, poeta, místico, teólogo y misionero mallorquín. Fue declarado beato por “culto inmemorial” y no por los cauces oficiales. Su fiesta es el 27 de noviembre. Es uno de los primeros escritores en usar una lengua neolatina, el catalán.Es mejor conocido en la historia de las ideas como el inventor de un “arte de encontrar la verdad” (ars inveniendi veritatis) que tenía por objeto apoyar la fe católica en el trabajo misionero, pero también estaba diseñado para unificar todas las ramas del conocimiento.Criado en la corte real de Mallorca, desarrolló características de trovador en su crianza caballeresca.Escribió un manual de caballería, que apareció en una versión en inglés del siglo XV editada por William Caxton, el primer impresor inglés. De la numerosa población musulmana de Mallorca adquirió el conocimiento del árabe, que utilizó en algunos de sus escritos. Su entorno también despertó en él un interés por la mística sufí islámica y el espíritu contemplativo oriental.
Después de casarse, cerca de sus 30 años, experimentó visiones místicas de Cristo en la cruz, tras las cuales abandonó la vida cortesana y se dedicó al trabajo misionero. Influido por la espiritualidad pacifista de Francisco de Asís, viajó por el norte de África y Asia Menor intentando convertir a los musulmanes al cristianismo.
Cerca de 1272, tras otra experiencia mística en el monte Randa mallorquín en la que relata haber visto todo el universo reflejando los atributos divinos, concibió reducir todo conocimiento a primeros principios y determinar su punto de unidad convergente. Tomando prestados ciertos principios del teólogo escolástico del siglo XI Anselmo de Canterbury, escribió su obra principal; esto se conoce colectivamente como el Ars magna e incluye los tratados Arbor scientiae y Liber de ascensu et descensu intellectus.
Intentó situar la apologética cristiana en el plano de la discusión racional, principalmente para satisfacer las necesidades de la disputa con los musulmanes. Utilizó la lógica y técnicas mecánicas complejas (el Ars magna) que involucraban notación simbólica y diagramas combinatorios para relacionar todas las formas de conocimiento, incluidas la teología, la filosofía y las ciencias naturales como análogos entre sí y como manifestaciones de la divinidad en el universo.
Usó métodos lógicos originales en un intento de probar los dogmas de la teología cristiana. Las aplicaciones apologéticas del Ars magna pasaron a un segundo plano tras la muerte de Llull, y fue como sistema universal y compendio de conocimientos que el Ars mantuvo su influencia hasta mucho después del Renacimiento.
Dedicó su vida a la difusión de su Ars e intentó interesar a gobernantes y papas en sus proyectos. Se persuadió al rey Jaime II de Aragón para que estableciera una escuela en Mallorca para el estudio de las lenguas orientales para que el Ars pudiera difundirse por el mundo islámico.
Según la leyenda, fue apedreado en el norte de África en Bejaïa (Bougie) o Túnez y murió mártir en el mar antes de llegar a Mallorca, donde fue enterrado. Las acusaciones de confundir la fe con la razón llevaron a que el papa Gregorio XI condenara sus enseñanzas en 1376. En el siglo XIX, sin embargo, la iglesia católica romana mostró un interés más comprensivo y aprobó su veneración.
El interés actual se centra en sus escritos místicos, en particular el Llibre d'amic e amat (El libro del amante y del amado). En la cultura catalana gozan de gran popularidad sus novelas alegóricas Blanquerna y Félix. Sus obras en catalán fueron editadas críticamente por M. Obrador, S. Galmes, et al., en 21 volúmenes.
Murió el 29 de junio de 1315.
©Juan Manuel Aragón
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