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RASGOS La identidad del santiagueño

Bailando chacareras

La provincia tiene una población arraigada y orgullosa de su tierra, sus costumbres, sus artes, sus tradiciones y su lengua

Con el “Romance del canto nativo” de Dalmiro Coronel Lugones
La identidad de un pueblo reposa en su sentido de pertenencia, y la provincia de Santiago del Estero se destaca por contar una población arraigada y orgullosa de su terruño, de sus costumbres, sus artes, tradiciones y su lengua.
En cada ser, en cada hogar o comunidad se recrean cotidianamente los rasgos que hacen y componen la identidad.
El pueblo santiagueño abraza con ahínco su heredad, es celoso de su pasado, consciente y humilde de su ser y sentir, respetuoso de su naturaleza y amante de sus ritmos.
Se deleita al escuchar una chacarera o al evocar una vidala; aspira con vehemencia los aromas del monte, se estremece con sus mitos y leyendas y profesa con inusitada pasión su fe cristiana.
El santiagueño es parte de su territorio, construyendo una simbiosis que es imposible fragmentar. Se siente parte de él, es su descendencia y el néctar que lo alimenta.
Su vida y su forma de ser han sido moldeadas por una geografía particular y ha sido determinante para generar en cada ser raíces profundas, que difícilmente pierda en la lejanía o no sufra su quebranto.
El poeta Dalmiro Coronel Lugones supo plasmar en su “Romance del Canto Nativo”, el ser y sentir del santiagueño:

Siento que soy en mi tierra
sal, arcilla, arena y mapa
sol, paisaje, nervio y vida
vuelo, leyenda y vidala;
que hundo en su seno raices
y en sus cielos hechos ramas
y en quehacer de mis versos
siento que en mí vive su alma…!
Oigo las voces remotas,
aquellas de la india raza,
que resuenan en el barro
secular de las tinajas
y pueblan en los misterios
de la selva legendaria
cuando en el viento y en el ave
los mitos quichuas se encarna.
Oigo las voces de bronca
-graves de historia y prosapia-
de la ciudad del destino
cuatro veces centenaria,
la que fundaron primero
los caballeros de España.
La «Muy Leal y Muy Noble»
la de la cruz y la espada.
La que en la Tierra argentina
la primera misa rezara
y arrojara la simiente
de la primera enseñanza,
la que fue madres de los pueblos,
guerrera con gente de armas
y con el dulce Solano
¡misionera franciscana…!
Oigo las voces patricias
de la ciudad libertaria,
la de Uriarte, Gallo, Alcorta,
Borges, Lugones, Taboada,
la que ofrendó en holocausto
vidas, haberes y fama.
Cuando un ideal de grandeza
trazóle un rumbo a la patria.
Me siento espuma en mis ríos,
tiempo crecido en sus aguas,
soledad de monte y piedra
en mis quietudes serranas,
en mis bosques algarrobo
con la flor del aire en sus ramas
y jume, sed y salitre
donde la tierra es amarga…
Y en el paisaje soy canto
de chalchaleros al alba,
flauta de tordos y mirlos
saludando a las mañanas,
arrullo triste de urpilas
poblando las siestas largas
y silbo de codornices
cuando las tardes se apagan…
Y aquí estoy, en mi Santiago,
nutriéndome de su savia,
hombre y poeta afirmado
honda raíz en su drama,
bajo los soles ardientes
quemándose las espaldas,
bajo el disco vidalero
de las lunas trasnochadas…
Y porque a mi patria chica
cuatro centurias me arraigan
(pues en mi sangre hay linajes
de aquellos que la fundaran)
y su telúrica fuerza
de amor nativo me inflama
en un cantar romancero
le entrego, en ofrenda, mi alma…!

Tomado de Santiago Cultura, publicación oficial de la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Provincia.
Ramírez de Velasco®

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