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La eterna Jerusalén |
Un poeta, teólogo y erudito judío, nacido en España cuando todavía no se habla en español, se va a Jerusalén y al llegar es muerto por un musulmán
Judá—Ben—Samuel—Ha—Levi, a quien los árabes nombraban Abu I Hasan ibn Levi y era Judá Leví para los cristianos fue un poeta teólogo y erudito judío, nacido en España, cerca del año 1080 y muerto en el 1140. El idioma general de la España en aquellos tiempos es el árabe, entre otras tanas lenguas que dan vueltas por pueblos y ciudades y un poco de un latín que está empezando a cambiar su manera de ser.Era hijo de un hombre piadoso y sabio, Samuel—Ha—Levi y suegro de Aben—Ezra, personaje distinguido. Judá Leví (nosotros lo nombraremos así porque somos cristianos), viajó a Jerusalén. Cuentan que llegó con los pies desnudos y declamando una composición en verso sobre las desdichas de la ciudad santa, cuando un musulmán, enojado de oírlo cantar esos versos, que quizás juzgara impíos, le tiró encima el caballo y lo aplastó.Oiga bien, amigo, es uno de los más grandes poetas judíos de todos los tiempos. De él se conservan todavía hoy, poesías en árabe y en hebreo que han sido publicadas en colecciones de plegarias conocidas con el nombre de ´Machazors´.
Su obra principal es el célebre ´Cozri´ que compuso en árabe y que Judá Ben Tib´n tradujo al hebreo. Escrita en forma de diálogo entre un rey de Cozar y un sabio judío, nombrado como Isaac Shanghar, tiene como objeto establecer la verdad y la divinidad de la religión judía. Refuta las falsas opiniones de los filósofos y los errores de los ´caraitas´, nombre que, según algunos, servía para distinguir a los cristianos. Además, trata de probar la necesidad de una revelación sobrenatural, demostrando que la razón no puede llegar a conocer cuál es el culto que conviene a Dios, sin que Dios mismo la esclarezca de una manera especial. Antes de seguir se debe aclarar que estos eran asuntos fundamentales para los antiguos, aunque en el mundo falaz y descreído de hoy no tengan la más mínima relevancia.
Los judíos tienen esta obra, el Cozri, en una muy alta estima. Buxtorf, Wolf y Martoloccia le dedican un profundo estudio y Silvestre de Sacy no duda en colocarla en primera línea entre los libros del mismo género. La primera edición de la versión hebrea, hecha pór Judá—Ben—Tibón, es de Venecia en 1547. Fue traducida al latín, al portugués y al alemán.
En interné varios sitios nombran a estos personajes. Pero, amigo, aténgase al Diccionario General Etimológico de Roque Barcia, maravillosa obra de la erudición antigua. Usted, que lee estas notas, debería cavilar, como el autor de estas pobres líneas, sobre un hombre que llega descalzo a Jerusalén, recitando un poema sobre las desdichas de esa ciudad santa, eternamente erguida cual faro inalcanzable para millones de creyentes de todo el redondo mundo. Y un energúmeno, cuyo nombre no importa, lo mata, casi por el gusto de probar el filo de su espada.
Cuando lo haga, medite por favor, sobre la grandeza de Dios, Nuestro Señor.
Juan Manuel Aragón
A 26 de marzo del 2025, en San Lorenzo. Ensillando la mula.
Ramírez de Velasco®
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