Ir al contenido principal

1977 ALMANAQUE MUNDIAL Chaplin

Charlie Chaplin en el cine mudo
El 25 de diciembre de 1977 muere Charles Chaplin, actor cómico, cineasta y compositor inglés que llegó a la fama en la era del cine mudo

El 25 de diciembre de 1977 murió Charles Spencer Chaplin mientras dormía, en su casa de Vevey, Suiza. Fue un actor cómico, cineasta y compositor inglés que llegó a la fama en la era del cine mudo. Se convirtió en un ícono mundial a través de su personaje el Vagabundo, y es considerado una de las figuras más importantes de la industria cinematográfica. Su carrera fue de más de 75 años, desde su infancia en la época victoriana hasta un año antes de su muerte en 1977, y abarcó tanto la adulación como la controversia.
Su infancia, marcada por la pobreza y la inestabilidad familiar, influyó en su obra posterior, que se destacó por la mezcla única de comedia y crítica social.
Desde sus primeras incursiones en el music hall y el vodevil, demostró un talento innato para la comedia física. Su llegada a Hollywood en 1913 marcó el comienzo de una carrera meteórica. Películas como "Carreras de autos para niños en Venecia" y "El Vagabundo", introdujeron al icónico personaje de Charlot, un vagabundo con su emblemático bigote y sombrero encintado.
No se limitó a la comedia ligera. En 1921, dirigió, produjo y protagonizó su primera película larga, "El Chico", conmovedora historia sobre la relación entre un vagabundo y un niño. Su obra maestra, "La Quimera del Oro" de 1925, exploró la fiebre del oro en Klondike, combinando comedia y drama de manera magistral.
Con la llegada del sonido al cine, se adaptó con astucia. "Luces de la Ciudad" de 1931 fue un triunfo, utilizando música y efectos sonoros sincronizados para realzar la emoción de la historia de Charlot y su amistad con un millonario ciego.
La década de 1930 lo vio volcarse hacia la crítica social con "Tiempos Modernos", una ingeniosa reflexión sobre la deshumanización de la industria. Aunque la película fue sonora, Charlot no habló, manteniendo la esencia silenciosa que lo había hecho famoso.
En 1940, en plena Segunda Guerra Mundial, lanzó "El Gran Dictador", una audaz sátira sobre Hitler y el nazismo. El discurso final de la película, un llamado a la humanidad y la libertad, fue un testimonio de la valentía de Chaplin al abordar temas políticos.
Pero sus opiniones políticas y su simpatía por el comunismo le valieron críticas y la atención del gobierno norteamericano. En 1952 abandonó Estados Unidos y se estableció en Suiza, pero su influencia en el cine seguía siendo innegable.
A pesar de su exilio, continuó creando. "Un Rey en Nueva York" de 1957, abordó la paranoia anticomunista en Estados Unidos, mientras "Candilejas" exploró la relación entre un cómico en declive y una joven bailarina.
En 1972 volvió a Estados Unidos para recibir un Oscar honorífico, un reconocimiento tardío pero merecido por su impacto duradero en el cine. Aunque murió en 1977, su legado persiste.
Charles Chaplin, con su estilo distintivo y su enfoque único, fue un visionario que cambió la narrativa cinematográfica. Desde las pantallas del music hall hasta los estudios de Hollywood, su habilidad para mezclar comedia, ternura y crítica social lo convirtió en un gigante del cine. Su vida, marcada por la adversidad y la innovación, dejó una marca imborrable en la historia del entretenimiento. Chaplin no solo hizo reír al mundo; lo hizo pensar y sentir, estableciendo un estándar que pocos han igualado.
Había nacido el 16 de abril de 1889, en Londres.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. Imposible no reparar en su servicio de trabajo cinematografico que lo registrará para siempre la historia, por su actuación como por su desenfado para tomar posiciones políticas

    ResponderEliminar
  2. No pude ver Candilejas, y si bien la busqué, no pude encontrarla

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

HISTORIA La Casa de los Taboada

La Casa de los Taboada, recordada en El Liberal del cincuentenario Por qué pasó de manos de una familia de Santiago al gobierno de la provincia y los avatares que sucedieron en la vieja propiedad Los viejos santiagueños recuerdan que a principios de 1974 se inundó Santiago. El gobernador Carlos Arturo Juárez bautizó aquellas tormentas como “Meteoro”, nombre con el que todavía hoy algunos las recuerdan. Entre los destrozos que causó el agua, volteó una pared del inmueble de la calle Buenos Aires, que ya se conocía como “Casa de los Taboada”. Y una mujer que había trabajado toda la vida de señora culta, corrió a avisarle a Juárez que se estaba viniendo abajo el solar histórico que fuera de la familia más famosa en la provincia durante el siglo XIX. No era nada que no pudiera arreglarse, aunque ya era una casa vieja. Venía del tiempo de los Taboada, sí, pero había tenido algunas modernizaciones que la hacían habitable. Pero Juárez ordenó a la Cámara de Diputados que dictara una ley exprop

RECUERDOS Pocho García, el de la entrada

Pocho García El autor sigue desgranando sus añoranzas el diario El Liberal, cómo él lo conoció y otros muchos siguen añorando Por Alfredo Peláez Pocho GarcÍa vivió años entre rejas. Después de trasponer la entrada principal de El Liberal, de hierro forjado y vidrio, había dos especies de boxes con rejas. El de la izquierda se abría solo de tarde. Allí estaba Juanito Elli, el encargado de sociales; se recibían los avisos fúnebres, misas, cumpleaños. Cuando Juanito estaba de franco su reemplazante era, el profesor Juan Gómez. A la derecha, el reducto de Pocho García, durante años el encargado de los avisos clasificados, con su ayudante Carlitos Poncio. Pocho era un personaje. Buen tipo amantes de las picadas y el vino. Suegro de "Chula" Álvarez, de fotomecánica, hijo de "Pilili" Álvarez, dos familias de Liberales puros. A García cuando salía del diario en la pausa del mediodía lo esperaba en la esquina de la avenida Belgrano y Pedro León Gallo su íntimo amigo Orlando

HOMBRE San José sigue siendo ejemplo

San José dormido, sueña Un texto escrito al calor de uno de los tantos días que el mundo secularizado ideó para gambetear a los santos Todos los días es día de algo, del perro, del gato, del niño, del padre, de la madre, del mono, del arquero, de la yerba mate, del bombo, del pasto hachado, de la madrastra, del piano de cola, de la Pachamama, del ropero, de la guitarra, del guiso carrero, de la enfermera, del abogado, del pañuelo usado. Todo lo que camina sobre la tierra, vuela en el cielo, nada en el agua, trepa las montañas, nada en las lagunas, patina en el hielo, surfea en las olas o esquiva a los acreedores, tiene su día. Nada como un día sin connotaciones religiosas, sólo nuestro, bien masón y ateo, para recordar a los panaderos, a las mucamas, a los canillitas, a los aceiteros, a los carpinteros, a los periodistas a los lustrines, a los soderos, a los mozos, a los vendedores, a los empleados públicos, a los policías, a los ladrones, a los jugadores, a los abstemios y a los tomad